Oración por la unidad

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Los cristianos en las últimas décadas dedicamos la semana anterior a la festividad de la Conversión de san Pablo a orar de manera especial por la Unidad de las iglesias Cristianas. La Iglesia Católica comenzó a participar de esta semana de oración después de concluido el Concilio Vaticano II. Además de la semana anterior a la Conversión de san Pablo, el veinticinco de enero, otras iglesias realizan estas jornadas de oración en los días propios a Pentecostés. Lo importante es la conciencia que tienen todas las confesiones cristianas sobre el don de la unidad. La Oración sacerdotal de JESÚS, recogida por san Juan en el capítulo diecisiete, es una llamada continua a los cristianos a reparar las fracturas habidas a lo largo de los siglos, que laceran el Cuerpo de CRISTO. La fuerza testimonial y evangelizadora de todas las iglesias cristianas se encuentra extremadamente debilitada por la fragmentación de la comunión entre los cristianos: “que todos sean uno para que el mundo crea” (Cf. Jn 17,21).

 

Las dos grandes fracturas

Tenemos dos fechas simbólicas para situar las dos grandes rupturas habidas en la Iglesia de JESUCRISTO. La primera en mil cincuenta y cuatro, dando lugar al Cisma de Oriente con el resultado de la Iglesia Bizantina con sede central en Constantinopla, y la Iglesia Católica presidida por el Papa de Roma. La siguiente fractura se produciría en mil quinientos diecisiete, a cargo principalmente de Martín Lutero promoviendo la Reforma Protestante. Las dos grandes fracturas tienen causas propias y un factor en común: la negación de la autoridad romana del Papa.

 

Rupturas menores

A lo largo de los siglos dentro de la Iglesia hubo grandes y graves tensiones, provocadas por  las diferentes concepciones doctrinales que grupos particulares fueron adoptando. La corriente gnóstica emergió muy pronto y corre paralela a lo largo de los siglos hasta nuestros días, pero se muestra de forma difusa adaptándose a la estructura particular de distintos grupos con perfiles de secta. Resaltan a lo largo del primer milenio los donatistas y los arrianos. Los primeros radicales y beligerantes mantenían que los sacramentos oficiados o administrados  por un ministro en pecado no eran válidos; y negaban la reincorporación a la Iglesia a cualquiera que hubiera cedido a la persecución y después volviera arrepentido. Los arrianos mantuvieron una línea que sigue vigente: el arrianismo profesa que JESÚS es un hombre desposeído de la divinidad, aunque adoptado de manera especial por DIOS como hijo suyo; pero nada que ver con la revelación de la TRINIDAD en el Nuevo Testamento. La doctrina del Islam es una versión más estructurada del arrianismo, pues su doctrina reconoce al profeta JESÚS pospuesto en rango al profeta Mahoma, y dentro de una concepción de DIOS ausente  de forma radical de un reconocimiento trinitario, pues un musulmán, lo mismo que un judío, lo entiende como un politeísmo inadmisible.

Fracturas menores a lo largo del segundo milenio también se han producido. Antes de la ruptura protestante aparecen algunas corrientes mendicantes en contra del lujo de la Iglesia  jerárquica, adquiriendo una gran importancia el movimiento cátaro, que oficialmente se combatió con una contundencia extrema. Con la estancia de los papas en Aviñón se produjo el Cisma de Occidente, surgiendo por un momento tres papas, Clemente VII, Juan XXIII, considerados antipapas y la elección de Martín V en el concilio de Constanza (1417). El papado quedó muy debilitado y la cátedra de Pedro con su curia romana no fueron ejemplos claros de vida evangélica para el mundo católico que dirigía su mirada hacia allí, y en ese caldo de cultivo surgió la Reforma Protestante de la que hemos hecho mención. Durante el segundo milenio se fragmentó una pequeña parte de la iglesia alemana con motivo de la proclamación de la infabilidad papal, en el Concilio Vaticano I (1870), denominándose Iglesia Católica Tradicional. Después del Concilio Vaticano II, el obispo francés Lefebvre se escinde con una facción que declara nulo el Concilio Vaticano II y reclama las posiciones de la Iglesia anteriores al Concilio con especial énfasis en el campo litúrgico.

