En otros tiempos, el Estado de Campeche era de los primeros en seguridad y paz. Su gente, amable y trabajadora, presumía de una entidad que podía ser envidia de otras localidades azotadas por la violencia; sin mayores conflictos políticos, los campechanos veían en su tierra un edén… hasta que llegó MORENA, el partido oficialista, corrupto y degradante.
Tras el motín en el penal de san Francisco Kobén, se destaparon las infrahumanas condiciones laborales de la policía. La incondicional y sumisa gobernadora Layda Sansores, una de las más adictas al obradorismo, envió a un matadero a decenas de elementos. Una batalla desigual cuando, sin el equipo mínimo, debían sofocar a la turba que les hizo frente. Los internos enfrentaron a los guardianes y quienes llevaron las de perder fueron las mujeres policías. No fueron pocas las denuncias de violación a sus derechos, seguridad e integridad corporal.
Los hechos derivaron en una manifestación pública sin precedentes que exaltó a la soberbia y petulante gobernadora, protectora de la principal responsable de las malas condiciones laborales de la policía campechana, la secretaria de Protección Ciudadana Marcela Muñoz Martínez. Sin embargo, en una actuación típica del autoritarismo que ha venido sumiendo al país entero en la polarización, el gobierno de Sansores Sanromán ha hecho todo, menos resolver las demandas de los elementos policiales. La ciudadanía ha hecho suyos esos reclamos, entre ellos, la presidenta de +Vida+Famillia, la activista y defensora de los derechos humanos, Nic-Te Ha Aguilera, quien realizó una amplia investigación para documentar la tremenda realidad de las mujeres pertenecientes a las fuerzas del orden en Campeche.
Nic-Te ha tomado en la plaza pública las justas demandas, bajo el escrutinio amenazante del poder. Crítica al gobierno de la desquiciada gobernadora, la activista ha constatado cómo Campeche se está sumiendo en el caos y las peligrosas componendas con el crimen organizado que han desatado una ola de violencia acabando con la paz en el Estado. El narcotráfico ya tiene ahí una plaza en disputa, al menos tres cárteles se enfrentan por la estratégica posición del Estado petrolero.
Sin embargo, la presidenta de +Vida+Familia padece ahora lo indecible, el allanamiento de su casa de la cual fueron sustraídos archivos y documentación que entregaría a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos sobre la situación de las mujeres policía. Ante medios, afirmó que teme por su seguridad e integridad ante esta invasión a su hogar, sin duda, de los métodos de los cuales el poder echa mano: el espionaje y la intimidación.
Lo que sucede en Campeche no es más que el reflejo del desastre que vive el país entero, el real peligro es la zozobra de los activistas y defensores de los derechos humanos que ya no tiene garantías de seguridad. De seguir esta situación, México caerá en una situación la cual lamentaremos. El Estado persecutor y violentador al cual le son incómodas las protestas y las justas reivindicaciones; en pocas palabras, el estado del terror.
Desde la Agencia Católica de Noticias hacemos un llamado a la ciudadanía, hombres y mujeres de buena voluntad y amantes de la paz, a iniciar la Semana Santa con la convicción de que la fe y la esperanza pueden cambiar las cosas, además del enérgico reclamo para garantizar la seguridad de la presidenta de +Vida+Familia en Campeche. Nuestra más profunda solidaridad con Nic-Te Ha Aguilera.