Saberes y sabores.- El olvido que seré.

ACN
ACN

Todo hombre pasa por la experiencia de la muerte, lejos de equipararla en los demás para que no le alcance y poder refugiarse en los sueños ilusorios, es momento de mirarla de frente con lucidez en la etapa de la vida en que te encuentres.

La muerte de los seres queridos, que ha sido una despedida, provoca la aflicción de los que nos quedamos; muerte en la que cada cual debe pensar no como en cosa ajena, sino propia puesto que algún día estaremos cara a cara con ella. Pero ¿a quién se le ocurre traer pensamientos amargos para quien goza de los bienes de la existencia?

Para quien se ve agobiado por la vida, quien llora por una muerte próxima propia o de un ser querido, en una perspectiva deseable se piensa en el más allá. La muerte no es sin embargo un aniquilamiento total, es verdad que se deposita el cuerpo en una fosa subterránea cuestión de difuntos, pero una sombra subsiste en el ser: un agujero abierto, un pozo profundo, un lugar de silencio, cuando todos los acompañantes dejan de rezar, cantar y entre llantos uno a uno se alejan quedándome solo en el olvido allí.

¡La muerte no tiene la última palabra!, la esperanza de la vida que perdura para siempre no se aleja de mí. Una vez franqueadas las puertas del abismo ¡no hay retorno posible, ¡solo nos acompañarán nuestras buenas obras, tal vez alguien te preguntara: ¿Qué hiciste de tu vida?, ¿Qué hiciste por los demás?, ¿Te realizaste en esta vida terreno? o más bien ¿Cumpliste con tu tarea?, cuantas cosas, personas, proyectos, programas, ideas, deseos, se quedarán en el tintero de la vida.

De pronto desperté de esta reflexión a lo que me situé en el contexto de la realidad y con un corazón lleno de gratitud, se me vino a la memoria aquella canción que con potente voz cantaba Don Pedro Vargas el tenor de las Américas, “gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros…”. Me sentí revitalizado como vuelto a nacer con una actitud distinta, con un ímpetu que da fuerzas en lo más profundo de mi ser.

Por lo demás me libré, como el ave se libra al sacudirse el polvo de su plumaje y me puse en marcha en el marco de la presente, como una forma caprichosa pero decidida fui corriendo al armario a rescatar mis proyectos para convertirlos en realidad. Sin embargo, sería vana la esperanza sino rebasara los límites de aquello que pudiera obstaculizar “mis ideales y mis sueños”.

La esperanza de la inmortalidad ya comienza a clarear, mi vida ha hallado ahora una firme convicción, porque solo la unión con el creador nos hace vivir una vida nueva. Entonces por esa fuerza pasaras haciendo el bien a los demás dependiendo del rol que desempeñes, como político, empresario, obrero, ama de casa o padre de familia.

Si no quieres que te alcance “el olvido que seré” ponte al servicio de los demás, haz el bien, y nunca abandones tus sueños, tus ideales, tus principios. Como aquellos hombres que se han quedado para la posteridad, dejando un legado para la humanidad.

Esta vida no tendrá, sin embargo, toda su perfección aquí en la tierra sino el día en que también el cuerpo, tenga participación en el cielo.

 

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.

Comparte:
By ACN
Follow:
La nueva forma de informar lo que acontece en la Iglesia Católica en México y el mundo.