 

La Reforma Protestante

Los biógrafos coinciden en que Lutero no pensó inicialmente que su protesta frente a las  indulgencias fuese a llegar tan lejos, y provocar en la Iglesia una escisión del calado  producido. El movimiento de Lutero en un principio tuvo carácter de protesta, pero nunca  alcanzó el grado de reforma, porque en realidad no reformó nada, sino que puso un argumento  aparentemente válido para evitar la aportación económica de los príncipes alemanes a la Iglesia Católica, que consideraban excesiva. La escalada de confrontación de Lutero con la curia romana fue aprovechada por los príncipes electores alemanes, que no estaban a favor de la elección de Carlos V como emperador. Mil quinientos diecisiete inicia la protesta con la publicación de las noventa y cinco tesis contra las indulgencias clavadas en la puerta de la iglesia de Wittenberg para su discusión como era costumbre con otros asuntos. La declaración de la venta de unas indulgencias que se iban a repartir un príncipe alemán y la curia romana con objeto de concluir las obras de la basílica de san Pedro, fue la gota que colmó el vaso y la coartada para el poder civil. Carlos V comenzó a reclamar un concilio que resolviese el gran conflicto presentado, pero fue escuchado tarde y mal. El conocido Concilio de Trento se celebró (1548-1563) pero ya se habían hecho fuertes las distintas posiciones y los príncipes electores alemanes habían incrementado su patrimonio notablemente con la expropiación de los bienes pertenecientes a la iglesia Católica. Las diversas corrientes en el protestantismo comenzaron desde los inicios, calvinismo por un lado y los afines a las tesis de Melanchthon que difería de las tesis doctrinales de Lutero. La invitación de Roma a participar en el Concilio tenía dos condiciones por parte del protestantismo alemán principalmente: el concilio no habría de estar presidido por el Papa y desde el primer momento se habría de abolir el celibato obligatorio, aceptando los votos en la vida religiosa. Roma no aceptó ninguna de estas dos condiciones y no hubo representantes de los mal llamados reformadores. El Concilio de Trento revisó la vida de la Iglesia y ratificó la doctrina en todos aquellos puntos en los que el protestantismo había creado sospecha. Fue un verdadero reinicio para la Iglesia Católica, pero la fractura estaba realizada y continuaría su proceso, apuntando siempre a Roma como la sede del anticristo. En los últimos cien años las cosas han cambiado y el clima de entendimiento ha mejorado notablemente. La aproximación por parte de la Iglesia Católica recibió un impulso fundamental a partir del Concilio Vaticano II (1965) con documentos que manifiestan la necesidad y urgencia del diálogo ecuménico, cosa que vienen aplicando los últimos papas  como una de las líneas principales de los respectivos pontificados.

 

Apareció Lutero

Lutero, un monje agustino, sumido en sus conflictos personales de conciencia, profesor de  escritura en Wittenberg, protesta públicamente con un escrito para el debate que expone en la puerta de la iglesia de su convento. Esta es la chispa que provoca un verdadero incendio, y sigue ardiendo hasta el presente. El protestantismo superó todas las pretensiones y expectativas del propio Lutero. A la vista de los resultados no se puede decir que haya sido providencial, pero fue el factor que hizo cristalizar procesos de muy diversa cualidad tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad de su tiempo. La debilidad institucional de la Iglesia Católica en tiempos de Lutero podía recoger aspectos más acusados que los atribuibles a la Iglesia Católica en el presente. En el campo social y cultural los modelos estaban cambiando  a una velocidad inesperada, produciendo la misma sensación que muchas personas tienen en la actualidad, pues los cambios sociales que se están dando en los años iniciales de este milenio tenían su narrativa en la ciencia ficción, pero ahora cuentan con la posibilidad de encontrarse en la realidad de la vida corriente de las personas. Desde que el mundo existe se dan las operaciones de agitación y propaganda, fraudulentas y de falsa bandera, pero en los tiempos de implantación de la imprenta, Lutero convirtió la antigua abadía de agustinos de Wittenberg en un verdadero centro difusor de folletos y pasquines denigratorios contra el Papa  y la iglesia Católica en general. El ariete del Luteranismo comenzaba a convertirse en la mejor arma de acción política que los príncipes alemanes no dudaron en utilizar. El Catolicismo sólo encontró la ayuda efectiva de la monarquía española, que en no pocas ocasiones tuvo el expreso desagredecimiento de las instancias romanas. Gracias a los Reyes Católicos y a los Austrias, durante el siglo diecisiete en España, la Iglesia Católica pudo mantenerse como el eje de la cristiandad. España extendió básicamente el Catolicismo por toda la América conocida hasta el siglo dieciocho, desde la Tierra del Fuego hasta Alaska, exceptuando los trece estados iniciales de lo que hoy constituye USA. De forma simultánea, hasta la paz de Westfalia (1648), España apoyó las guerras civiles de los Países Bajos por causa del enfrentamiento entre protestantes y católicos. Los Tercios españoles se distinguieron por la eficacia en la defensa de los valores del Catolicismo a favor de otros países que correspondieron, en más de una ocasión, con el apoyo a la leyenda negra contra España, una propaganda que seguía los mismos pasos de la propaganda divulgada por Lutero frente la Iglesia Católica.

