Destinados para amar

Hechos 14,21b-27 Salmo 144 Apocalipsis 21,1-5a Juan 14,21-26

Pablo Garrido Sánchez

Los creyentes afirmamos que el CREADOR nos ha puesto en la existencia porque nos ama. Acercándonos a la Revelación decimos con san Juan, en su primera carta, que “DIOS es AMOR” (Cf. 1Jn 4,7). El fondo de la Revelación descubre la gran verdad del Amor de DIOS por todas y cada una de sus criaturas: “eres cariñoso con todas tus criaturas” (Cf. Slm 144,9). Pese a los pecados de los hombres, el SEÑOR no aborrece nada de lo que ha creado (Cf. Sb 11,22). DIOS nos ama porque es AMOR, y en virtud de esta condición extiende su Misericordia hacia nosotros y provee de todo lo necesario para cumplir con el Designio Divino para cada uno en particular. DIOS nos destina a la perfección o santidad, transformándonos en su Amor (Cf. Ef 1,4). Desde nuestra perspectiva de seres humanos limitados, podemos decir que el Amor de DIOS es orgánico, en cuanto que de ÉL emanan atributos que alcanzan nuestra propia existencia, entrando en sintonía con ellos para dar como resultado la comunión que ÉL quiere con todos sus hijos. DIOS es AMOR y de ÉL procede directamente la “pobreza de espíritu”, o humildad, el carácter misericordioso o piadoso, el justo orden de las cosas y el establecimiento de las distintas virtudes, que se perfeccionarán con los dones específicos provenientes de DIOS mismo como gracias muy especiales. Las Diez Palabras -Mandamientos- dados de forma solemne a Moisés en el Monte Sinaí (Cf. Ex 20,1ss) mantiene su vigencia en el Nuevo Testamento como nos muestra el diálogo de JESÚS con el hombre rico, que se preocupa por saber la manera de alcanzar la Vida Eterna (Cf. Mc 10,17). Estas Diez Palabras nacen del Amor de DIOS, vienen dadas en la Revelación para los hombres con la finalidad de santificarnos. San Pablo nos sigue iluminando el camino cuando propone el don o carisma más alto e importante en la Caridad, que perfila con unos rasgos propios de la persona que avanza hacia la santidad. El capítulo se inicia con afirmaciones desconcertantes sobre la Caridad y la carencia de la misma: “puedo profetizar, tener Fe como para mover montañas, habla las lenguas de los Ángeles, repartir todo lo que tengo y entregar mi cuerpo a las llamas en el martirio, si no tengo Caridad, todo eso, no sirve de nada” (Cf. 1Cor 13,1-3). Una pregunta nos surge entre otras, que pueden ser formuladas, ¿se puede desnaturalizar la Caridad hasta el punto de estar ausente en manifestaciones especiales como las descritas anteriormente? La respuesta es afirmativa, y el ego puede suplantar el lugar de la Caridad, que nos une al mismo DIOS. La desgracia del origen es el origen de todos los males, que siguen operativos. Satanás tiene como objetivo principal confundir al hombre sobre el verdadero Amor consiguiendo un amplio abanico de conductas erráticas.

