La nueva crucifixión de Pedro. 

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Como es bien sabido y conocido, el Estado de la Ciudad del Vaticano -situado en medio de la ciudad de Roma- constituye la capital mundial del Catolicismo. Este status lo adquirió por el hecho de que fue en esta ciudad que san Pedro ejerció su ministerio episcopal como vicario de Jesucristo. Y fue en la colina Vaticana donde sufrió el martirio y fue crucificado, en el año 64 d. C., n tiempos del emperador Nerón.

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1. Martirio de San Pedro en el Vaticano (siglo I de la era cristiana)2. Nuevo martirio de San Pedro en el Vaticano (siglo XXI de la era cristiana)[1] Monseñor Job de Pisidia, Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Oriental del Patriarcado Ecuménico, en https://fsspx.news/es/news-events/news/la-sinodalidad-socavada-por-un-obispo-ortodoxo-durante-el-s%C3%ADnodo-86288[2] Código de Derecho Canónico, Libro II, Parte II, Sección I, Capítulo II “Del Sínodo de los Obispos”, Canon 342.[3] Francisco, Constitución Apostólica Episcopalis Communio. Sobre el Sínodo de los Obispos, nn. 1-3, Ciudad del Vaticano, 15 de setiembre 2018.[4] Ver https://www.marcotosatti.com/2022/07/14/quarracino-obispo-de-roma-de-vicario-de-cristo-a-monaguillo-y-recadero-del-globalismo/https://www.marcotosatti.com/2022/07/14/quarracino-obispo-de-roma-de-vicario-de-cristo-a-monaguillo-y-recadero-del-globalismo/[5] Detalles de este golpe de Estado contra Nuestro Señor Jesucristo se pueden encontrar en https://gloria.tv/post/XLYiMPYuuku16rWkwxpG61RG2, en https://gloria.tv/post/guVLJnNHMKc42PhfHDBDWNVUa y en JMJ 2023: ¿El obispo de Roma es superior a Jesucristo? Por José Arturo Quarracino – Gloria.tv.[6] En “Instrumentum laboris” della XVI Assemblea Generale Ordinaria del Sinodo dei Vescovi[7] Según la versión de la Biblia traducida por monseñor Juan Straubinger. Según la versión de la Biblia de Jerusalén, el propósito evangelizador de la Iglesia es “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra”.

1. Martirio de San Pedro en el Vaticano (siglo I de la era cristiana)

En los últimos siglos de la era precristiana, la zona del Vaticano no formaba parte de la urbe de Roma, estaba fuera de sus límites, era un área pantanosa. Luego de ser saneada, parte de ella fue utilizada como cementerio, y en el siglo I, durante el reinado de Nerón, este último dispuso la construcción de un Circo, en el que no solo se llevaban a cabo competencias deportivas, sino también sirvió como lugar de ejecución de los cristianos víctimas de una feroz persecución, entre ellos San Pedro, crucificado cabeza abajo. Los restos de la casi totalidad de los mártires fueron enterrados en el mismo lugar de ejecución, en forma anónima.

Entre los años 326-333 d. C., el emperador Constantino dispuso la construcción de una basílica dedicada a San Pedro en el mismo lugar donde había estado el Circo de Nerón y el apóstol había sido martirizado. 30 años tardó el proceso de edificación. A comienzos del siglo XVI, en 1506 d.C., el papa Julio II dispuso la erección de la actual basílica, sobre los restos de la construida por Constantino 12 siglos antes.

Luego de varias excavaciones llevadas a cabo en el subsuelo de la Basílica en la década de 1940, se encontraron restos óseos y tumbas del siglo I d.C.,  entre ellos los que una comisión designada por el papa Paulo VI determinó en 1968 que correspondían a san Pedro. La tumba del apóstol y sus restos depositados en un relicario se encuentran en una cripta situada precisamente debajo del Altar de la Confesión, el altar mayor de la Basílica de San Pedro, cubierto además por el célebre baldaquino, obra del arquitecto, escultor y pintor Gian Lorenzo Bernini, iniciada en 1623 y terminada en 1634 d.C.

En síntesis: la Basílica de San Pedro no es solo un templo, sino un verdadero camposanto, lugar en el que fueron martirizados y enterrados innumerables cristianos, y en especial el apóstol San Pedro, piedra sobre la cual el mismo Señor Jesucristo, el Resucitado, ha edificado Su Iglesia, que se mantiene viva también por la sangre derramada que fluye permanentemente para “semilla de cristianos”, según la célebre frase de Quinto Septimio Florente Tertuliano, africano y uno de los grandes Padres latinos de la Iglesia en el siglo II de la era cristiana.Martirizados por proclamar que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios muerto y resucitado; martirizados por dar testimonio de su Fe y evangelizar a hombres, pueblos y naciones. En definitiva, ofrendaron su vida con el derramamiento de su sangre para anunciar a Jesucristo y esforzarse para que quienes recibieran su testimonio se convirtieran a Él de todo corazón.