 

Sólo la Fe

La simplificación de Lutero para definir la vida cristiana tuvo un gran éxito: sólo la Fe en JESUCRISTO nos salva. Sacado del contexto de las cartas de san Pablo suena muy bien y concede una gran libertad interior. Pero el hombre tiene un campo de relación que lo mantiene  unido a la familia, la sociedad, la comunidad religiosa y el Estado. La salvación en último término está en JESUCRISTO, que es el único SALVADOR, pero la conducta del hombre precisa de mantenerse en la verdad de DIOS, que está sostenida por los principios básicos del Decálogo. Lutero elimina de la vida religiosa todos los sacramentos excepto el Bautismo.  Mantiene artificialmente durante un tiempo la Eucaristía, pues al prescindir del Sacramento del Orden también el Sacramento de la Eucaristía estaba llamado a su desaparición. Lutero negaba la sacramentalidad del Matrimonio y dejaba el perdón de los pecados fuera del Sacramento de la Penitencia. La Escritura debía ser leída por el creyente bajo la luz personal de la conciencia, y nacía así la libre interpretación, que prescindía de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia. Las contradicciones se multiplicarían de modo clamoroso, pues las iglesias protestantes iban a reclamar cada una de ellas una fidelidad al abrigo de una canonicidad y ortodoxia. Las iglesias de la mal llamada Reforma solicitaron el respaldo del poder civil para su organización y mantenimiento. Las directivas romanas fueron sustituidas por las disposiciones gubernamentales de los diversos gobiernos y países. Esta fórmula se asimiló  con facilidad a la Iglesia Anglicana separada de Roma por Enrique VIII, fragmentando al propio anglicanismo, que mantuvo en todo momento a la autoridad civil como cabeza de la misma en cualquiera de sus nuevas variantes confesionales.

 

La Biblia y Lutero

Al quedar la Escritura como única fuente de alimento espiritual, se fortaleció el papel que la Biblia tenía dentro de la fracción protestante. Lutero traduce la Biblia al alemán y contribuye con ello a la divulgación de la misma, pero no fue ésta la primera traducción de la Biblia a una lengua vernácula. En España, la Escuela de Traductores de Toledo, en mil dos cientos  ochenta, había traducido la Biblia a instancias de Alfonso X, y se le dio el nombre de Biblia Alfonsina. En la actualidad son reconocibles las iglesias evangélicas, luteranas o metodistas por su adhesión a la Biblia, que les ha hecho progresar en los estudios de la misma, llegando  a crear grupos interconfesionales con especialistas católicos. Son tres las vías de acercamiento entre las distintas confesiones cristianas: en primer lugar la oración, pues el ESPÍRITU SANTO es el autor real de la unidad en su Iglesia; en segundo lugar la lectura conjunta de la Escritura que abarca desde los estudios científicos hasta las liturgias compartidas en celebraciones comunes; y en tercer lugar la realización de actuaciones conjuntas en objetivos solidarios de forma especial en países de misión. La identidad de un católico no se pierde por la cercanía y colaboración mencionadas, pues nos diferencia la Fe en la Presencia real de JESÚS EUCARISTÍA, la aceptación del resto de sacramentos, la especial devoción a la VIRGEN MARÍA y el reconocimiento expreso del sucesor de Pedro como obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal. Los católicos con nuestras deficiencias no renunciamos al riquísimo legado doctrinal que nos ha precedido y a la orientación prudente de la Iglesia expresada de forma especial en el Catecismo de la Iglesia Católica y un cuerpo muy notable de documentos pontificios. Una buena parte de los católicos mantenemos una gran admiración por la fidelidad a la Palabra manifestada por los hermanos cristianos de otras iglesias, la profundidad y riqueza espiritual con la que la leen e interpretan en muchas de sus partes. Es innegable la presencia de grandes teólogos provenientes del Luteranismo o el Anglicanismo. Vienen a la memoria nombres como los Karl Barth, Jürgen Moltmann o Dietrich Bonhoeffer, este último muerto en el campo de concentración por su resistencia al Nazismo. Junto a san Pablo Miki y compañeros mártires, en Uganda, murieron mártires también hermanos anglicanos por confesar su Fe en JESUCRISTO. Esto es lo que el papa Francisco llama el ecumenismo de la sangre.

