Cuando era prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, la máxima autoridad de la Iglesia -tras el Papa- en lo relativo a la Misa, el cardenal Robert Sarah concedió una entrevista a Edward Pentin, del National Catholic Register, con motivo de la publicación de un libro.
Era septiembre de 2019. Pentin, en la extensa entrevista, preguntó al purpurado por qué cada vez más jóvenes se veían atraídos por la forma extraordinaria del rito romano. Les ofrecemos la respuesta del cardenal Sarah, en un extracto de la entrevista que en su día tradujo InfoCatólica:
«No es que lo crea. Es que soy testigo de ello. Y muchos jóvenes me han confiado su absoluta preferencia por la forma extraordinaria, más educativa y más insistente en la primacía y la centralidad de Dios, en el silencio y en el significado de la trascendencia sagrada y divina. Pero, sobre todo, ¿cómo podemos entender, como no podemos sorprendernos y estar profundamente impactados porque lo que era la norma ayer sea prohibido hoy? ¿No es cierto que prohibir o suspender la forma extraordinaria solo puede estar inspirado por el demonio que desea nuestra asfixia y muerte espiritual?
Cuando se celebra la forma extraordinaria en el espíritu del Vaticano II, se revela toda su fecundidad: ¿Cómo nos puede sorprender que una liturgia que han transmitido tantos santos continúe sonriendo a tantas almas jóvenes sedientas de Dios?
Como el Papa Benedicto XVI, espero que las dos formas del Rito Romano continúen enriqueciéndose mutuamente. Esto implica salir de una hermenéutica de la ruptura. Ambas formas comparten la misma fe y la misma teología. Oponerlas es un profundo error eclesiológico. Significa destruir la Iglesia separándola de su Tradición y haciendo creer que lo que la Iglesia consideraba sagrado en el pasado, es erróneo e inaceptable. ¡Qué decepción y qué insulto a todos los santos que nos han precedido! Qué visión de la Iglesia.
Debemos alejarnos de las oposiciones dialécticas. El Concilio no quería romper con las formas litúrgicas heredadas de la Tradición sino, al contrario, entrar y participar mejor y más plenamente en ellas.
La Constitución Conciliar estipula que «las nuevas formas adoptadas deberían, de algún modo, crecer orgánicamente a partir de las ya existentes».
Por lo tanto, sería un error oponer el Concilio a la Tradición de la Iglesia. En este sentido, es necesario que aquellos que celebran la forma extraordinaria lo hagan sin espíritu de oposición y por ende en el espíritu de la Sacrosanctum Concilium.
Necesitamos la forma extraordinaria para saber en qué espíritu celebrar la ordinaria. En cambio, celebrar la forma extraordinaria sin tener en cuenta las indicaciones de Sacrosanctum Concilium es arriesgarse a reducir esta forma a un vestigio arqueológico sin vida y sin futuro.
Sería también deseable incluir en el apéndice de una futura edición del misal el Rito Penitencial y el Ofertorio de la forma extraordinaria para enfatizar que las dos formas litúrgicas se iluminan mutuamente, en continuidad y sin oposición.
Si vivimos en este espíritu, entonces la liturgia dejará de ser un lugar de rivalidades y críticas y finalmente nos conducirá hacia la gran liturgia celestial».
Infovaticana.