2. Nuevo martirio de San Pedro en el Vaticano (siglo XXI de la era cristiana)

Casi 2.000 años después, en el mismo lugar sagrado donde fue martirizado el primer Papa, ha sido convocado por el actual Pontífice obispo de Roma el tan mencionado “Sínodo sobre la Sinodalidad”, en realidad un seudo Sínodo, ya que funciona como “asamblea deliberativa de clérigos y laicos”[1], no como una “asamblea de Obispos” que se reúnen para “ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo”[2] .

Este “Sínodo” novedoso tiene como objetivo “ponerse a la escucha y discernir ‘en conversación con el Espíritu’ el modo de hacer de la Iglesia de Cristo una institución ‘sinodal’ en la que todos los creyentes ‘caminen juntos’”. Según ha dicho reiteradamente don Jorge Mario Bergoglio, esta iniciativa está animada por la intención expresada por el papa Pablo VI durante la celebración del Concilio Vaticano[3].

En varios artículos hemos puesto de manifiesto que el pontificado pretende hacer de la Iglesia Católica un híbrido, una ONG “religiosa” sin peso específico en el escenario político mundial; un organismo reducido a ser acompañante de las políticas implementadas por el poder globalista, configuradoras de un Nuevo Orden Mundial Liberal y promotoras del Gran Reinicio económico-social mundial, en el contexto de una nueva era histórica -la quinta- caracterizada por la imposición del Transhumanismo, es decir, el ser humano despojado de toda memoria y tradición históricas y convertido en un ente cibernetizado, una entelequia funcional sin valores trascendentes[4].  

Este objetivo neutralizador es fundamental para el mencionado Novus Ordo, para evitar que la Iglesia Católica vuelva a ser, mediante su acción misionera evangelizadora, impulsora y fuente de procesos civilizatorios como fue la conformación de la Europa cristiana medieval o la evangelización e inculturación llevada a cabo en América, a través de la expansión de España en el nuevo continente: llevar a cabo un nuevo ordenamiento global antihumano requiere impedir la proyección política y social que ha caracterizado al Cristianismo en sus dos mil años de existencia.

Lamentablemente, el pontificado se ha puesto al servicio de esta agenda plutocrática globalista, lo cual explica que haya impulsado a lo largo de estos años la erradicación de la Tradición litúrgica y doctrinal, la relativización del Dogma en favor de la supremacía de la “misericordia y la caridad pastoral”, el abandono de la formación clásica humanista en los seminarios, la cancelación y represión de las Ordenes contemplativas, la normalización de la homosexualidad y el homosexualismo en la vida eclesial, etc. A todo ello se ha agregado este año el abandono explícito de la expansión evangelizadora misionera (descalificada como “proselitismo”), el rechazo de la difusión del Cristianismo por España en América (descalificada como “colonialismo genocida”) y la entrega de la enseñanza y difusión de la Doctrina Social a personajes y sectores vinculados a la Open Society Foundations del clan Soros.

Toda esta política neutralizadora llevada a cabo ha concluido en un verdadero golpe de Estado contra el mismísimo Jesucristo, Cabeza, Dueño y Señor de la Iglesia, tal como se explicitó en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Lisboa en los primeros días del mes de agosto ppdo., en la cual Cristo no formaba parte de la agenda ni del encuentro” (neo cardenal Alves dixit[5]).

El Sínodo sobre la Sinodalidad, actualmente en curso, es otro claro ejemplo de un nuevo golpe de Estado contra Cristo Jesús, el Mesías, tal como se puede apreciar en el Instrumentum Laboris[6] como guía de trabajo para los participantes, documento en el que Jesucristo es mencionado solamente 2 veces, Cristo Jesús una sola vez, la conversión 11 veces (sin referencia a Cristo), la evangelización 6 veces, el arrepentimiento 2 veces, la Iglesia sinodal 100 veces, la sinodalidad 39 veces, el discernimiento 81 veces, la redención 0 veces, el pecado  0 veces, el ateísmo 0 veces, el demonio y Satanás 0 veces, las personas LGBT 2 veces, Amoris laetitae 3 veces, la Biblia 0 veces, Sagrada Escritura 2 veces (en forma aleatoria), escucha (escuchar, etc.) 70 veces. En síntesis: una “Iglesia” autorreferencial, que se mira el ombligo, en vez de reflexionar sobre la Iglesia como Cuerpo de Cristo enviado al mundo a evangelizar, a “reunir todas las cosas en Cristo, las del cielo y las de la tierra” (Ef 1, 10)[7].