 

Jeremías y la predicación

Sabemos que este gran profeta protagoniza un tiempo crucial para el Pueblo de Israel, que resulta muy conflictivo: los años anteriores al destierro a Babilonia. Nada era indiferente a la religión y la palabra del profeta era esperada para dar el asentimiento por parte de DIOS o la reprobación. YAHVEH es quien dirige en último término los destinos de su Pueblo, a pesar de las infidelidades a las cláusulas del pacto o Alianza. El libro mismo de Jeremías se inicia con el momento histórico que tiene lugar la profecía: “en la tierra de Benjamín, en el reinado de Josías y en el tiempo de Yoyaquín rey de Judá hasta el reinado de Sedecías y la deportación” (Cf. Jr 1,3). La reforma religiosa llevada a cabo por el rey Josías no obtuvo los resultados esperados y las prácticas idolátricas degeneraron la moral y el espíritu de los israelitas. La Palabra del SEÑOR, a pesar de las infidelidades, vuelve a resurgir a través de los profetas y en estos momentos lo hace de forma especial por medio de Jeremías.

 

El profeta es un elegido

El libro de Jeremías aporta numerosos datos sobre la personalidad del profeta. Parece que fue  movido a la actividad profética desde muy joven, y permaneció soltero durante su vida, aunque no era lo habitual dentro del profetismo. Jeremías es concebido como un modelo de profeta que va a evocar la misión de JESÚS, pues de hecho cuando JESÚS pregunta en Cesarea de Filipo “qué decía la gente sobre ÉL”, uno de los profetas referidos fue Jeremías (Cf. Mt 16,13).  El profeta queda constituido cuando recibe la Palabra del SEÑOR, pues su misión es anunciarla mediante la predicación, la exhortación o la trasmisión de un mensaje de esperanza para sus destinatarios. El verdadero profeta no habla de sus impresiones, gustos o aspiraciones, sino de una Palabra escuchada con piedad religiosa, a la que es preciso servir  con toda diligencia. El profeta es un verdadero portador de DIOS, pues DIOS habita en él revelándose en auténtica locución. La Palabra arde en el interior de Jeremías y quema sus huesos (Cf. Jr 20,9), porque YAHVEH es llama viva que arde y no quema, a semejanza de la zarza que aparece ante Moisés en el Sinaí (Cf. Ex 3,1ss).

 

DIOS revela al profeta su identidad

“Antes de haberte formado en el seno materno te conocía. Y antes que nacieses te consagré profeta de las naciones” (Cf. Jr 1,5). Esta predestinación divina no elimina la libertad personal, y Jeremías va a mostrar la frágil condición humana en una réplica por su parte, que muestra el campo de juego de las opciones libres dado a cualquier persona receptora de un don  extraordinario como es el destinado para Jeremías. En cierta medida, este texto se puede generalizar a todos los hombres, pues la Providencia Divina interviene en la gestación de cada uno de sus hijos. La vida de cada ser humano es única y está dentro de la infinita Misericordia Divina. El conocimiento que DIOS tiene de cada uno de nosotros es anterior a la fecha de la concepción o del nacimiento: “antes de haberte formado YO en el seno materno te conocía” (v. 5b). Con frecuencia este dato de revelación debiera ser objeto de nuestra meditación particular, pues al hacerlo con devoto agradecimiento volvemos a la auténtica fuente de Vida y Gracia, que un día nos ha dado el ser. DIOS sólo puede pensar en perfección a cada uno de sus hijos, y cuando aceptamos esta verdad en Fe nos acercamos a la perfección que DIOS pretende y desea para cada uno de nosotros. Esta palabra de Jeremías se cumple de forma perfecta gracias a la Salvación dada por JESUCRISTO (Cf. Ef 1,1-5). DIOS tiene desde siempre un plan o un proyecto para cada uno de nosotros, que está en relación con los innumerables proyectos personales de los demás hijos, pero la llamada a la existencia trae consigo un cambio al ámbito de la realidad humana en la que se conjugan múltiples factores como circunstancias necesarias para el ejercicio de la libertad. Dispuestos en la trama vital y social de este mundo, cada hijo de DIOS sentirá que DIOS debe intervenir en su vida, porque las fuerzas humanas no son suficientes para afrontar los desafíos que la vida ofrece. DIOS va a intervenir de forma extraordinaria por medio de su HIJO, pero antes y de diferentes maneras DIOS se acerca a los hombres a través de  la Palabra de los profetas (Cf. Hb 1,1).

