* ¿Por qué la “Escuela Perennialista”, que afirma que “todas las religiones son caminos hacia Dios”, es incompatible con el cristianismo?
En los últimos días, Internet ha estado repleta de comentarios sobre las declaraciones improvisadas del Papa en Singapur, que inicialmente fueron “limpiadas” por la operación de prensa del Vaticano, y luego restauradas para reflejar lo que realmente dijo, y que, no importa cómo se las mire, no son, en ningún universo posible, palabras que un creyente católico podría pronunciar:
Una de las cosas que más me ha impresionado de los jóvenes de aquí es su capacidad para el diálogo interreligioso. Esto es muy importante porque si uno empieza a argumentar: “Mi religión es más importante que la tuya…” o “La mía es la verdadera, la tuya no es la verdadera…” ¿A dónde conduce esto? Alguien responde. [Un joven responde: “A la destrucción”.] Es correcto. Todas las religiones son caminos hacia Dios. Voy a utilizar una analogía: son como diferentes idiomas que expresan lo divino. Pero Dios es para todos y, por lo tanto, todos somos hijos de Dios. “¡Pero mi Dios es más importante que el tuyo!”. ¿Es esto cierto? Sólo hay un Dios y las religiones son como idiomas, caminos para llegar a Dios. Algunos son sijs, algunos musulmanes, algunos hindúes, algunos cristianos. ¿Entendido? Sin embargo, el diálogo interreligioso entre los jóvenes requiere coraje.
La gimnasia mental que han mostrado esta vez los papaexplicadores (Lofton, Likoudis y otros) ha sido realmente olímpica en su alcance.
Para quienes estén interesados, figuras como Erick Ybarra, el padre Peter Totleben y Larry Chapp han criticado los intentos en Facebook. Para mí, es obvio que el Papa quiso decir lo que dijo exactamente de la misma manera en que lo dijeron los teólogos disidentes de los años 1990 y 2000 (a menudo jesuitas y a menudo disciplinados por Ratzinger en la CDF) cuando, a su vez, utilizaron el mismo tipo de lenguaje.
No es que sea la primera vez que Francisco afirma algo panreligioso, indiferentista o sincrético. Volveré a este punto más adelante.
Por ahora, me gustaría centrarme en un conjunto específico de cuestiones que revelarán el error de todo el enfoque del Papa.
Conciliarismo juvenil y posterior reconsideración
Hace muchas décadas, apenas unos años después de haber empezado a trabajar como profesor, me designaron para formar parte de un comité de tesis que abordaba la cuestión de si la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, Nostra Aetate , del Concilio Vaticano II era correcta al afirmar que los cristianos y los musulmanes adoran al mismo Dios.
El estudiante que defendía la Tesis, su trabajo de Tesis para obtener el grado, argumentaba lo contrario, con el siguiente argumento:
la afirmación no es correcta debido a la equivocación sobre “Dios”, ya que para el cristiano Él es Uno-en-Tres esencial y necesariamente , y para el musulmán Él es Uno-y-No-Tres, negando expresamente la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo .
Por lo tanto, No es posible que un cristiano ortodoxo y un nusulmán “ortodoxo” digan la palabra “Dios” y quieran decir lo mismo con ello.
En aquel momento, estando yo todavía muy dominado por la magisteriumitis , salí en defensa del Concilio, con la siguiente afirmación: “Vuestra posición no puede ser correcta, porque contradice al Concilio”.
Incluso hasta intenté glosar la enseñanza, diciendo que la palabra “Dios” tiene un contenido básico que incluye todos sus atributos (eterno, infinito, sabio, misericordioso, justo, santo) así como las acciones que se derivan de ellos (creación, providencia, salvación, iluminación, juicio), y que este contenido básico es a lo que se refería el documento emanado del Concilio, llamado Nostra Aetate : después de todo, los cristianos y los musulmanes reconocen claramente a Dios como el eterno, infinito, sabio (etc.) Creador, Sustentador, Salvador (etc.), y, puesto que realmente existe tal Uno, por lo tanto sus actos de adoración tienen a ese Uno como su término, incluso si, por supuesto, discreparan sobre muchas otras premisas teológicas. Hay un contenido en la palabra “Dios” que es genuinamente común a ambas religiones, y que basta para fundamentar la declaración conciliar.
¿Qué pasó después de haber dicho yo aquello ante el alumno?
Años después, con una vergüenza que no me da miedo admitir, llegué a la conclusión de que el alumno tenía razón y yo estaba equivocado.
Sin embargo, el alumno no había articulado completamente el razonamiento y esto es lo que tuve que descubrir…
traditionsanity.