El plan del enemigo contra el Amor

No debe extrañarnos las estrategias de confusión puestas en marcha para distorsionar el discernimiento sobre las características del Amor verdadero que proviene de DIOS. En los últimos años se viene hablando de “la batalla cultural”, en la que se enfrentan ideologías, modelos sociales, patrones estéticos, legislaciones, fundamentos antropológicos, cosmovisiones, concepciones antagónicas sobre el sentido de la vida, reglamentos sancionadores y una pugna por interpretar el pasado y el presente con todo el rigor de la censura. Se vuelve a conseguir que el vecino o el familiar se convierta en vigilante y censor de conductas que antes pertenecían al ámbito privado. Un padre o una madre puede ser amonestada o denunciada, si corrige con firmeza a su hijo en un lugar público donde aparecen otras personas que observan la escena. La Biblia, desde sus primeras líneas, afirma que la batalla existente entre el bien y el mal no es tanto cultural, sino espiritual. El Tentador en el principio no improvisa la tentación al hombre, sino que la desenvuelve bien planificada con los pasos precisos. El Tentador mantiene desde entonces una contraofensiva planificada contra la obra realizada por DIOS y el hombre mismo. Todo lo que DIOS propone está bajo la acción de su mismo Amor, y todo lo que el Tentador propone lleva el odio como principio dinámico. La batalla es espiritual en cualquiera de las épocas en la que nos situemos, y en la actualidad las evidencias son mayores. Las estrategias del Malo en nuestros días destrozan la cordura psíquica con distintos niveles de intensidad en las personas y el discernimiento para algunos se vuelve una tarea imposible. Los distintos mundos virtuales sustituyen la realidad objetiva y no pocos optan por el suicidio ante la náusea insoportable. En gran medida, el objetivo del Malo -el Tentador- se ha conseguido: vaciar de contenido noble y constructivo las realidades que atañen principalmente al hombre, sustituyendo el Amor que las movía por el odio disolvente. Por eso uno de los primeros objetivos a demoler es la familia cristiana, rompiendo los lazos más nobles, paternofiliales, fraternales y de piedad filial. Cuando la familia cristiana ha sido fracturada, los otros ámbitos son mucho más vulnerables, y por supuesto la persona singular, que se encuentra desenraizada. Cada hijo debería poder hablar y, a su vez, transmitir, lo de “el DIOS-de-los-padres” (Cf. Ex 3,6). La evangelización según aparece en todo el Nuevo Testamento es el arma eficaz para presentar batalla y ganar a las estrategias del Malo -Tentador-. El nuevo Papa, León XIV, tendrá que organizar un plan de evangelización para toda la Iglesia y el mundo, que actualice el Amor de DIOS. La tarea supera las fuerzas de cualquier persona, pero sabemos que no le faltará la asistencia del SEÑOR.

Tiempo para el Anuncio

La cincuentena pascual se va recorriendo con la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. La Iglesia nace bajo la acción especial del ESPÍRITU SANTO que reconoce en los doce a la reunión de las Doce Tribus de Israel. Mediante la predicación la Iglesia se va extendiendo y el mundo empieza a conocer el Plan escondido en DIOS desde toda la Eternidad, que incluye a todos los gentiles como herederos de la Salvación Eterna dada en JESUCRISTO. El Amor de DIOS es para todos, y de cualquier pueblo, lengua, raza o nación. La persona es aceptada por la conversión a la condición de miembro del Pueblo elegido. Nunca, hasta entonces, se había proclamado un mensaje como el que estaban proponiendo los Apóstoles, entre ellos Pablo y Bernabé, porque no era el momento, pero con la Cruz y Resurrección de JESÚS llegamos a la “plenitud de los tiempos”, en los que los grandes designios de DIOS son revelados a la humanidad. Dichosos los que viven para oír y ver lo que muchos en la antigüedad quisieron ver y oír, pero no lo vieron ni oyeron (Cf. Mt 13,17ss). Los versículos de esta primera lectura de Hechos de los Apóstoles recogen la vuelta de Pablo y Bernabé a Antioquía de Siria, concluyendo su primer viaje apostólico que se había iniciado con el envío narrado en los primeros versículos del capítulo trece (Cf. Hch 13,1ss).

Incidencias y Mensaje

La geografía del primer viaje apostólico, que está a punto de concluir, se realizó por la meseta central de Anatolia con ciudades importantes como Antioquía de Pisidia o Iconio. Las calzadas romanas vinieron a facilitar las viejas entre aquellas ciudades que vivían de la agricultura y la ganadería, y pudieron abrirse con facilidad al comercio por la mejora de las vías de comunicación. Tanto en Antioquía como en Iconio, Pablo y Bernabé se encuentran comunidades judías y una mayoría que fomenta el culto a los dioses griegos y a las divinidades romanas. Los patrones se repiten, y los grupos religiosos son similares en las distintas ciudades a evangelizar. Los Apóstoles se dirigen en primer término a los judíos y se hacen presentes en las sinagogas de donde son expulsados cuando hablan del rechazo hacia JESÚS de las autoridades religiosas judías. La oposición crece cuando fundamentan la mesianidad de JESÚS en las propias Escrituras y concluyen que “por medio de JESÚS, hermanos, os anunciamos el perdón de los pecados y la total justificación, que no pudisteis obtener por la Ley de Moisés, y la obtiene ahora todo el que cree” (Cf. Hch 13,38-39). Pablo y Bernabé predican en la sinagoga de Antioquía con un esquema similar al utilizado por Pedro el día de Pentecostés. Algunos que los oían daban el paso a la Fe, pero la resistencia por parte de otros alcanzaba la violencia física, hasta el punto de verse obligados a marcharse. En Listra la cosa fue más grave y Pablo terminó siendo lapidado (Cf. Hch 14,19).

