Los cruceiros son uno de los elementos más conocidos del patrimonio cultural de Galicia. Uno de ellos fue instalado en 1982 en Madrid, regalo del Centro Gallego de esa ciudad a la Villa y Corte “por su gratitud histórica y centenaria”. El cruceiro en cuestión lucía una imagen de Santiago Apóstol, Patrón de España, y se había convertido en un lugar popular para iniciar el Camino de Santiago.
El 7 de noviembre, ese Cruceiro apareció destrozado. La noticia pasó desapercibida para muchos hasta una semana después. Los salvajes que hicieron esto sólo dejaron la base del monumento. Podéis ver aquí la foto publicada en Twitter por @madridcyp el 7 de noviembre a mediodía:
Anteayer, la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso dedicó un mensaje a la destrucción de ese cruceiro: “Se empieza por lugares de culto, por atacar valores y sensibilidades, y se sigue así. Este delito debe investigarse y poner a los culpables ante la ley”. A su vez, el presidente del Gobierno gallego Alberto Núñez Feijóo le contestó con otro mensaje: “Galicia volverá a regalar a Madrid un nuevo símbolo de nuestra cohesión, aún más resistente y duradero”.
Nada de «nuevo símbolo»: lo que se debe hacer es reponer el cruceiro
Sinceramente, me habría gustado más que no llamasen “vandalismo” a lo que es un delito contra nuestro patrimonio y, más concretamente, contra un símbolo del Cristianismo. Y dicho sea de paso, como gallego me gustaría que mi presidente autonómico no hablase de poner “un nuevo símbolo” en su lugar: lo que se debe hacer es reponer el cruceiro tal como estaba. Lo contrario daría pie a que otros salvajes se dediquen a imitar a los que derribaron el de Madrid, animados por la idea de que su delito sirva para expulsar la Cruz de los espacios públicos.
La labor de expulsión del Cristianismo a la que ha contribuido el PP
Añado algo más: no entiendo que se lamenten de la destrucción de un símbolo arquitectónico de la fe cristiana quienes están ayudando a erradicarla de nuestra sociedad. Hace un año, el PP apoyó en el Parlamento de Galicia una propuesta de la ultraizquierda para imponer educación sexual a niños desde los 3 años. Tanto en Galicia como en la Comunidad de Madrid, el PP -partido al que pertenecen Ayuso y Feijóo- ha apoyado leyes ideológicas que imponen a los niños tesis anticristianas, violando el derecho constitucional de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde con sus convicciones.
En respuesta a las imposiciones de esas leyes ideológicas, en febrero Vox propuso en Asturias que los colegios necesitasen autorización expresa de los padres para cualquier actividad “que afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad, que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad de sus hijos”. El PP fue uno de los partidos que votó en contra. No era nada nuevo. Unos días antes Ayuso había rechazado el “pin parental” propuesto por Vox, que consiste en requerir esa autorización expresa de los padres para ese tipo de contenidos.
Cuando ese partido dispuso de una mayoría absoluta que le permitía deshacer las barbaridades impuestas por el PSOE durante el mandato de Zapatero, el PP decidió dejar intacta la ley del aborto que permite matar a hijos por nacer y que obliga a todos los españoles a financiar esa matanza por medio de sus impuestos. De esta forma, el PP ha sido un cómplice necesario en graves ataques contra la conciencia de los cristianos y contra nuestra libertad religiosa, una libertad que incluye el derecho a educar a los hijos conforme a tus creencias (Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
Ese cruceiro representaba lo que el PP lleva años pisoteando
Así pues, ¿a qué viene ahora escandalizarse por el derribo de un cruceiro? Tal vez se les haya pasado por alto, pero lo que ese cruceiro representa es lo que el PP lleva años pisoteando: la fe cristiana de millones de españoles y de nuestros antepasados. Con cada ataque ha facilitado el avance de los que están obsesionados con expulsar al Cristianismo de nuestra sociedad, incluyendo nuestros símbolos. Dicho sea de paso, ya que Ayuso se acuerda ahora de los lugares de culto, recuerde también que el PP se abstuvo hace dos años ante la intención del Gobierno de Sánchez de profanar una basílica católica. ¿Merecía esa basílica menos respeto que un cruceiro, acaso?
Con información de Contando Estrelas