El P. José de Jesús Aguilar, arcipreste del cabildo de la Catedral Metropolitana, expuso de forma clara lo que muchos fieles y laicos se preguntan:
¿Qué significa la palabra “advocación”?
Dijo que ese término se escucha con mucha frecuencia y para responder de una forma sencilla y rápida, “podríamos decir que son algo así como títulos o formas de llamar a Dios, Jesucristo, la Virgen María o los Santos y para subrayar o resaltar algún aspecto”.
Ejemplificó que
“a Dios le podemos llamar: Santísima Trinidad o Divina Providencia. En el caso de Cristo podemos invocarlo tomando en cuenta algún momento de su vida como: Niño Jesús, Señor de los Azotes, Cristo de la Agonía o Cristo Resucitado”.
“Lo mismo sucede en el caso de la Virgen María: Inmaculada Concepción, Divina Infantita, Señora de la Expectación (Durante su embarazo), Virgen Madre, Virgen de los Dolores, Virgen Asunta a los Cielos, etcétera”,
puntualizó.
Enfatizó que otra opción que permite advocaciones, son los nombres o títulos diversos tienen que ver con los lugares donde se realizó algún milagro o aparición, o donde se venera alguna imagen muy apreciada.
Añadió que así surgieron nombres como: Cristo de Chalma, Virgen de Guadalupe, Virgen de Lourdes, Virgen de Fátima, Virgen de San Juan de los Lagos, etcétera.
Estableció que “las advocaciones se enriquecen con la creación de diversas imágenes a las que la religiosidad popular les da un nombre: Cristo del Rebozo, Señor de las tres caídas, Señor del Veneno, Virgen desata nudos, Virgen de la Bala, entre otros nombres.
“En el caso de la Virgen María, muchas de sus advocaciones surgieron de algunos pasajes de la escritura que la comparan con la escalera del cielo, el arca de la alianza o la torre de David”,
indicó.
Con esto queda claro que, aunque pueda haber diversas advocaciones de Cristo, como: Cristo rey, Buen Pastor, Cristo Sacerdote, Cristo Médico (…), no se trata de diversas personas sino del mismo Cristo, Hijo de Dios. Y, de igual manera, aunque existan diversas advocaciones dedicadas a la Virgen María, ella es solo una, con diversos nombres, atuendos o representaciones, pero, siempre la misma madre de Nuestro Señor Jesucristo.
Añadió que
“es costumbre también que las catedrales, parroquias, capillas, conventos, oratorios, ermitas, colegios y hasta grupos, estén dedicados a una advocación o santo especial: por lo que reciben ese mismo nombre”.
En ese contexto, ejemplificó a la Catedral de la Asunción de la Virgen María o Parroquia de los Santos Cosme y Damián o capilla del Divino Salvador.