Fortaleciendo la Fe

“Habiendo evangelizado en Derbe y conseguido bastantes discípulos, se volvieron a Listra y Antioquía, confortando el ánimo de los discípulos, exhortándolos a perseverar en la Fe, y diciéndoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de DIOS” (Cf. Hch 14,21-22). Los Apóstoles en su misión evangelizadora no son estrellas fugaces, que deslumbran por un momento y desaparecen a renglón seguido. En un corto intervalo de tiempo probablemente, Pablo y Bernabé, pueden contar nuevos testimonios y ofrecer nuevas gracias a las comunidades recién fundadas. El rechazo y persecución a los Apóstoles llegó en Listra al extremo de la lapidación, de la que los sujetos no salen vivos salvo milagro. El rechazo y odio a Pablo por parte de sus antiguos compañeros no tenía fisuras. A Pablo de Tarso algunos de sus antiguos condiscípulos lo consideraban como un perfecto traidor a la Ley de Moisés, al que era preciso eliminar. El testimonio de Pablo y Bernabé movía a un buen número a la conversión y daban el paso a la Fe en JESUCRISTO. Pablo y Bernabé comienzan a ser ejemplos vivos de las bondades y riesgos de la Fe en JESUCRISTO. Ellos, de forma parecida, tendrán que afrontar también la persecución en la medida que sea, pues el SEÑOR no permitirá que la prueba supere las fuerzas. El objetivo para los de Licaonia, Derbe y cualquier comunidad es entrar en el Reino de DIOS, lo que significa una transformación de la vida presente y su culminación en la Vida Eterna. DIOS reina a partir de ahora donde la acción del ESPÍRITU SANTO sea posible gracias a su envío por el PADRE y el HIJO. Con verdadera necesidad buscamos el Descanso de DIOS (Cf. Hb 4,3-7). El verdadero descanso del hombre en este mundo no está en la desidia de no hacer nada, sino en la Paz dada por el SEÑOR, que es señal o anticipo de la bienaventuranza Eterna. Ni JESÚS, ni los auténticos evangelizadores engañan a nadie: la Paz que da el SEÑOR en este mundo se vive en medio de pruebas, dificultades y encrucijadas diversas. El género exhortativo está muy presente en los distintos autores sagrados del Nuevo Testamento. La exhortación es un consejo con carácter general que se ofrece inapelable y con toda urgencia, pues no se puede posponer el llevarlo a cabo. Lo de consejo general parece contradictorio, pues el consejo se entiende muy personalizado y exclusivo para remediar algo grave o importante. La exhortación siendo una recomendación general, grave y urgente, es dada para que cale en el corazón del receptor como lo haría el consejo personalizado y específico.

