Que la política no nos divida.

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En los partidos políticos de la entidad comenzaron ya las inscripciones de aspirantes a obtener las candidaturas a cargos de elección popular. Hay de todo, como en botica. Por el momento, las inscripciones se hacen en busca de la candidatura a la gubernatura del Estado y, sin mencionar nombres, vemos una diversidad de aspirantes que han comenzado con las patadas y acusaciones directas unos contra otros, aun sin saber si tendrán la oportunidad de ser los representantes de sus respectivos partidos.

No hay que irse con la finta, pues, aunque se ven muchos todavía puede decirse que la caballada está flaca. Así vislumbramos en esta busca de candidaturas a quienes vienen con deseos de venganza, a los oportunistas, tránsfugas, los más con intereses personales muy particulares, todos ellos con la esperanza de salir de pobres, aunque muchos no lo están pues han medrado de la ubre presupuestal casi toda su vida activa… y aún desde sus ancestros.

En este juego, hay quienes ocupan -u ocupaban- cargos de elección popular y han pedido licencia a éstos para ir por el cumplimiento de sus pretensiones, valiéndoles un comino el compromiso que hicieron con sus electores de cumplir hasta el último día de sus encargos constitucionales; es lo que menos les importa.

Aunque hay algo que pudiera parecer plausible en este juego de la democracia, como es la participación variada de los miembros de una familia en distintos partidos políticos, desafortunadamente se encienden las pasiones y en vez de mantenerse unidas, muy pronto se da el rompimiento familiar, con traiciones y divisiones al por mayor. Vaya, hay quienes en casa parece que duermen con el enemigo, cuando debiera ser todo lo contrario.

Si a ello le aunamos el intervencionismo de las autoridades jalando agua para su molino, violando la ley electoral y promocionando a los candidatos de sus partidos sin vergüenza alguna, tenemos que anticipar para el 2021 a una sociedad totalmente polarizada, más de lo que ya lo está, pero ahora desde el seno del hogar.

Bien vale la pena reflexionar desde ya sobre este asunto y hacer hasta lo imposible para evitar estos rompimientos familiares. No digamos una prohibición -prohibido prohibir-, pero sí tomar un acuerdo que evite abordar temas políticos en el seno del hogar, lo que coadyuvará a una armonía firme y no a una unidad prendida con alfileres.

Caer en esta triquiñuela de las divisiones es dejarnos robar la personalidad, es permitir que nos manejen como títeres sin voluntad propia. De cada uno depende sopesar el valor de la familia con la ambición política; es preferible rechazar el interés propio si ello pone en riesgo la integración y unidad en el hogar. Así lo creemos.

No caigamos en el perverso juego de los políticos seguidores de Maquiavelo, aquellos que practican el divide y vencerás. No dejemos que se salgan con su gusto, mantengamos unidas a nuestras familias buscando en la política el bien común y no los intereses particulares. No es fácil, pero bien vale la pena intentarlo.

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