Y la misma actitud autorreferencial ha mostrado la primera semana del Sínodo, parodiando y simulando minis asambleas democráticas-igualitarias (todos sentados en torno a una mesa redonda, para que “nadie presida”), conversando “en el espíritu” (que se supone que es el Santo); no expresando las propias ideas, sino “escuchando lo que el otro dice”, pero no para contestarle o responderle sino para “expresar lo que produjo en mi interior lo que el otro dijo”; “no como un lugar para expresar opiniones personales, sino un lugar donde escuchar, discernir y caminar juntos hacia la orilla donde el Señor nos espera”; proponiendo “la desburocratización de las estructuras eclesiásticas”, repensando “nuevas formas y nuevos lugares de participación en la comunión y en la historia milenaria de la Iglesia”; “sin una agenda que imponer”, sino “escuchando la voluntad de Dios para su Iglesia”; la inclusión LGBTQ+ en un enfoque pastoral más respetuoso y amplio; el empoderamiento de las mujeres en las estructuras de gobierno; la apertura y aceptación en la Iglesia de las personas homosexuales, etc. etc.

Como es bien sabido, el Espíritu Santo, como Tercera persona de la Santísima Trinidad, no tiene una doctrina propia ni su accionar en el mundo constituye un tercer momento, a posteriori de la acción creadora del Padre y de la acción redentora del Hijo. Como unidad de las otras dos Personas, su presencia en el mundo tiene como misión actualizar y mantener vivo el mensaje y la doctrina creadora-redentora del Padre y del Hijo, explicitando su sentido más profundo para todos los fieles creyentes.

Pero en el caso del “Sínodo”, da toda la impresión que el “Espíritu” con el que conversan los miembros sinodales no tiene nada que ver con el Espíritu Santo, ya que hablan de cosas que son totalmente contrarias, ajenas y extrañas a la Revelación en su conjunto, más propias de espíritus extraviados y de mentes confundidas que de los millones auténticos seguidores de Jesucristo en el mundo. ¿No es agraviante e insultante que se divague de la manera que se está haciendo en el aula sinodal, en el mismo lugar donde San Pedro e innumerables cristianos fueron martirizados? ¿No es una falta de respeto a su memoria y a su martirio reemplazar el testimonio de fe del primer Vicario de Cristo por una serie de eslóganes y frases seudo piadosas que reemplazan las verdades de Fe por conceptos insustanciales?

Hace más de 20 siglos, un emperador romano martirizó a San Pedro. Resulta una tremenda paradoja que en el siglo XXI su 266º sucesor permita se l vuelva a martirizar en nombre de la “sinodalidad” y el “discernimiento” autorreferencial, que deja de lado la proclamación de Cristo como Redentor del hombre y del mundo y su evangelización, para privilegiar la “experiencia de caminar juntos” sin saber “adonde nos lleva el espíritu”. Una “Iglesia sinodal” en la que Cristo ya no es el Alfa y el Omega, sino el “nosotros”.

José Arturo Quarracino

16 de octubre de 2023


[1] Monseñor Job de Pisidia, Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Oriental del Patriarcado Ecuménico, en https://fsspx.news/es/news-events/news/la-sinodalidad-socavada-por-un-obispo-ortodoxo-durante-el-s%C3%ADnodo-86288
[2] Código de Derecho Canónico, Libro II, Parte II, Sección I, Capítulo II “Del Sínodo de los Obispos”, Canon 342.
[3] Francisco, Constitución Apostólica Episcopalis Communio. Sobre el Sínodo de los Obispos, nn. 1-3, Ciudad del Vaticano, 15 de setiembre 2018.
[4] Ver https://www.marcotosatti.com/2022/07/14/quarracino-obispo-de-roma-de-vicario-de-cristo-a-monaguillo-y-recadero-del-globalismo/https://www.marcotosatti.com/2022/07/14/quarracino-obispo-de-roma-de-vicario-de-cristo-a-monaguillo-y-recadero-del-globalismo/
[5] Detalles de este golpe de Estado contra Nuestro Señor Jesucristo se pueden encontrar en https://gloria.tv/post/XLYiMPYuuku16rWkwxpG61RG2, en https://gloria.tv/post/guVLJnNHMKc42PhfHDBDWNVUa y en JMJ 2023: ¿El obispo de Roma es superior a Jesucristo? Por José Arturo Quarracino – Gloria.tv.
[6] En “Instrumentum laboris” della XVI Assemblea Generale Ordinaria del Sinodo dei Vescovi
“Instrumentum laboris” della XVI Assemblea Generale Ordinaria del Sinodo… 
[7] Según la versión de la Biblia traducida por monseñor Juan Straubinger. Según la versión de la Biblia de Jerusalén, el propósito evangelizador de la Iglesia es “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra”.

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