Presbíteros

“Designaron presbíteros en cada Iglesia, y después de hacer oración con ayunos los encomendaron al SEÑOR en quien habían creído” (v.23). La segunda visita de los Apóstoles a estas comunidades encuentra en la elección de los presbíteros un motivo de máxima importancia. Las comunidades no pueden regirse por la opinión o decisión de mayorías. Las cosas de DIOS van por otros caminos distintos de la suma de voluntades cuando se trata de asuntos fundamentales. Tampoco se trata de atribuir a una sola persona toda la capacidad de decisión, pero JESÚS ha dejado testimonios suficientes con su conducta sobre la adhesión y obediencia a la voluntad del PADRE, que distan ostensiblemente de la voluntad de los hombres. Por otra parte, había que realizar con autoridad espiritual el Sacramento de la EUCARISTÍA, el Bautismo y el mismo perdón de los pecados. Este último Sacramento fue mostrando sus potencialidades a lo largo de los siglos, pero en determinado momento era precisa la absolución del obispo o el presbítero. Santiago en su carta habla de “llamar a los presbíteros de la Iglesia cuando alguien se ponga gravemente enfermo, para que oren por él” (Cf. St 5,14). Aquellas comunidades iniciales vivían con agradecimiento las manifestaciones del ESPÍRITU SANTO, y con un alto grado de madurez espiritual, que hacía posible en tiempo record la ordenación del número de presbíteros suficientes. Las Escrituras tenían que ser leídas y explicadas con profundidad y unción suficientes, y en este punto se ponía de relieve el papel del “anciano” o presbítero. Como bien sabemos, las Escrituras leídas y proclamadas venían del Antiguo Testamento, aunque en los años siguientes empezaran a darse los escritos debidos a los Apóstoles, de los que una parte corresponden a nuestro Nuevo Testamento. Desde el principio las comunidades cristianas tuvieron que cribar la documentación escrita, pues la exageración y el error manifiesto estuvieron presentes. Personas verdaderamente ungidas y selladas en la Verdad eran necesarias para mantener la Fe de las personas sencillas que se iban acercando a las filas cristianas. Queda esbozado en este versículo un incipiente rito de ordenación: “después de hacer ayunos y oración los encomendaron al SEÑOR en quien habían creído”. El ayuno y la oración están destinados a pedir que el ESPÍRITU SANTO marque con su sello indeleble a los presbíteros que son enviados a la misión de mantener viva la llama de la Fe en sus comunidades. Se repite el esquema de envío con el que da comienzo el capítulo trece (Cf.  Hch 13,1-3), cuando Pablo y Bernabé fueron destinados a la misión que estaban concluyendo.

Hacia Antioquía de Siria

Los Apóstoles vuelven al punto de partida: “Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge y llegaron a Atalía, y aquí se embarcaron para Antioquía de donde habían partido encomendados a la Gracia de DIOS, para la obra que habían realizado” (v.24-26) Pisidia es la región interior de la meseta de Anatolia y Panfilia la región costera, en la que se encuentra el puerto de Atalía. Unos quince días de navegación separaban Atalía de Antioquía de Siria, en los meses que se podía navegar. Entre los meses de noviembre y marzo la navegación se suspendía por el rigor de las tormentas y el estado del mar, por lo que los Apóstoles tuvieron que hacer la travesía en meses de verano o al comienzo del otoño. Tiene su interés la consideración final de este versículo, pues su campo de acción debía ajustarse a lo que se les había encomendado asistidos por la acción de la Gracia: “encomendados a la Gracia de DIOS para la obra que acababan de cumplir” (v.26) La planificación de la misión evangelizadora no es minuciosamente estricta, pero tampoco es caprichosa o arbitraria. La misión evangelizadora muestra un cierto orden y planificación, que tiene en cuenta los lugares a los que se llevará el Mensaje. Por otro lado, los evangelizadores responden también al modo de Fe y docilidad expresado en la vocación de Abraham: “sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que YO te mostraré” (Cf. Gen 12,1). Así también, san Pablo seguirá en la evangelización caminos que no tenía previstos.

Comunidad de origen

“A su llegada, reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar todo cuanto DIOS había hecho juntamente con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la Fe” (v.27). Nos resulta difícil evaluar la importancia de las primeras acciones evangelizadoras y sus consecuencias, por la tendencia que tenemos a considerar que las cosas siempre han sido como nosotros las vemos. Sobre el terreno se pudieron constatar las experiencias de conversión de los gentiles, que daban la prueba definitiva de la singularidad del Cristianismo. La Fe de los gentiles, la adhesión de los paganos a JESUCRISTO por la conversión abría las fuentes del ESPÍRITU SANTO y los llenaba de dones y gracias especiales. Definitivamente el cumplimiento de los seiscientos trece preceptos establecidos por los rabinos para el perfeccionamiento moral y espiritual quedaba sin valor para la Salvación. La Fe en JESUCRISTO proporcionaba al creyente una nueva capacidad para vivir en este mundo y hacerlo ciudadano de pleno derecho de la Jerusalén Celestial. La Vida Eterna dada por la Cruz y la Resurrección de JESÚS estaba abierta a los gentiles. Los testimonios personales de este primer viaje no serían suficientes, pues el libro de los Hechos de los Apóstoles relata las distintas controversias originadas en torno a esa cuestión del todo fundamental. Los testimonios compartidos con los hermanos de Antioquía eran nuevas gracias que llegaban a la comunidad y fortalecían la Fe. El modelo se repite: “los creyentes eran asiduos a la enseñanza de los Apóstoles, la Fracción del Pan, las oraciones y la comunión” (Cf. Hch 2,42). La comunión iba creciendo y se enriquecía a medida que nuevos hermanos recibían la Gracia.

