Para poder conocer más a fondo la ciencia de la policía o “policiología”, es necesario remitirnos a sus antecedentes, partiendo de la antigua Grecia, en la cual, el concepto de policía hacía alusión a la manera específica de ejercer y retener el poder en la ciudad-Estado, es decir, a las formas de ejercer la dominación en la ciudad. Aunque cabe recalcar que más allá de conceptualizar medidas de seguridad y protección, también se refiere a la calidad de vida con la que contaban de los ciudadanos, misma que se preocupaba por dotar la policía.
Es así como la connotación griega establece, dentro del concepto de policía, la importancia de que prevalezca la armonía, el orden y la seguridad en los ciudadanos. Siendo esto posible por medio de la aceptación de una autoridad y en consecuencia un obediencia a la misma, configurándose a la policía como el sistema de orden. Actualmente esta idea engloba tanto a una institución como a la práctica del poder del Estado.
La ciencia de la policía tiene dos momentos fundamentales: el primero en su cultivo en las ciencias camerales, y el segundo en una versión no cameral. Entendido el cameralismo, desde sus orígenes, como el ejercicio de prácticas administrativas en las oficinas gubernamentales, siendo éstas el lugar de reflexión intelectual en el que por medio de planeaciones racionales y meditadas, se potencia el poder del Estado en sus diferentes ejes.
Para Justi, la policía es aquel espacio vital para fortalecer y desarrollar el poder del Estado, siendo así que al tener por objeto de interés todo aquello que tiene derecho a vivir, en razón de que nada de lo que ocurre en la sociedad le es indiferente, se constituye en una ciencia de la vida.
Consecuencia de lo anterior, es que la felicidad para los súbitos y la prosperidad para el Estado sean los vértices de esta ciencia, siendo conceptos no aislados, sino conexos, ya que precisamente el desarrollo integral de los individuos es la razón existencial del propio Estado.
La policía es entonces, además de la parte tangible de la relación del Estado con la sociedad, el medio para llevar a cabo la administración de la sociedad misma.
Aquel sentido y función de la actividad policial en la antigua Grecia, parece algo totalmente remoto y asilado a la situación actual del concepto que se tiene de la policía y sus actividades, pues pareciera que este instrumento del estado, se queda pasmado en una simple fuerza coercitiva que impone voluntades autoritarias.
Y más allá de un temor o respeto a dicha fuerza, la ciudadanía, la cual es objeto de cuidado de la policía, es quien más nulifica la autoridad que representa la misma, so pretexto de falta de cumplimiento de sus funciones, sin embargo, es necesario recordar que el sistema policial, no es un ente que actúa aisladamente, sino que, además de ser una labor que se inicia en funciones administrativas de oficina y sólo pone en práctica las decisiones, también es un instrumento meramente ejecutor de lo que el Ejecutivo establece. Por lo anterior, aquel rechazo se vuelve una cuestión conexa, siendo que a mayor desprecio a la autoridad policial, también incrementará el mismo sentir al Ejecutivo en gestión, contrario sensu, quien ostente este cargo y logre diseñar y ejecutar correctamente lo mejor para el ciudadano, y sea llevado a cabo eficientemente por la policía, entonces obtendrá un beneficio social político.
Por lo anterior es indisociable la labor de estos entes, lo cual, conlleva a la labor policial una tarea mucho más conceptualmente compleja, pues la responsabilidad no se agota en el combate a la inseguridad, sino en la aplicación de estrategias tendientes a la realización integral de la ciudadanía, no pudiendo dejar a un lado cualquier circunstancia o hecho que ocurra dentro de la sociedad en la que se esté actuando.
Es por esto, que es fundamental la profesionalización del personal de la policía con un enfoque integral y de concientización sobre el cargo que desempeñan.