La historia de México, o una gran parte de nuestra historia, está conformada por los maestros en las aulas. La educación se ha convertido en uno de los elementos más importantes de nuestra vida; hoy, en la polémica que se ha suscitado con los libros de texto de educación básica, cada quien defiende su postura según su criterio e interés. La patria se fortalece en el aula, nadie aprende en cabeza ajena, dice el dicho, pero todo lo que perdura, en gran parte y sin lugar a dudas, lo hemos aprendido en la escuela con nuestros maestros.
Dejemos ahora la polémica sobre los libros de texto y situémonos en lo esencial. La educación es parte preponderante de todo corazón, engrandece a la persona y, por ende, a la patria. La base en la cual se debe apoyar el sistema de gobierno y en la que pueden fundarse las esperanzas de grandeza y de gloria en el presente y en el futuro es la educación. México ha perdido el rumbo a causa de ideologías infiltradas y promovidas por el mismo gobierno; ¿cómo, pues, soslayar y desdeñar la importancia capital de la educación?
Hay algo que vale la pena retrotraer y fijar: hasta cuándo llegará el día en que se valore más a los que enseñan que a los que oprimen; es conveniente regresar a la fuente. La educación está destinada a desarrollar todas las capacidades, intelectual, moral, afectiva y espiritual.
Constructores y destructores, construir la reforma de la educación moral y de la historia no se trata de una tesis irreal, sino de una muy certera y práctica, lo cual exige obras útiles. Si el gobierno no apoya, con toda esta disque transformación, por lo menos no debe ser un estorbo, ¡terrible realidad! ahora todo mal logrado por falta de educación, pero confiemos en que la tarea recomenzará en casa con un mayor empuje; en efecto, hay algo en la consciencia de los padres y maestros, quienes deben tomar las riendas de la educación para los niños.
No todo está perdido de acuerdo con la presencia e intensidad del sentido de responsabilidad de apoyo o afecto, control, valores y creencias de los padres. Se puede desarrollar en cada familia, en cada padre/madre, un “Modelo Educativo Único” (MEU), entendido este como el conjunto de ideas, creencias, valores, actitudes y hábitos de comportamiento que los padres mantienen respecto a la educación y crianza de sus hijos, que guía y orientará su relación con ellos. Es evidente que educar hoy en la familia es un asunto complejo, pero urgente y necesario porque la realidad lo exige. Nadie duda de lo complejo que es criar y educar a nuestros hijos, si además se habla de un escenario generalmente democrático con tinte comunista en donde no vale ya la opinión de los padres, sino la imposición del gobierno.
No queda otra salida que cerrar filas e implementar un “Modelo Educativo Único” (MEU). “Los padres tenemos el derecho natural de educar a nuestros hijos, pero con la obligación correlativa de que la educación y la enseñanza de la niñez se ajusten al fin para el cual Dios les ha dado los hijos. A los padres toca, por tanto, rechazar con toda energía cualquier atentado en esta materia, y conseguir a toda costa que quede en sus manos la educación de sus hijos, y apartarlos lo más lejos posible de las escuelas en que corren peligro de beber el veneno de la impiedad”. La educación es esencial para el desarrollo de la patria.