La situación en la que estamos se mueve a partir de dos extremos, desde aquellos que piensan que el sistema capitalista, aun con todas sus deficiencias, ha permitido el bienestar y el progreso, como desde aquellos que creen que este sistema ha tocado fondo y que, por lo tanto, es necesario implementar un sistema socialista-comunista.
Precisamente por ello me quiero atrever a reflexionar. La mejor manera de concebir el origen de algo es aprendiendo los elementos constitutivos que lo conforman, hay que colocarse en el seno de las cosas y creo que el elemento más simple del Estado es la familia; no así los individuos, porque si fuera de este modo, caeríamos en lo que hoy se está suscitando en la sociedad, en “desgajar a la familia” por medio del individualismo y otras corrientes más. Por consiguiente, ¿cuál sería el fin de la familia?
Si el Estado se fundara en las familias y no en el individuo, como versan las ciencias, la familia constituiría la base fundamental de toda organización social y humana en una forma de vida para satisfacer y llegar a la realización, así como para atender las necesidades mediante la cohesión que se dé en ellas.
En efecto, no puedo poner en duda que el Estado está naturalmente constituido sobre la familia y el individuo es visto no como cualquier individuo, sino como parte de una célula que es la familia. Si al individuo le va bien, le va bien a la familia, y si les va bien a las familias, le va bien al Estado, quien debe velar por su desarrollo, pero ¡sabemos que no es así!
Uno de los grandes temas que acaparan la atención en las familias siempre y hoy en la actualidad es, sin lugar a dudas, el dinero y la manutención; los movimientos y usos que se les da a estos recursos, en números casos, caen en la usura.
La usura y el cobro de un interés por préstamo monetario es, en sí mismo, injusto. A partir de esto, es aceptable que el dinero constituye un medio de intercambio entre bienes y servicios, pero al conseguir un préstamo por necesidad, se le agregan a elevados intereses, los cuales son permitidos por el Estado. Ello cae en la injusticia, es decir, en la usura; el punto de reflexión radica en que esta práctica es permitida y disfrazada en la regulación del interés.
Creo que la usura es reprobable e injusta; pongamos un ejemplo, en una familia se busca adquirir un bien, una casa para tener un lugar en donde vivir, y los préstamos hipotecarios son una alternativa, pero cuánto deben pagar y durante cuántos años; así mismo para hacerse de un auto, pues resulta que en muchas ocasiones se paga el doble de su precio o más, ¿esto es justo? Reconozco que para muchas personas y familias es práctico, “lo pido y lo tengo” (este tema lo reflexionaré después), en lugar de hacer un ahorro e ir adquiriendo un bien, poco a poco. ¿No seremos nosotros responsables de que esta práctica de la usura en la sociedad crezca cada vez más, al ser todos cómplices de ella? Los usureros están en las esquinas de las plazas, cuida tu economía familiar, el dinero es un medio, no el fin.