Pascua y testamento

La Pascua se mueve entre la Cruz y la Resurrección. JESÚS es la ofrenda perfecta por los pecados de todos los hombres, que el PADRE acepta resucitándolo de entre los muertos. Sólo JESÚS puede entrar en la muerte y salir de ella dando el paso -salto- a la Vida. Las palabras de JESÚS en las horas finales tienen una gravedad especial y san Juan recoge lo que el discípulo debe mantener siempre presente. Llegada la tercera Pascua de los judíos, señalada por el evangelista, “sabiendo JESÚS que había llegado su Hora de pasar de este mundo al PADRE, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo… Sabiendo que el PADRE había puesto todo en sus manos, que había salido de DIOS y a DIOS volvía…” (Cf. Jn 13,1-3). La perfección de la ofrenda está en el Amor. JESÚS es la perfecta ofrenda por los hombres al PADRE, porque ÉL nos ha amado hasta el extremo. No hay nada que nos pueda separar del Amor de DIOS manifestado en CRISTO JESÚS: “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna (Rm 8,38-39). El HIJO viene a este mundo y carga con los pecados de los hombres, aceptando la muerte en la Cruz como paso necesario para la Vida Eterna de todos los hombres que se acojan a su Redención. JESÚS sabe de quién procede y cuál es su destino. Este aspecto del conocimiento no es menor para hacer válida la Redención. JESÚS no se encontró con la muerte por accidente. JESÚS fue víctima de lo que los hombres hemos querido hacer con ÉL, amándonos en todo momento a pesar de darle muerte siendo el INOCENTE. La Hora de JESÚS en este mundo representa la Salvación Eterna para nosotros. Ese intercambio es posible, porque AQUEL que se ofrece tiene un valor infinito a los ojos del PADRE, que ve así cumplida toda Justicia. Extraña manera que DIOS tiene de proceder, pues dirige sobre SÍ mismo las penas que nosotros merecemos y librándonos a nosotros de las mismas. Nuestros pecados construyen una barrera frente a DIOS, que sólo CRISTO como nos dice san Pablo puede destruir.

El plan malévolo

“Cuando salió Judas, dice JESÚS: Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y DIOS ha sido glorificado en ÉL” (Cf. Jn 13,31). Se inicia a partir de este momento la cuenta atrás, pues el plan del Maligno entra también en su recta final con respecto a JESÚS. Podemos pensar que a un lado de JESÚS está Judas y el otro lo ocupa Juan, que es quien pregunta al MAESTRO sobre el que lo va a traicionar. Con un gesto de máxima deferencia, JESÚS ofrece el pan mojado junto con el vino, probablemente ya eucaristizados, a Judas. No faltaron ocasiones, pero ahora confluían un buen número de circunstancias que favorecían acabar con JESÚS. Después de las tentaciones en el desierto, san Lucas señala que el diablo se retiró hasta una nueva ocasión (Cf. Lc 4,13;). El momento propicio se estaba dando, pues “Satanás había entrado en Judas” (Cf. Lc 22,3, Jn 13,27). Era de noche dice san Juan cuando esto sucede (v.2), y señala que JESÚS dice a Judas: “lo que has de hacer, hazlo pronto” (Cf. Jn 13,27). San Juan no relata exorcismo alguno, pero insiste en la acción del Maligno como padre de la mentira (Cf. Jn 8,44), y en este caso poseyendo al discípulo que se había vendido a los conspiradores contra JESÚS. Otra situación paradójica aparece en este versículo, al referir la glorificación de DIOS por la traición de Judas. El Amor vencerá al odio, que llega a su punto más alto en la Cruz de JESÚS.

