El obispo amazónico Erwin Kräutler ha calificado de insuficientes los argumentos contra la ordenación de mujeres al sacerdocio. Hasta hoy no ha escuchado una respuesta convincente a la pregunta de por qué no se ordena a las mujeres, escribe Kräutler en un artículo del número de marzo de la revista «Stimmen der Zeit».
Al prelado alemán le preocupa que el Papa Juan Pablo II hubiera declarado en 1994 que la Iglesia no tenía autoridad para ordenar mujeres al sacerdocio. Pero sostiene que dado que la carta apostólica «Ordinatio sacerdotalis» no era una «proclamación de dogma», se podría cuestionar la decisión papal.
La realidad es muy distinta. Juan Pablo II puso en juego toda la autoridad pontificia, propia del ministerio petrino, para zanjar esta cuestión. Basta leer sus palabras:
«Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».
Pero es que además, la Congregación para la Doctrina de la Fe respondió a una dubia sobre la naturaleza del pronunciamiento pontificio, advirtiendo que se trata de una doctrina propuesta infaliblemente por la Iglesia. Conviene recordar que no es necesario que una doctrina haya sido declara dogma para que forme parte del depósito de la fe y obligue a todos los fieles, tanto más a los obispos:
Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Respuesta: Sí. Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.
Por tanto, Mons. Kräutler y todos los obispos que sostienen sus tesis atentan contra el depósito de la fe católica y se sitúan al margen de la enseñanza de la Iglesia.
En un ejercicio de irresponsabilidad manifiesta para evitar asumir sus propias responsabilidades al haber sido obispo durante largo tiempo en la región amazónica, el obispo germano asegura que la carta del Papa y la legislación de la Iglesia sobre la ordenación de mujeres tienen toda la responsabilidad de que los fieles de la Amazonia sufran la «falta de eucaristía». La región está marcada por una enorme escasez de sacerdotes. Hay «miles de congregaciones cristianas» en la región amazónica, pero la mayoría de ellas están dirigidas por mujeres y hombres laicos. La mayoría de los creyentes sólo ven al sacerdote una o dos veces al año. Por eso el 95% de los fieles «se quedan sin la unción de los enfermos y mueren sin el viático, el alimento espiritual». Lo que no explica Mons. Kräutler es por qué no se envían sacerdotes desde el resto de Brasil para atender de forma más habitual a los fieles amazónicos.
El obispo incurre en una gran contradición. Mientras que asegura que si nos remontamos a los inicios del cristianismo, «no se puede discutir» que las mujeres fueran líderes de la Iglesia y que no está probado que en la Iglesia primitiva sólo un hombre presidiera la Eucaristía (sic), al mismo tiempo afirma que los Evangelios se escribieron en un «espacio cultural patriarcal» en el que «las mujeres desempeñaban un papel sumiso a los hombres». Lo cierto es que no hay el menor indicio de una sola mujer ordenada como presbítero u obispo en toda la historia de la Iglesia durante los primeros siglos. Y es evidente que no podía darse Eucaristía sin un sacerdote que consagrara las especies eucarísticas.
Ante la falta de argumentos teológicos y basados en la Tradición, el obispo apela a que en el siglo XXI, hace tiempo que las mujeres son iguales a los hombres.
«En el transcurso de dos milenios, ¿no se han inculturado repetidamente los Evangelios en las respectivas sociedades?» Esto podría ocurrir hoy en día con respecto a la ordenación de mujeres. Esta cuestión se refiere «simplemente a las necesidades pastorales de nuestro tiempo, no a la historiografía», dijo Kräutler.
El obispo austriaco de 82 años estuvo al frente la prelatura territorial de Xingu, en la región amazónica de Brasil, desde 1981 hasta 2015.
Katolisch/InfoCatólica