Ya no te esfuerzas en practicar actos virtuosos, por lo contrario, te has descuidado y cometes faltas pequeñas que, primero, son insignificantes, pero poco a poco van creciendo y te hacen daño, le decía una madre a su hijo mayor.
Lo que la madre le quiere decir a su hijo es que una virtud es una disposición, firme y estable, que regula nuestros actos y ordena la conducta. Estas virtudes se adquieren mediante la voluntad y la inteligencia, por ello, se debe estar atento en el proceder, y cuando se descuida, los vicios comienzan a hacer de las suyas.
En la actualidad, el desarrollo de las virtudes representa un desafío para cada persona, ya que se percibe un significativo debilitamiento en la vida ordinaria, en el conjunto de la sociedad y en su propio desarrollo con la familia. Esos rasgos que una persona posee le permiten conducirse por la vida y hacen referencia a las virtudes, las cuales suelen tener consecuencias positivas en el momento de relacionarnos con los demás, o negativa, según sea el caso.
Me parece que las cosas buenas son dignas de reconocer, mientras que las malas son reprobables. Las virtudes son las primeras dentro de las cosas buenas, y los vicios, la primera entre las malas, pero tratemos de profundizar y distinguir entre lo bueno y lo malo, y todo lo preferible y no preferible en la vida. Es necesario hacer buen uso de los bienes que se tienen, llevar las relaciones correctamente, tener consciencia del momento oportuno, usar sagazmente tanto el pensamiento como el obrar, soportar los desprecios y las acusaciones en la vida ordinaria sin ser movido por la venganza. Quien obra así es una persona virtuosa.
En la vida ordinaria algunas personas poseen un carácter agrio, sin darse cuenta de que, por dentro, su alma tiene lo suave y quedo. Las personas valientes tienen el coraje para enfrentar las vicisitudes de la vida, poseen el coraje para el peligro, perseveran y son buenos. Sin embargo, hay otros de pensamientos apetitosos sobre los placeres de la carne, que dan rienda suelta sin importar lo razonable, lo bueno, o lo que conviene.
Lamento decir que juzgar de mala manera es propio de la insensatez, también el opinar falsamente sobre lo bello, lo bueno y en contra de la verdad es irracional. Solo la ignorancia se justifica, pero únicamente por un instante. El dejarse mover por la ira, la envidia, el disgustarse por pequeños detalles no vale la pena. Tampoco lo vale padecer estas cosas por cobardía y no reconocer o no querer pedir disculpas. Se camina por la vida “avejentado en penumbras”, privándose de disfrutar de la risa, medicina del alma, que nos da la alegría de vivir.
En efecto, la impiedad, la ambición y la soberbia, hermanas de un mismo padre, obtienen un provecho sufriente. Se cierra la posibilidad de la hermosa dama de la humildad, la mansedumbre y la pobreza del alma. Sin embargo, tratando de concluir las virtudes, te disponen para alcanzar la dicha, la felicidad, lo bueno, lo bello y lo digno, no así los vicios. Lo propio de las virtudes es hacer el bien y hacérselo a uno mismo, en paz, sin movimientos bruscos en el alma que no sean para mejorar.