Mis ovejas escuchan mi voz…Yo les doy la vida eterna

- IVº Domingo de Pascua (del Buen Pastor) -

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo

Del santo Evangelio según san Juan: 10,27-30

         En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno».

Palabra del Señor.        R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO:

  1. El domingo IV de Pascua es llamado del Buen Pastor; en él se proclama el Evangelio de San Juan 10 referente precisamente a Cristo nuestro Buen Pastor; con ese motivo, en este domingo en especial, se nos pide orar por las vocaciones sacerdotales, algo tan necesario en nuestros tiempos; igualmente se nos invita a orar por todos nuestros sacerdotes para que perseveren en la vocación que han recibido. En este domingo tenemos además un motivo especial para agradecer al buen Pastor de nuestras almas, a Nuestro Señor Jesucristo: se nos ha dado el pasado 8 de mayo un nuevo Pastor para la Iglesia universal, el Papa León XIV, y por ello oramos intensamente al dueño de la Mies, para que lo fortalezca y pueda ser fiel en su misión de apacentar al rebaño de Dios, confirmando en la fe en Cristo a la Iglesia universal. Por supuesto sin olvidar que imploramos a Dios para que nos preserve a los Obispos y sacerdotes que ya atienden nuestras comunidades, y sin olvidar que siempre se requieren aún más sacerdotes para la ingente viña del Señor.
  2. Así pues, el Evangelio de hoy dice: “En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: ‘Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen’:  ¿A quiénes se refiere Jesús al hablar de “mis ovejas”? Se refiere a todos los que se han esforzado por escuchar su palabra, su evangelio, y lo han aceptado a él por la fe; a todos los que forman parte de su Cuerpo, que es la Iglesia, por haber sido bautizados obedeciendo el mandato que él dio a sus apóstoles (cf. Mt 28,19); se refiere a todos los que lo reconocen presente en la Eucaristía cada domingo; en fin, todos aquellos que se gozan en ser sus discípulos.
  3. Pero podemos decir que Jesús al decir mis ovejas tambiénse refiere a todos aquellos, que sin culpa de ellos, aún no han escuchado el evangelio, son hombres de buena voluntad y  buscan sinceramente la verdad y el bien; y realizan este bien en las obras buenas que Dios les concede realizar. Podríamos decir que son cristianos anónimos; sin darse cuenta siguen al que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).
  4. Todo aquél que, aun sin ser cristiano explícitamente, busca sinceramente la verdad no puede sino escuchar la voz de Cristo, que en nuestro interior nos llama a la verdad a través del entendimiento humano, creado por Dios, quien le ha dado al hombre la luz de la razón; luz que en última instancia procede de Cristo que “…era la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre (Jn 1,9); paralelamente aquel que busca la verdad debe obrar conforme a esa verdad, es decir, obrar el bien conforme al seguimiento de su conciencia que le pide realizar el bien y evitar el mal.
  5. Todo esto queda sintetizado en las palabras de Cristo pronunciadas ya en el inicio de su Pasión: Todo el que es de la verdad escucha mi voz (Jn 18,37). Todo aquel que en cualquier lugar del mundo, en cualquier época de la historia humana, y en cualquier situación, busca la verdad con sinceridad, en realidad está escuchando la voz de Cristo, que es la verdad en persona, y que es nuestro Buen Pastor que ha dado la vida para nuestra salvación eterna.
  6. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás: si somos auténticamente ovejas de Cristo, y realmente seguimos a nuestro divino Pastor nos hacemos acreedores a esta hermosa promesa de la vida eterna que nos da Cristo, vida eterna que no es sólo una vida prolongada al infinito, sino que es, sobre todo, otra calidad de vida, es participación en la misma vida de Dios, que eso es la gracia y eso, en plenitud, es la visión feliz del cielo (la visión beatífica), y por supuesto que también es interminable en el tiempo.
  7. “…nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno: qué seguridad saber que si somos de Cristo nada nos puede arrebatar de su poderosa y bendita mano, pues nadie es más poderoso que Dios mismo; nosotros únicamente debemos cuidar de no ser nosotros mismos quienes, por nuestro pecado, nos alejemos de Jesús, nuestro Buen Pastor, y aún en el triste caso de haber pecado ese mismo Buen Pastor nos quiere salvar pero es necesario que nos acerquemos sinceramente a Él, en la confianza de su perdón y de que siempre está dispuesto a ayudarnos a salir del pecado y a vivir una vida en la presencia de Dios.
  8. Que nuestra Madre Santísima de Guadalupe no permita jamás que nos alejemos de su santísimo Hijo, nuestro buen Pastor que ha dado la vida por nuestra salvación. Que ella siempre nos conserve ovejas de Jesús.
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