Este IV Domingo de Pascua celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, es el domingo llamado del Buen Pastor. Todos los años se toma un fragmento del capítulo 10 de san Juan. Hoy se proclama esa relación del Pastor con sus ovejas y se expresa a través de los verbos: “escuchar, conocer, seguir, dar la vida, no perder”, que establecen un vínculo íntimo de comunión entre Cristo y sus ovejas los creyentes. Aunque también debemos de tener presente que el Pastor y oveja no representa dos grupos de personas, sino dos actitudes, que todos sin excepción, vamos asumiendo de manera simultánea a lo largo de nuestra vida. Jesús mismo tuvo experiencia de las dos actitudes, más aun, es modelo del Buen Pastor, porque previamente estuvo dispuesto a escuchar, como buena oveja, la voz de su Padre. El relato de hoy entreteje ambas actitudes, a la voz de la escucha que el Señor pide a las ovejas, corresponde el conocimiento del Pastor: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”. Con esto queda claro que un buen discípulo sabe distinguir los buenos guías de los mercenarios y ladrones, percibe con claridad a los dirigentes que dañan la comunidad y a aquellos que realmente le hacen bien. Deseo centrarme en esa frase: “¡Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen!”. Qué hermoso verso, lleno de sentido, pero que nos interpela hoy: ¿Estamos bautizados? ¿Somos ovejas de Jesús? Recordemos que las ovejas de Jesús escuchan su voz y lo siguen, quiere decir, que cumplen lo que esa voz les indica, que siguen y viven el estilo de vida que nos dejó Jesús.
El verbo “escuchar” significa prestar atención a lo que uno oye; prestar atención es estar con todos los sentidos para captar lo que se nos está transmitiendo. Escuchar es una realidad no sencilla, ya que estamos en medio de una contaminación del ruido; existen muchas voces que pueden distraernos, existen otras voces que tratan de apartarnos de esa voz de Jesús.
En el campo humano ¿cuánta es nuestra capacidad de escucha?, esposos ¿saben escucharse? ¿se miran a los ojos cuando se hablan? ¿captan los gestos, el tono de voz? Papás ¿cómo escuchan a sus hijos? Y ustedes hijos ¿cómo escuchan a sus padres?. Qué importante es que nos demos cuenta de nuestra capacidad de escucha, sólo así podremos darnos cuenta si somos capaces de escuchar la voz de Jesús. Así podremos estar preparados para escuchar la voz del Maestro por la acción del Espíritu Santo en la Eucaristía, al leer la Biblia, en el grito de las injusticias, en la voz del hermano que pide ayuda. Sigamos desarrollando nuestra capacidad de escucha, sin olvidar que Dios nos dio dos oídos y una sola lengua, para que escuchemos el doble de lo que hablamos. Invito a los papás a que escuchen a sus hijos, sabiendo que el escuchar no es hacer lo que los hijos les pidan, sino escuchar para discernir y poder conducirlos correctamente. Hijos escuchen a sus padres, sepan lo que quieren hacer de ustedes, un padre desea hijos buenos.
Hoy domingo de oración por las vocaciones, invito a los niños y a los jóvenes, a que escuchen la voz de Jesús. Hoy que se habla tanto de crisis de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, me parece que hay una crisis de respuesta y esto creo que es porque no se escucha la voz del Maestro, ante tantos ruidos en que vivimos. Jóvenes, Cristo les llama, miren su llamada o vocación es como un sello grabado con fuego, en la estructura misma de su persona en el momento de su concepción, amado y pensado por Dios para ser profeta como sacerdote, religioso, religiosa, nos ha formado así desde el seno materno. Los elegidos llevamos en nuestro interior este sello que nos lleva a ser lo que estamos llamados a ser. Por eso, creo que cada joven ha de acercarse al Señor y preguntarle: ¿Qué quieres que haga? ¿Cuál es mi vocación y misión en el mundo? Y quien se da tiempo para la escucha de la voz del Señor, Él le manifestará su voluntad. Jóvenes, díganle al Señor: ¡Muéstrame mi vocación!, habla Señor, que tu siervo escucha. Lamentablemente, hoy como ayer, hay muchos jóvenes que por diversas razones, permanecen sordos a la llamada del Señor, pero también existen esos jóvenes que escuchando y entendiendo la llamada del Señor, con valor y decisión, sobreponiéndose a todo temor, renunciando generosamente a sus propios planes, saben decirle: ¡Aquí me tienes Señor, hágase en mí, según tu Palabra!.
Hermanos todos, no olvidemos pedir por las vocaciones. Como Iglesia universal estamos carentes de personas que quieran dedicar su vida al servicio de Dios; nosotros lo experimentamos aquí en nuestra querida Diócesis la falta de vocaciones. La vocación es esa llamada que Dios nos hace para servir en un estado de vida y cuando descubrimos y nos entregamos con libertad, con gozo y alegría a lo que hemos sido llamados, iremos haciendo de nuestra vida, una vida con mucho sentido.
Meditando como Obispo lo que nos dice Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz”, me entra como una cierta angustia, preguntándome a mí mismo: ¿Y mis ovejas, que son las suyas, escucharán su voz en mi voz? ¿Escucharán la voz de Jesús en la voz de la Iglesia? ¿No estarán cansadas de escuchar siempre lo mismo, palabras que no despiertan el interés ni el gusto espiritual, palabras que adormecen el espíritu y no hacen brotar la esperanza, palabras que resbalan por la piel del alma y no logran entrar dentro? No entiendo ¿por qué si escuchamos a Jesús que ha venido para darnos vida, votamos a favor de candidatos que están a favor del aborto? Y si somos misioneros y hemos de buscar la difusión del Evangelio ¿cómo explicarnos que haya cristianos que voten a favor de candidatos que quieren cerrar iglesias? Si creemos en Dios que instituyó la familia ¿cómo votamos por candidatos que defienden ideologías destructoras de la familia? Recordemos, si queremos ser cristianos, hemos no sólo escuchar y sestear a la sombra, sino también tenemos que seguirle donde quiera que Él vaya. No me ilusiona cuando me dicen: ‘¡Qué bonito ha hablado señor Obispo!’ Más bien me ilusionaría que alguien me dijera: Lo que ha hablado me ha llegado al alma, sentí que estaba dicho para mí, ha dado consuelo y esperanza a mi alma. Preguntémonos: ¿Por qué escuchamos a Jesús? Porque las palabras de Jesús son las que llevan vida: “Yo les doy vida eterna”, porque abren y llegan al corazón, porque despiertan las esperanzas dormidas, porque son buena noticia de Dios cada día, porque responden a nuestras inquietudes, porque las palabras de Jesús son invitación a su seguimiento: “Y ellas me siguen”. Jesús dijo: “El que a vosotros les escucha, a mí me escucha”. Allí está el problema porque Jesús es la Palabra encarnada de Dios, me pregunto: ¿Seré yo palabra encarnada de Jesús?, Jesús fue Palabra, Evangelio de Dios, ¿seré palabra evangelio de Jesús hoy? Los pastores tenemos la misión de representar a Jesús, no de suplantarlo, y para poder ser la voz del Buen Pastor, tenemos que escucharle a Él. La gente no tendrá vida escuchándonos a nosotros, sino escuchándole a Él a través de nosotros, también nosotros pastores hoy somos ovejas de su rebaño que hemos de escuchar y seguir a Jesús y queremos tener vida eterna. ¿Cómo le escuchamos y cómo le seguimos?.
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
¡Feliz domingo para todos!