El HIJO será glorificado

“Si DIOS ha sido glorificado en ÉL, DIOS PADRE lo glorificará en SÍ mismo” (v.32). La Resurrección y la vuelta a “la derecha del PADRE” (Cf. Jn 20,17) cumplen este objetivo. Misteriosamente la humanidad del HIJO recibirá la comunión perfecta con el PADRE en la Ascensión, lo mismo que el sometimiento de todas las jerarquías angélicas, de las que también es Cabeza Suprema (Cf. Col 1,18). Poder y Gloria son restituidos al HIJO que cumplió con absoluta perfección el Plan diseñado por el PADRE desde toda la eternidad. La Creación es completada y perfeccionada por la Redención, que sólo el HIJO mediante la Encarnación llevaría a cabo. Al final de todo el proceso se podrán decir con plenitud de significado: “y vio DIOS que todo era muy bueno” (Cf. Gen 1,31).  

El tiempo es corto

“Hijos míos, poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y lo mismo que les dije a los judíos, vosotros no podéis venir, os digo ahora a vosotros” (v.33) Desde cualquier posición, el tiempo en este mundo siempre es breve con respecto a la eternidad. El modo de estar JESÚS con sus discípulos cambiaría en breve. El RESUCITADO vivirá en medio de sus discípulos -Iglesia- de forma velada. Incluso la presencia más densa, la EUCARISTÍA, requiere la Fe para ser percibida y sólo por Gracia. La Fe no es un talismán, sino la parte que nos toca para el diálogo con el SEÑOR en el que confiamos: el SEÑOR se manifiesta o revela si ÉL quiere, aunque la confianza no desfallezca. Encontraremos al SEÑOR, si ÉL decide encontrarse con nosotros. Sabremos dónde está, si ÉL nos lleva junto a SÍ: “volveré y os llevaré CONMIGO” (Cf. Jn 14,3). Para irnos de este mundo hemos de ser llevados, pues no lo trascendemos por propia iniciativa. Por eso se ha de tener mucha prevención frente a las formas inducidas de suicidio que se proponen en la actualidad. Alterar el funcionamiento biológico de nuestro cuerpo indebidamente, puede llevar a una penumbra espiritual muy dolorosa, en la que no se percibe trascendencia alguna. Sólo el SEÑOR nos puede llevar a las moradas de Luz, porque ÉL es la LUZ.

El Mandamiento Nuevo

“Os doy un Mandamiento Nuevo, que os améis los unos a los otros como YO os he amado, así también os améis los unos a los otros” (v.34). Mediante el Don del ESPÍRITU SANTO damos oportunidad a extender el Amor de JESÚS. Las limitaciones personales tan variadas hacen necesario que el ESPÍRITU SANTO viva en nuestro corazón para amar a DIOS y al prójimo como nos pide JESÚS. “Si el ESPÍRITU del que resucitó a JESÚS de entre los muertos, vive en vuestros corazones…” (Cf. Rm 8,10). Nuestro corazón tiende a la esclerosis, a petrificarse, porque nuestra naturaleza está dañada, aunque no de forma total, por eso nos cabe la Gracia, o el Don de DIOS. Son muchos los dones espirituales que están contenidos en el arca de la Redención, pero el más valioso es el Amor del que nos habla JESÚS para amar a DIOS y al prójimo. El Reino de DIOS se abre paso en el mundo gracias a los que irradian con su s palabras y actuaciones el Amor de DIOS. La Escritura mantiene como principio o Mandamiento primero el Shemá (Cf. Dt 6,4-5), pero ahora JESÚS añade algo propio de los tiempos mesiánicos: “amad, como YO os he amado”. De forma especial los Evangelios se convierten en la escuela que enseña el verdadero Amor, pues muestran cómo expresa JESÚS con sus palabras y acciones su Amor a las personas y su relación con el PADRE. El aprendizaje del Amor de JESÚS nos lleva a recapitular toda la Escritura y de forma especial el Nuevo Testamento.