 

El profeta es un consagrado

“Antes que nacieses, te consagré y constituí profeta de las naciones” (v. 5b). La predestinación de Jeremías tiene un rango muy especial, pues recibe la condición de consagrado de DIOS. El consagrado es aquel destinado a vivir entregado a la esfera de lo sagrado o de lo perteneciente  a DIOS de un modo directo. Podría entenderse que lo más sagrado está en el Templo, alrededor de todo lo necesario para la realización de los servicios rituales y litúrgicos. Pero todavía existe un ámbito más sagrado constituido por el propio hombre. La persona portadora de la revelación de DIOS está tocada por la acción divina de modo especial. En el profeta DIOS se hace Palabra y no hay distancia entre el que comunica y lo comunicado, por tanto el profeta es un consagrado. Como tipo o figura de JESUCRISTO a Jeremías no le van a faltar sufrimientos. Las quejas del profeta son desgarradoras, y manifiestan las sobrecogedoras noches oscuras por las que va pasando el alma del profeta. Como un anticipo de los sufrimientos de JESUCRISTO, también a Jeremías le toca ser triturado o cribado mediante el sufrimiento (Cf. Is 53,10). Pero su vida y predicación forman parte de las Escrituras que seguirán iluminado a la humanidad mientras dure el peregrinar por este mundo. Jeremías queda constituido por Gracia de DIOS y los trabajos de su vida como profeta de las naciones(v. 5b).

 

Transmisión íntegra del Mensaje

“Por tu parte te ceñirás la cintura, te levantarás y les dirás todo lo que YO te mande. No les tengas miedo, pues de lo contrario te haré desmayar delante de ellos” (v.17). La instrucción sigue un proceso: ceñirse, levantarse y proclamar. El profeta tiene su tiempo de preparación, pues la Palabra ha de crecer y hacerse fuerte en la vida del profeta. Lo mismo que un deportista de élite procura cuidar todos los aspectos posibles para mantenerse en forma, así también el profeta sabe muy bien el estilo de vida que le corresponde. Lo que en un momento es dado al profeta en lo escondido tiene que hacerlo publico, levantándose dispuesto al servicio de la Palabra: no es posible permanecer aislado en un recinto privilegiado de soledad interior contemplativa, pues ese momento ha tenido lugar para situar la luz en un lugar en el que pueda iluminar. La Palabra que se ha hecho luz interior está destinada a ser manifestada a través de la palabra modulada por el profeta. La Palabra llega a los hombres de distinta forma, pero el profeta se convierte fundamentalmente en testigo de lo que enseña, exhorta o predica. El profeta no es reproductor mecánico de lo que ha visto, oído o palpado (Cf. Jn 1,34) de la Palabra, sino que da testimonio reflexivo, inteligente y personal de esa Palabra. El profeta se hace responsable de lo que está predicando en un ejercicio claro y manifiesto de su radical libertad, al tiempo que se ve envuelto en la realidad imponente de la Palabra. El profeta no se puede sustraer a la predicación de “todo el Mensaje”, pues recortar su contenido es alterar la verdad y supondría el peor de los engaños, dado que los destinatarios estarían creyendo que  recibían toda la verdad. Jeremías padece frecuentes enfrentamientos con los profetas de palacio, dedicados a edulcorar las profecías según las circunstancias y oportunidad.

 

El miedo contra la libertad

La advertencia del SEÑOR a Jeremías es muy clara “no tengas miedo a tus oponentes, pues de lo contrario YO te atemorizaré ante ellos” (v. 17b). El miedo es paralizante, inhibe la expresión y puede diluir el pensamiento o la conciencia. Lo saben los poderosos que  pretenden dominar a los súbditos o ciudadanos esclavizados. Todos los grandes dictadores saben que el terror es el medio más seguro para el ejercicio del poder sin restricciones. El miedo emerge cuando se ve amenazada la seguridad personal y la supervivencia. El que ha perdido el miedo a la muerte no por osada imprudencia, sino por la seguridad de sentirse en DIOS, ese tal es una persona verdaderamente libre. DIOS advierte a Jeremías que ha de quitar de su vida el miedo que lo puede paralizar, y de conseguirlo añadirá el mayor de los ridículos y desprecio de sí mismo: “cuida de no atemorizarte ante ellos, pues de no hacerlo YO te infundiré miedo de ellos”. El profeta Jeremías tuvo que vencerse en ese terreno, y llevar a cabo su misión teniendo presente el riesgo de esa debilidad de carácter.

 

La Gracia suple la debilidad

Los flancos abiertos o vulnerables pueden ser reforzados por la acción de la Gracia. Jeremías muestra juventud y una extraordinaria sensibilidad, que lo vuelve vulnerable en algunas de las circunstancias difíciles. DIOS conoce perfectamente al profeta y está dispuesto a ayudarle: “por mi parte, dice el SEÑOR, hoy te convertiré en plaza fuerte, pilar de hierro y muralla de bronce frente a toda esta tierra, frente a los reyes o los sacerdotes y del pueblo” (v.18). Ciertamente, Jeremías con la fuerza y sabiduría del ESPÍRITU, pero con escasa experiencia humana va a hacer frente a los falsos profetas de palacio, a los jefes intermedios y declarará la Palabra sin glosa a los reyes. Como en el caso de san Pablo, “la fuerza de DIOS se manifiesta en la debilidad humana” (Cf. 2Cor 12,9).

