El modelo estadístico que vaticinó la victoria de Trump en 2016 predice que ahora arrasará

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El politólogo estadounidense Helmut Norpoth augura que Donald Trump arrasará en las elecciones presidenciales que se celebrarán el próximo 3 de noviembre en el país y que, por tanto, saldrá reelegido con un amplio margen de ventaja: según los cálculos del experto, el candidato republicano tiene un 91% de posibilidades de ganar, frente al demócrata Joe Biden, al que le otorga tan solo un 9% de probabilidades. De este modo, ni su criticada gestión de la crisis del coronavirus ni las protestas del movimiento antirracista «Black Lives Matter», que en ocasiones se tornaron virulentas, harían a Trump salir de la Casa Blanca. De un total de 538 votos electorales, siempre siguiendo las cábalas de Norpoth, el ahora mandatario se hará con 362, mientras que su contrincante logrará 176.

El politólogo, que publicó este estudio el pasado 2 de marzo, se basa en el llamado «modelo primario», que de nuevo tiene muy poco: de los últimos seis comicios que han tenido lugar en Estados Unidos ha predicho los resultados de cinco -el único desatino fue la derrota de Al Gore frente George Bush en el 2000-. En la página de la Universidad de Stony Brook, donde trabaja como profesor de ciencias políticas, Norpoth cuenta que comenzó a elaborar este método, hasta ahora «cuasi» infalible, tras las elecciones de 1992 y que lo utilizó por primera vez en 1996, cuando «Bill Clinton fue reelegido para un segundo mandato». Recuerda que «predecir esta victoria se consideró arriesgado en ese momento porque estuvo bastante mal en su primer mandato».

El parámetro clave: las primarias

En aquella época, su modelo era más simple de lo que es en la actualidad. Lo amplió y perfeccionó con el paso del tiempo -de hecho, asegura, sigue sufriendo cambios- pero ha mantenido siempre un parámetro que considera clave y en torno al cual giran sus cálculos: las primeras primarias de los partidos y «la forma en que los candidatos se desenvuelven en esos primeros comicios». Afirma que «es un muy buen indicador de lo que sucederá en noviembre» y que, además, tenerlo en cuenta lo diferencia del resto de predicciones y encuestas.

El modelo utiliza datos de comicios que se remontan hasta 1912, año en que se introdujeron las primarias presidenciales. En esa ocasión, el candidato que ganó la votación de su formación, Woodrow Wilson, pasó a derrotar al que había perdido la del suyo, William Howard Taft. A partir de entonces, el candidato que obtiene mejores resultados en las primarias ha tendido -casi siempre- a ganar las elecciones generales. Para analizar los comicios anteriores a 1952, Norpoth incluye todas las primarias. Sin embargo, en los estudios que hace de las votaciones celebradas a partir de 1952, normalmente, utiliza solo la de New Hampshire. En 2008 añadió Carolina del Sur: tanto Barack Obama ese año como Hillary Clinton en 2016 disfrutaron de un fuerte apoyo en el bastión demócrata.

Esta vez como detalla Norpoth en su página web, «en el lado demócrata, Joe Biden y Bernie Sanders dividieron las primarias demócratas en New Hampshire y Carolina del Sur, mientras que Trump ganó cómodamente las republicanas en New Hampshire (las de Carolina del Sur fueron canceladas este año)». «Cuando vi que en New Hampshire Trump obtuvo el 85% de los votos y que el contrincante más cercano fue Bill Weld con el 10%, estaba bastante seguro de lo que el modelo iba a predecir», relata el politólogo. «Si Trump hubiera obtenido solo el 55% y uno de los oponentes se hubiese hecho con el 40%, es posible que no hubiera predicho que Donald Trump tendría la oportunidad de ganar», explica, y agrega: «La gente ha olvidado cómo le fue a Joe Biden en New Hampshire. Fue terrible. Obtuvo el 8,4% de los votos, lo que es inconcebible para un candidato con aspiraciones de ser presidente».

Otro factor: la tendencia a la reelección

Lo que también favorecería a Trump en este -extraño en todos los sentidos- 2020, además de sus resultados en las primarias de su partido, es la historia electoral de Estados Unidos que le precede, que es, como la historia en general, cíclica. Según el análisis previo al establecimiento de este método, tras un mandato en la Casa Blanca, el partido en el poder es el favorito para ganar la reelección.

No obstante, si se aplica este modelo estadístico y sus principales varas de medir (los resultados en las primarias y la tendencia a la reelección) a todas las elecciones estadounidenses desde 1912, no siempre acierta. De 27 comicios, hay dos en los que fallaría: los de 1960, «una de las elecciones presidenciales más reñidas», y los anteriormente nombrados de 2000, «cuando el último recuento en Florida le dio la victoria a Bush; aun así, Al Gore terminó ganando el voto popular». No ocurrió lo mismo, sin embargo, con las últimas elecciones: el experto en ciencias políticas contradijo a todas las encuestas que daban por sentada la derrota de Trump y apostó por su victoria sobre Hillary Clinton (le dio 87% de probabilidad de éxito). Su estudio fue publicado el 7 de marzo de 2016; el 8 de noviembre de ese mismo año los resultados electorales le dieron la razón.

Resultados contrarios a las encuestas

Por su parte, tal y como publicó el corresponsal de ABC en Washington, David Alandete, «las encuestas electorales en Estados Unidos reflejan una distancia por parte de Joe Biden de al menos seis puntos sobre Donald Trump. Lo cierto es que algunos de los sondeos han llegado a reflejar una diferencia de hasta 14 puntos, aunque han sido escasos. Esta semana, la media de sondeos de RealClearPolitics apunta a una distancia del demócrata de casi nueve puntos».

Ante ello, Norpoth afirma que su método es invariable y no tiene en cuenta el momento histórico-social, la popularidad de los candidatos en el momento: «Mi predicción es lo que llamo «final incondicional». No cambia. Es un modelo matemático basado en cosas que han sucedido. La elección presidencial de 2016 ha sucedido, los resultados de las primarias ya están disponibles. Puedo agregar los resultados de más primarias, pero incluso esos números han sucedido y tampoco pueden cambiar».

Con información de ABC/María Jesús Guzmán

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