Cuando un antiguo presidente del banco vaticano, el IOR, alerta al mundo del Great Reset desde las páginas de La Verità, vale la pena leerle. No estamos ante un oscuro ‘bloguero’ conspiranoico o con un analista de medio pelo, sino de uno de los personajes más importantes de la élite bancaria italiana y vaticana. Le dejamos la palabra.
Parece ser que en Estados Unidos alguien está pensando en oponer al triunfante dirigismo totalitario chino con una forma de dirigismo totalitario occidental, con la excusa del Covid y la ocasión de activar un nuevo Great Reset . Dicho Great Reset parece fijarse objetivos altamente humanitarios, buenos, salvíficos. Exactamente como se proponía hace cincuenta años el viejo Great Reset, es decir, el Nuevo Orden Mundial de Kissinger, un poco utópico y un poco contrario a la ley natural. Y, como consecuencia, frustrado. Y a pesar de ese fracaso, en vez de llevar a pensar por qué sucedió así, se nos vuelve a proponer en una versión actualizada, pero casi idéntica, de nuevo Nuevo Orden Mundial.
Este nuevo proyecto de Reset se propone replantearse las finanzas, privilegiando a la sociedad (es decir, los stakeholders) frente a los accionistas (los shareholders), imponiendo un nuevo modelo económico ecológicamente sostenible. Exactamente como el NOM de hace 50 años, pero esta vez llevado a cabo mediante la tecnología digital, la inteligencia artificial, el 5G , etcétera. Y en esta ocasión con la “amenaza” de nuevas pandemias si no se llevase a cabo todo esto mediante la cooperación mundial. Ahora bien, todo esto podría salir bien si no fuese porque olvida que los ha sucedido hasta ahora ha sido precisamente consecuencia de los errores del primer Reset, es decir, al fracaso del viejo Great Reset de hace cincuenta años. Fue lo que provocó un crecimiento económico antinatural e insostenible, hiperconsumismo y deslocalización de la producción hacia China; lo que creó el problema medioambiental, el superendeudamiento e infinitas burbujas. Para hacerle frente se piensa ahora en el Reset n° 2, que se traduce en una propuesta de totalitarismo occidental en lugar de la vieja democracia, ineficaz y perdedora.
La sospecha que suscita el proyecto del Great Reset es doble.
La primera se refiere al del capitalista “desnudo”, esto es, “estatalizarse” para controlar el mercado. Esto lo hace posible el Covid que, al crear una serie de pánicos (miedo a morir, a arruinarse) justifica y lleva a aceptar cualquier solución y acelera la aplicación de los planes.
La segunda sospecha, derivada de aquella, es que con este Reset se está concibiendo un nuevo sistema capitalismo occidental para contrarrestar el oriental, transformando el capitalismo liberal occidental (perdedor) en un capitalismo dirigista socialista que pueda rivalizar con el totalitarismo chino (triunfante). De hecho, el modelo capitalista autoritario chino ha demostrado ser capaz de imponerse al democrático, en un momento como el actual de crisis económica, financiera, social, sanitaria, política, etcétera. Precisamente porque es autoritario.
En estos últimos meses se diría que el autoritarismo pragmático funciona mejor, ay, que las democracias maduras, agotadas y un poco “anárquicas”, como se ha demostrado en Europa, pero también en Estados Unidos, desde hace al menos una década, pero sobre todo en los nueve últimos meses, gracias a la pandemia.
Así que quien ha imaginado dicho nuevo Reset, con la excusa de querer llevar a cabo una solidaridad distributiva, altruista, concebida por los nuevos benefactores de la humanidad, está probablemente concibiendo, con una astuta maniobra, la estrategia de adaptación del capitalismo al modelo competitivo necesarios en estos tiempos.
Ciertamente, para convencer a todos se necesita un “rating ético“, una legitimación moral, de parte de la máxima autoridad moral en el mundo. Y con el Covid resulta más fácil de imponer, sin discusiones y sin mayores reservas morales excesivas.
Entre Occidente y Oriente podría iniciarse ahora una nueva “guerra fría”, pero esta vez diferente de la de EE UU – URSS (desde la posguerra a la caída del muro de Berlín), donde se enfrentaba el dirigismo económico planificado soviético -que perdió- a la libertad de mercado americana, que salió ganando. Hoy el enfrentamiento sería entre un dirigismo económico totalitario chino, ya experimentado, contra un nuevo modelo experimental, dirigista, económico-sanitario y americano-europeo. Todo basado en sistemas, modelos, estructuras tecnológicas, y en absoluto basado en el hombre que debería usarlos. Pobres Papas San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Cuantos consejos desperdiciados…
Con información de InfoVaticana/Carlos Estaban