Testimonio

“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis los unos a los otros” (v.35). A poco que un grupo parroquial mantenga el rescoldo de la Gracia habrá una aspiración a crecer en este Amor propuesto por JESUCRISTO. Un grupo de personas que vivan con naturalidad algunas de las virtudes derivadas de la Caridad aparecen inmediatamente como una referencia tangible. Si hay Caridad fraterna en la Parroquia, entonces, hay algo; si no existe un cierto nivel de fraternidad, entonces, no hay nada. Bueno, puede permanecer durante un cierto tiempo algo de ritualismo, que durará tanto como vivan los que asisten a las celebraciones. Todos los planes pastorales que se puedan inventar tendrán la eficacia que imprima en ellos la Caridad fraterna. Puede que sea necesario aclarar que la Caridad fraterna no es posible sin la adoración al SEÑOR como expresión de la sincera piedad. Algo más: un poco de alegría en la comunidad, buen humor y un cierto tono de ingenuidad que elimine suspicacias y críticas, pueden ayudar a la Caridad fraterna. Con un poco de suerte nos pareceremos algo a los verdaderos discípulos del SEÑOR.

Apocalipsis 21,1-5

El libro que nos revela las cosas nuevas de DIOS es el Apocalipsis. Finalizando las intervenciones divinas la revelación habla, como si de una nueva creación se tratase, de un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra donde el mar ya no existe (v 1-2). La bestia y el dragón provienen del caos simbolizado por el mar, y por eso el mar no tiene cabida en la Nueva Tierra. Entonces no habrá lugar para el engaño y la mentira promovidos por el profeta de la bestia y del dragón.  Se baja el telón de esta historia cargada de tribulaciones y aparece la Ciudad Santa que baja del Cielo engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz, que decía, esta es la morada de DIOS con los hombres (v. 3). La Ciudad Santa está presente en el capítulo siete de este libro, y recordamos que nos refiere la multitud incontable de redimidos, que han blanqueado sus vestiduras en la sangre del CORDERO (Cf Ap 7,14). En los capítulos finales se añaden algunos rasgos que nos ayudan a mejorar la visión de DIOS con los hombres.  Lo inefable no encuentra acomodo fácil en el lenguaje humano y el autor sagrado recurre a la simbología. La gran Ciudad tiene doce puertas con basamentos, columnas y murallas de oro y piedras preciosas. Cada puerta lleva el nombre de una de las tribus del Pueblo de Israel, y el nombre de uno de los Apóstoles del CORDERO. La Ciudad Santa no tiene santuario propiamente, pues el Santo de los Santos lo llena todo y sus habitantes no necesitan de la luz de las lámparas o del Sol. En la Ciudad Santa está la Vida inagotable y la salud permanente simbolizada en las hojas medicinales que aportan los árboles a uno y otro lado del Río de la Vida (Cf. Ap 22,1). Los integrantes de la Ciudad Santa llevarán el nombre del CORDERO en la frente (Cf. Ap 22,4), y no estarán en ella los marcados por el número de la bestia. Todas estas cosas sucederán pronto: “sí, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro” (Cf. Ap 22,7).

DIOS pone su morada entre los hombres

La Ciudad Santa descrita en estos capítulos certifica que el SEÑOR es el DIOS-con-nosotros (Cf. Is 7,14), que cumple sus promesas a pesar de las infidelidades de los hombres. El VERBO pone su morada entre nosotros (Cf. Jn 1,14), sin dejar su misión por el rechazo de algunos de los suyos que no lo recibieron. Definitivamente, la Ciudad Santa es la morada de DIOS con los hombres y no cesará jamás. El SEÑOR DIOS enjugará las lágrimas de todo sufrimiento, y no habrá en la Ciudad muerte o enfermedad. El vidente del Apocalipsis va concluyendo su profecía y quiere infundir toda la certeza emanada de la revelación auténtica: “el que está sentado en el TRONO le dice, mira que hago un Mundo Nuevo; y estas son palabras ciertas y verdaderas” (v.5).

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