Un poco de calle

Tomás I. González Pondal
Tomás I. González Pondal

No quiero hacer una apología de las calles, ni quiero que se me mal interprete pensando que en este escrito estoy haciendo un llamado a que se viva en ellas. Tan solo me viene en ganas memorar ciertas cosas al respecto. Por caso, me han brindado historias y ciertas lecciones de Historia; me han dado espectáculos de arquitectura; me han permitido cimentar amistades de infancia al brindarme campo extenso para los juegos (¿alcanzan a imaginar lo que era jugar a la escondida usando dos calles del barrio?); me dio un sentido más agudo de la ubicuidad y un poco más de compromiso en el uso de la libertad.

Pienso que las calles se han creado para acrecentar en la medida que les cabe, no solo el orden y la comunicación, sino también, paradójicamente, la concordia y la sabiduría. Sócrates sí que entendía de calles. Claro que eso suena a demencia en estos días, en donde las calles son más bien lugares por los cuales se canaliza la vorágine laboral desequilibrada.

Y a la calle hay quienes la usan para engañar, caso del feminismo. Un sitio feminista llamado Terceravía.Mx’, está difundiendo el siguiente mensaje: “Si no te gustan los abortos solo ignoralos así como ignoras a los niños de la calle.” Ya me he referido en otras oportunidades a expresiones semejantes, pero, de tanto en tanto, no viene mal refrescar ciertas cosas. Ya sabemos que al feminismo le encanta meter a los pobres en el camino, sin que, en verdad, sea esa ideología la que no hace nada por los pobres, a no ser perjudicarlos intentando llenarles la cabeza en contra de su descendencia.

Se me ocurren algunas contestaciones a lo difundido por las femi. Se me ocurre que es una propaganda que destila un egoísmo superlativo y atroz contra la vida del prójimo más indefenso. Se me ocurre decirles que no se trata de gustos: no existe el derecho a matar o dejar vivir conforme a si me gusta o me deja de gustar la vida de un no nacido. Se me ocurre por caso que, suponiendo de momento que sea cierto lo que ellas dicen, eso de que uno “ignora a los niños de la calle”, y que, en base a esa ignorancia y tomándola como regla y medida habría que aplicarla para los niños que se están gestando, entonces partiendo de ese fundamento mínimamente no puede matarse, dado que a los niños de la calle  uno “los ignora” pero no los mata (entre el listado de problemas que presenta el feminismo debemos agregar el no poder comparar bien). Se me ocurre también oponerles sus palabras, las cuales a ellas sí que les caben. Entonces diría: “Así como ignoran a los niños de la calle, al menos eso mismo podrían hacer con los niños aún no dados a luz”, es decir, por lo menos no pasarlos a cuchillo. Y se me ocurre resaltar cómo ellas mismas tropiezan con sus estupideces lingüísticas, dado que ahora sí usan la palabra “niño”. ¿Qué pasó? ¿Algo les salió mal? ¿Se han olvidado el libreto? Tal vez recapacitaron y se dieron cuenta que ni en la calle ni en ningún lado hay niñex o niñ@.

Si el feminismo no ignorase a los pobres debería aprender de ellos que lo que quieren es trabajar dignamente y no asesinar; y si no ignorase a los pobres debería darse cuenta que el niño en gestación es pobrísimo y que merece toda la protección posible; y si no ignorase a los pobres podría advertir que, junto a esa ignorancia están bregando incansablemente para empresas multimillonarias como la Planned Parenthood.

El feminismo quiere toda la calle, y la quiere así, dado que él se sabe masa y la masa es ciega. Pero hace falta solo un poco de calle para ver bien. Solo un poco. Quizá así pueda verse porqué la ciudad se alegra cuando una madre pasea a su bebe en cochecito.

 

Si quiere hacer donaciones:
Internacionales: paypal.me/tomasgonzalezpondal
Mercado Pago Argentina: [email protected]

Comparte: