La moción de censura que ha presentado Vox y que se debatirá la próxima semana en el Congreso incomoda al Partido Popular. Es un debate que, vote lo que vote el principal partido de la oposición, se puede volver en su contra y dar alas a sus adversarios, a la derecha y a la izquierda, durante el resto de legislatura. En Génova no han desvelado aún el sentido del voto de los populares, sencillamente porque no hay una decisión tomada todavía. La reflexión continúa en Génova, mientras el debate interno fluye entre los diputados del PP.
El comité de dirección del PP ha tratado esta cuestión varias veces en las últimas semanas. Pablo Casado ha pedido opinión a los suyos, como suele hacer siempre antes de fijar su posición. Ha escuchado y ha tomado nota de cada comentario. Ayer, en la reunión del Grupo Parlamentario en el Congreso, se informó a los diputados de que será la semana que viene cuando, previsiblemente, se confirme el voto del PP y se pidió a todos que, mientras tanto, traten de no avivar el debate en los medios de comunicación y no descubran sus preferencias ante los periodistas.
Diputados consultados sospechan que si Génova no ha anunciado aún su posición es porque no lo tiene claro. De entrada, se descarta el «sí» en la votación de la moción de censura, en la que Santiago Abascal se propondrá como candidato a la Presidencia del Gobierno. Pero entre el «no» y la abstención puede haber un abismo que, según fuentes parlamentarias del PP, puede marcar el resto de legislatura.
El debate interno existe, pero los diputados prefieren mantenerlo entre cafés y comidas. Hay un grupo importante de diputados que se inclina por la abstención, como mal menor. Temen que el «no» se vuelva en su contra, en un sector del electorado que tiene zonas comunes con el Partido Popular, y que podría alejarse más de ellos si rechazan de plano la censura a Sánchez. El «no», sostiene este grupo de diputados, pondría en bandeja un discurso a Vox contra el PP para los próximos años.
Es el dilema permanente del PP desde que Pablo Casado fue elegido como presidente del partido en el congreso extraordinario del verano de 2018. O tiende puentes con Vox para tratar de unir fuerzas, o marca todas las distancias posibles con este partido, lo ignora y le da la espalda, como piden no pocos dirigentes del PP.
Por otro lado, hay sectores del PP que tienen claro que el voto debe ser el «no». Sin medias tintas. Rechazo frontal a la estrategia de Vox, al entender que esa moción en este momento solo beneficia a Pedro Sánchez, y que el PP no debe hacer seguidismo en ningún caso de la línea marcada por Abascal y los suyos. José María Aznar ya dijo que él votaría que «no» a esta «inoportuna» moción, mientras que Cayetana Álvarez de Toledo se decantaría por la «abstención».
Marcar distancias
Si la decisión dependiera de las declaraciones que están realizando los dirigentes de Génova durante estos días, parecería claro que el sentido del voto iba a ser negativo. Tanto los últimos comentarios del secretario general, Teodoro García Egea, como de la portavoz del Grupo Popular, Cuca Gamarra, parecen ir encaminados en esa dirección de rechazo. Pero fuentes populares indican que una cosa es la contundencia de las críticas a Vox, que no van a bajar de nivel, y otra el sentido de una votación que nadie duda en calificar de «estratégica», por las consecuencias que puede tener para el partido a corto y medio plazo.
En las filas del Grupo parlamentario Popular sostienen, además, que debe ser Pablo Casado quien defienda la posición del partido en la moción de censura, porque el asunto es lo suficientemente «sensible» e importante como para que sea el presidente de esta formación quien fije la posición frente a Santiago Abascal, pero también frente a Pedro Sánchez.
Con información de ABC España/Mariano Calleja