La tercera guerra mundial sigue su curso. Se ha dado un paso más en una de las trincheras sociales más importantes de la actualidad: las redes sociales. Todos los avances de la última década son el manual del usuario de la nueva forma de hacer guerra, que como ya advertí, no habrá pérdida de sangre pero generará una violencia sin igual, similar a la que sintieron las personas sometidas al comunismo de Stalin o al nacionalsocialismo de Hitler. Ahora los líderes que capitanean esta batalla son señores elegantes con traje y corbata, multimillonarios que ejercen de generales desde sus retiradas mansiones donde quieren dominar al mundo.
Ahora los líderes que capitanean esta batalla son señores elegantes con traje y corbata, multimillonarios que ejercen de generales desde sus retiradas mansiones desde las que pretenden dominar al mundo
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Las guerras históricas, en su inicios, básicamente consistían en la conquista de nuevas tierras, países vecinos o lejanos, que no eran más que la demostración de fuerza que el rey de turno necesitaba para perpetuar su poderío. Siglos más tarde, las guerras eran fruto del enfrentamiento entre países debido a ciertas ideas patrióticas, heridas, por las que los ciudadanos eran capaces de dar su vida. Ya más contemporáneos, las batallas surgieron debido a las ideologías políticas, justificadas por el odio para llegar al dominio de la sociedad y el mundo. El comunismo, el nazismo y el fascismo en Europa surgieron como bastiones de poder que arrasaron millones y millones de vidas, cuya única justificación era el orgullo del dictador de turno. En concreto, el comunismo arrasó solo en la URSS cien millones de vidas, y sin pestañear; bastantes más que los supuesto 50 millones en toda la Segunda Guerra Mundial, incluida la limpieza racial de todo tipo -no solo judía- supremacista nazi.
En este siglo XXI nos estrenamos con la guerra de las ideas, que a diferencia de las anteriores no son políticas, sino de género, mucho más brutal que una bomba nuclear, porque los muertos que producen son muertos vivientes, generan una sociedad de zombis acomodados a comer de los restos que las oligarquías estén dispuestas a darles para que no lleguen a morir del todo y ellos puedan seguir viviendo siempre más y mejor. En este caso, los poderes globalistas, esos que manejan el guión de la vida del terror, que no son otros que los participantes del Nuevo Orden Mundial (NOM), es la de divide y vencerás. ¡Y cuánto más troceada la sociedad, más poder adquieren! ¡Y cuánto más poder adquirido, más capacidad de manipular! Así todos los días, uno detrás de otros, festivos incluidos, hasta hoy… Y lo que vendrá.
La última frontera de esta belicosa andadura ha sido el asalto del Capitolio, no exactamente de los trumpistas, pobres desgraciados engañados por el sentimiento, sino por los mismos demócratas que les provocaron desde los medios de comunicación para que terminaran haciendo eso
La última frontera de esta belicosa andadura ha sido el asalto del Capitolio, no exactamente de los trumpistas, pobres desgraciados engañados por el sentimiento, sino por los mismos demócratas que les provocaron desde los medios de comunicación para que terminaran haciendo eso que ya ensayamos en España con nuestro asalto al Congreso en Madrid el 25 de septiembre de 2012 o el otro asalto al otro Parlamento de Cataluña, en octubre de 2017. Pero que por lo visto de estos no se acuerdan los críticos hegemónicos izquierdistas de la política y el periodismo editorializado en tertulias y cabeceras, que alguno dice que le recuerda al 23F franquista… Un ejercicio práctico de memoria selectiva.
Pero tras este momento épico del Capitolio, que pronto nos harán llegar películas y series retorciendo la verdad con la excusa de que están basados en hechos reales, hay un fenómeno todavía mucho más segregador que se está produciendo a nivel mundial: la guerra en las big tech. Hemos pasado de la ofensiva local a la global. Recuerdan aquello de “actúa local, piensa global,” eso que era tan verde, tan progresista, tan in… Aquello que nos invitaba a ser ciudadanos del mundo y no del terruño que nos vio nacer, hoy es ya una realidad. Al mundo lo han dividido por patrocinadores neoliberales y medios progresistas subvencionados por las fortunas de unos y que se enriquecen con el capital de todos. Facebook, Twitter, Google, Instagram, Youtube y WhatsApp son la gran avanzada acorazada progre, como la pretendida Operación Ciudadela en la batalla de Kursk, Stalingrado. Pero como en Stalingrado, las cosas no fueron tan relámpago y supuso el principio del fin de Hitler, en esta ocasión también están suponiendo millonarias pérdidas en capital humano (internautas) y financiero. De momento Twiter ha caído en bolsa un 11% solo por la suspensión de la cuenta de Donald Trump. WhatsApp ha perdido también usuarios -en este caso por sus polémicas nuevas normas de que sí o sí harán lo que les dé la gana con tu información-, a favor de Telegram que ya supera los 500 millones de usuarios, gracias a los 25 millones de nuevos de telegrameros que les han llegado como refugiados de la quema progretecnológica. Y Facebook está en las mismas coordenadas que Twitter -lo que pasa es que lo callan- a favor de Gab, porque los usuarios no perdonan la interferencia de una empresa en sus ideas políticas y es que la censura aplicada por estos grandes magnates convertidos en los nuevos sacerdotes de la dictadura progre es cada día más llamativa porque cada día es más dictadura. Guardo la esperanza de que con todo esto los usuarios terminemos aprendiendo que no hay nada gratis y que cuando no pagas dinero, pagas con tu vida (datos). Algo que ya avanzó hace más de cinco años, José María Álvarez-Pallete, cuando era CEO de Telefónica (ahora es su presidente ejecutivo, cargo al que ascendió en abril de 2016).
Revolución. Del homo sapiens al homo digitalis (Sekotia) de Román Cendoya. La tesis de Cendoya consiste en el salto que el ser humano ha dado debido a los avances tecnológicos en todas las facetas de la vida: laboral, familiar, social… Y esto ha supuesto un gran desarrollo de Internet en todas sus posibilidades, especialmente de las redes sociales, ya que son las que aglutinan precisamente a todos los potenciales usuarios a los que se dirigen. Las mayores redes sociales tienen millones de usuarios, eso lo dice todo. Por eso la protección de la libertad del internauta, la integridad de las plataformas proveedoras y la seguridad de la intimidad deben estar muy por encima de otros factores, especialmente los financieros y los ideológicos.
La fe en la cultura del siglo XXI (Palabra) de Rafael Palomino. La guerra de las redes sociales, alimentada por la guerra de las ideas, no debe avasallarnos. Todo lo contrario, tenemos que hacernos fuertes y aportar nuestro halo cristiano, porque en realidad estamos hablando de sociedad, en red o en el vestíbulo de la oficina o la comunidad de vecinos, pero ahí estamos nosotros, defendiendo nuestra fe y comprendiendo a quién no la tiene, incluso a los que la atacan. Un libro lleno de buenas ideas que seguramente encontrarás interesante.
Pensamiento y guerra (Encuentro) de Jean Guitton. Dice el autor: Del mismo modo que la metafísica es la forma más alta de pensamiento, a la estrategia le corresponde el mismo lugar en el dominio de la acción. Esta recopilación de las conferencias y los trabajos de este filósofo de mediados de siglo XX vienen como anillo al dedo, porque la esencia del hombre, de su pensamiento, no deja de tener el mismo destino que es Dios mismo. Sólo cambian las circunstancias, los medios, las herramientas, pero el alma está donde siempre la puso Dios.
Con información de Hispanidad/Humberto Pérez-Tomé