 

La integridad de un solo hombre

El salmista nos dice que “DIOS mira desde el Cielo y se fija en los hombres y ninguno obra bien, ni uno solo” (Cf. Slm 53,2-4). El mal nos ha dañado gravemente; pero un solo hombre asistido por la Gracia es luz y testimonio de DIOS. Jeremías es prevenido por DIOS a los comienzos de su ministerio, pues le esperan graves dificultades, pero en él DIOS se va a hacer fuerte. Los opositores de YAHVEH y del profeta le harán la guerra, pero no le podrán. En la gran debilidad y juventud de Jeremías, DIOS es capaz de manifestar su gran poder. De nuevo estas palabras dirigidas al profeta resultan un anticipo de lo que el mismo HIJO de DIOS, JESUCRISTO, va a vivir.

 

Mirando a JESÚS

El evangelio de este domingo recoge la reacción de los presentes en la sinagoga de su pueblo. JESÚS se había permitido omitir de la lectura del texto de Isaías una parte final que extrañó a los presentes. JESÚS adopta en todo momento la actitud de alguien dotado de autoridad espiritual, y los presentes permanecen a la espera de las palabras de JESÚS con la mirada fija en ÉL (Cf. Lc 4,20). JESÚS no se hace esperar, y sus palabras elevan la extrañeza a la máxima capacidad de los allí reunidos: “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” (v.21). Ahora los de Nazaret estaban viendo y oyendo con sorpresa y otros con estupor lo que durante siglos se había estado esperando, porque los profetas lo habían asegurado de parte de DIOS. El UNGIDO de DIOS estaba sentado en aquella sencilla y humilde sinagoga: “el ESPÍRITU del SEÑOR está sobre MÍ, porque me ha ungido” (v.18) La nueva unción del SEÑOR confería a JESÚS un carácter nuevo, que lo habilitaba para la misión. En la sinagoga de Nazaret estaba produciéndose una revelación crucial para la historia de la humanidad. Allí, en aquel pueblo, hacía treinta años (Cf. Lc 3,23), en el silencio había tenido lugar el hecho más trascendental de la historia del mundo: la Encarnación en las entrañas de la VIRGEN MARÍA. Tres décadas después el VERBO de DIOS manifestaba a sus vecinos la identidad divina que se había mantenido oculta. Las miradas escudriñadoras de todos esperaban oír una argumentación convincente, pero los prejuicios pudieron más que la contemplación del UNGIDO que tenían delante de sus ojos. JESÚS, enrollando el libro lo devolvió al que le servía y se sentó” (v20a), adoptando la figura del MAESTRO. El carpintero hasta hacía pocas fechas se había revelado como el UNGIDO del SEÑOR y acreditaba esta unción con una enseñanza nueva cargada de poder espiritual y autoridad moral. A pesar de lo breve y esquemática que resulta la narración evangélica, sin embargo la lectura de este texto sugiere un ritmo lento y sosegado en las acciones de JESÚS, que diese el tiempo suficiente a los presentes para asimilar la nueva realidad que ÉL les estaba mostrando. La nueva revelación exigía nuevas disposiciones interiores para ver y oír lo que estaba aconteciendo.

 

