«La liturgia sin la unión del hombre con Dios es una aberración», escribió acertadamente Francisco el 10 de mayo a una delegación del «Instituto Superior de Liturgia de Barcelona», en España.
Pero no se le ocurrió que ése es precisamente el problema del secularizado Novus Ordo.
Y añadió otra perogrullada: «Una aberración, por ejemplo, sería una liturgia esclavizada al rubricismo, que no promueve la unión con Dios».
De hecho, las rúbricas (es decir, las instrucciones sobre cómo debe celebrarse una liturgia) son tan precisas y detalladas, que liberan al sacerdote de verse obligado a ser un showman que tiene que inventar el curso de lo que va a seguir, centrándose en el público más que en Dios.
Las rúbricas transportan al sacerdote para que pueda concentrarse plenamente en la «unión del hombre con Dios».
Francisco pidió a los liturgistas que «trabajen para dar vida a nuestra liturgia cotidiana», admitiendo así que el Novus Ordo está muerto.
CIUDAD DEL VATICANO.
SÁBADO 11 DE MAYO DE 2024.
ESNEWS.