Signo de contradicción

La paradoja es el lenguaje que DIOS emplea con mucha frecuencia para relacionarse con nosotros. La más grande de las paradojas divinas que velan el MISTERIO es la persona misma de JESÚS, DIOS y hombre. No se trataba inicialmente, que los vecinos de Nazaret aceptasen  que JESÚS era la Segunda Persona de la TRINIDAD, sino el Profeta Ungido del SEÑOR profetizado en las Escrituras. Porque lo que realmente sucedió fue mucho más grande de lo previsto en los anuncios proféticos. La revelación que se dio en JESÚS sobrepasó cualquier cálculo. Los paisanos de JESÚS viven un primer momento de admiración y aprobación: “todos daban testimonio de ÉL y estaban admirados de las palabras llenas de Gracia que salían de su boca”(v.22). Las palabras ungidas por el ESPÍRITU SANTO, que JESÚS les iba dirigiendo los trasportaba interiormente a una contemplación inédita de las cosas de DIOS. Mientras esta presencia envolvente de lo divino estuvo actuando en los corazones de los presentes, había gran aprobación y complacencia en la escucha de aquellas palabras cargadas de Vida y Verdad. Pero el corazón humano no mantiene con frecuencia un rumbo fijo o una línea recta hacia DIOS en todo momento. Pero aquella atmósfera se desvanece, porque afloran los prejuicios en el más estricto sentido del término:”¿no es éste el hijo de José?” (v.22b). Nazaret era un pueblo pequeño que albergaba a unos doscientos habitantes, por tanto desde el primer momento sabían quién era JESÚS, pero la pregunta aquí formulada encierra los matices de la sospecha y la desconfianza. La admiración anterior cambia en desconfianza, y en este texto JESÚS se adelanta a sus críticos: “Seguramente me vais a decir: médico cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaum, hazlo también aquí en tu patria” (v. 23). Las palabras de JESÚS se adelantan a lo que pudieran decirle algunos de los presentes, y señalan el inicio de la creciente tensión que podía terminar con la vida de JEÚS al intentar despeñarlo por un barranco. Una de las manifestaciones carismáticas de JESÚS está en la lectura de las conciencias (Cf. Mc 2,8; Lc 6,8). La doblez de los corazones no es obstáculo para que JESÚS pueda leer en ellos.  Cuando san Marcos relata este pasaje lo describe con tonos menos dramáticos, aunque señala que JESÚS se extrañó de la falta de Fe y no pudo hacer milagro alguno, tan sólo algunas curaciones” (Cf. Mc 6,5-6). El presente texto de Lucas recoge  manifestaciones  que  dan a  entender actitudes envidiosas por parte de los vecinos de Nazaret. La envidia es desafiante en alguna de sus versiones, pero JESÚS nunca acepta los desafíos ni los chantajes y responde con otro refrán: “ningún profeta es bien recibido en su patria” (v. 24); y abunda en ello con los testimonios de Elías y Eliseo, los dos grandes taumaturgos del Antiguo Testamento. Al final, toda la aprobación inicial se cambió en rechazo visceral: “oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira” (v.28). Con aquellos dos ejemplos tomados de la Escritura, JESÚS había señalado la distancia de sus vecinos con respecto al Mensaje del Reino.

 

Se levantan las amenazas de muerte

“Levantándose lo arrojaron fuera de la ciudad, y lo llevaron a una altura escarpada donde estaba edificada su ciudad con intención de despeñarlo” (v.29). Al comienzo de la vida pública este suceso aparece como una premonición de lo que sucederá tres años más tarde: JESÚS muere fuera de la Ciudad rechazado por los que habrían tenido que reconocerlo como el ENVIADO de DIOS. Entre estos dos puntos extremos del camino terrenal de JESÚS van a tener lugar otros episodios de rechazo, en los que de nuevo aflora la versión más oscura del ser humano. JESÚS no deja indiferente a nadie, y su presencia provoca pronunciamientos. En realidad la postura tibia o intermedia no existe frente a JESÚS: “el que no está CONMIGO está contra MÍ” (Cf. Mt 12,30). El esquema espiritual y moral dado en el Deuteronomio (Cf. Dt 30,5), se personaliza en JESÚS de Nazaret.

 

Es DIOS quien marca los tiempos

Si JESÚS estuviese abandonado exclusivamente a las circunstancias y causas humanas, en aquel momento de acoso y rechazo habría terminado su andadura por este mundo, pero demuestra con el desenlace de este episodio, que es DIOS el que tiene la última palabra. “JESÚS se abrió paso en medio de ellos y se alejaba” (v. 30). Al imaginar esta escena no se puede evitar tristeza y un cierto temor a que eso mismo pueda acontecer en el caso particular. Aquellos paisanos suyos estaban presenciando un signo de poder por el que JESÚS no estaba a merced de los impedimentos externos ajenos a ÉL para cumplir la misión que el PADRE le había encomendado. JESÚS quedará expuesto a las fuerzas del adversario cuando haya dado a los hombres el Mensaje completo querido por el PADRE, mientras tanto los distintos oponentes le servirán para  mostrar al mundo el infinito Amor y Poder de DIOS.

 

San Pablo 1Corintios 13

Las cartas de san Pablo suelen plantear situaciones concretas de las distintas comunidades para ofrecer un contenido doctrinal con vertientes morales y espirituales. A los cristianos de Corinto, dedica san Pablo una atención especial, precisamente al presentar motivos de cierta gravedad. Las comunidades de esa ciudad costera con una población de unos quinientos mil habitantes, tenían problemas particulares a la hora de asumir la nueva religión. Había que ajustar la experiencia carismática y velar por la unidad en la fraternidad. Las comunidades de Corintio o Galacia, de Éfeso o Tesalónica, viven una experiencia carismática con dones  infundidos por el ESPÍRITU SANTO, porque el apóstol san Pablo introdujo a estos cristianos  en la consideración de estos dones y la bondad de los mismos, aceptando los riesgos que el ejercicio y abundancia de los mismos podía tener en el buen hacer de esos grupos o iglesias cristianas. ¿Sería posible una expansión del Cristianismo en los orígenes, sin la  manifestación del ESPÍRITU SANTO en la diversidad de dones carismáticos? Este interrogante se puede formular al lado de otro: ¿sería posible la implantación del Evangelio si la predicación de JESÚS no estuviera acompañada de los signos, milagros y curaciones? Estas dos preguntas deben trasladarse al momento presente de la Iglesia en cualquier parte del mundo, pero especialmente en Occidente: ¿será posible la auténtica Nueva Evangelización sin manifestaciones claras de poder dadas por el ESPÍRITU SANTO a la Iglesia? Que nadie entienda otra cosa: las manifestaciones de poder dadas por el ESPÍRITU SANTO no tienen nada que ver con el poder mundano y temporal, sino con las mismas manifestaciones  presentes en los inicios del Cristianismo.

 

Orden

Algunos en la Iglesia entienden que la acción carismática del ESPÍRITU SANTO es anarquía , subjetividad y capricho. El ESPÍRITU SANTO buscará en todo momento que las cosas estén orientadas a JESUCRISTO. San Pablo tiene que dar algunas advertencias, saliendo al paso de diversos desajustes, y señala: “ambicionad –o aspirad- a los carismas mejores” (Cf. 1Cor 12,31). Los carismas superiores son aquellos que están más cerca de la fraternidad y de la predicación, por eso san Pablo privilegia el carisma de profecía que puede ser canal para la comunidad de una palabra cargada de Vida y Verdad. Pero en este capítulo trece, el apóstol va a señalar el eje vertebrador de todos los carismas: la Caridad.

 

La retórica de San Pablo

Con expresiones hiperbólicas, el apóstol expone a los de Corinto lo esencial de la Caridad como la fuente que da razón de ser a la vida y manifestaciones de las comunidades.

< Hablar todas las lenguas de los Ángeles y de los hombres, si no tengo Caridad no vale de nada.

<Aunque tuviera toda la profecía y conociera todos los misterios, si no tengo Caridad no sirve de nada.

< Si tuviera plenitud de Fe como para trasladar montañas, sino tengo Caridad no vale de nada.

< Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo Caridad no vale de nada (v. 1-4).

 La expresividad de estas amonestaciones induce el comentario de las mismas; y por otra parte dan lugar a reflexiones del todo pertinentes. De modo general, queda fijado un principio: si la Caridad no preside los carismas y los ministerios todo queda hueco y en el vacío; todo se queda en la apariencia, pero no alcanza la esencia; incluso aquello que a primera vista es una expresión plausible de la Caridad como es la limosna. El evangelio de san Mateo lo había aclarado: si la limosna está realizada para que lo vea la gente, pierde su valor ante DIOS; o lo que es lo mismo, está desprovista de Caridad (Cf. Mt 6,2).

 

Aproximación a la Caridad

En si misma la Caridad es DIOS mismo. “DIOS es AMOR” (Cf. 1Jn 4,8). Pero se pueden observar distintas cualidades que reunidas declaran que están insertadas en la misma Caridad.

< La Caridad es paciente, pacifica sus propios impulsos y transmite paz.

< La Caridad es servicial y presta atención silenciosamente a las necesidades ajenas.

< La Caridad no es envidiosa y se alegra de los éxitos del hermano.

< La Caridad no es jactanciosa y no presume ni aún de los méritos propios si los hubiera.

< La Caridad no se engríe ante los demás, porque se atribuye su propio valor según DIOS.

< La Caridad es decorosa y evita destacar recurriendo a la extravagancia y a la frivolidad.

< La Caridad no busca su interés y realiza el bien sin esperar una recompensa.

< La Caridad no se irrita, pues volvería el comportamiento áspero y endurecido.

< La Caridad no toma en cuenta el mal, pues reza en verdad el Padrenuestro.

< La Caridad no se alegra con la injusticia, pues es un mal social que se puede extender como una mancha de aceite.

< La Caridad se alegra con la verdad, pues sólo puede vivir en ella. La mentira ahoga la Caridad.

< La Caridad todo lo excusa, porque todo juicio y condenación sobre alguien le pertenece a DIOS.

< La Caridad todo lo cree cuando la fuente de la Fe está en DIOS.

< La Caridad todo lo espera, porque afirma su seguridad en DIOS.

< La Caridad todo lo soporta en el nombre de JESUCRISTO, haciéndose su testigo.

< La Caridad no acaba nunca, porque DIOS es AMOR.

 

Para siempre

“Ahora vemos como en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Conozco de modo parcial; entonces conoceré como soy conocido” (v.12). El triunfo de la Caridad da como resultado la vida eterna para nosotros, pues nos dispone de forma conveniente para vivir eternamente en el encuentro amoroso con DIOS que nos ama y regaló su AMOR.

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