Saberes y sabores: que será, será

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Doris Day nos regaló la canción Que será, será; ésta comienza con la frase “cuando solo era niña pequeña”, y nos hace recordar tantas ilusiones que surgen en la imaginación y que pasan por la mente cuando se encuentra uno en la etapa de la infancia.

Sueños y espejismos en el vaivén de la vida y en las circunstancias en que se viven nos hacen recrear esa hermosa perspectiva de un niño: “es algo que parece real, pero no lo es”.

Quién no recuerda esos sueños maravillosos que tuvimos cuando éramos niños, y no existían límites, por ejemplo, para alcanzar una estrella o crear con nuestras manos una nave espacial. Esas aspiraciones que para los demás eran inalcanzables, para nosotros los niños eran posibles. De la rama de un árbol hacíamos espadas y de un salto volábamos hasta marte. Fingíamos ser papá cuando se jugaba con las niñas a la comidita y ellas, afamadas, cocinaban sus guisos suculentos con hojitas y florecillas cortadas del campo: “no había límites”.

La letra de la canción continúa: “le pregunté a mi madre qué seré?, ¿seré bonita?, ¿seré rica? Cuando de pequeños debíamos aprender el alfabeto o, comúnmente llamado el abecedario, recuerdo que, en mi experiencia, al tratar de memorizarlo casi nunca pasaba de la letra “f”, por ello, mi madre desesperada me decía con voz osca “acuérdate de que eres feo, fuerte y formal, no se te debe olvidar”. Entonces yo inmediatamente me ponía a pensar y después de reflexionarlo le contestaba “es cierto, mami, soy fuerte y formal, pero eso de feo no es cierto”. Entiendo que me lo decía como una práctica pedagógica para que aprendiera a memorizar; ella siempre me trató con cariño y distinción.

En una ocasión, cuando estaba en el último año de la primaria, llegó mi maestro Narciso Sosa Palomino, de feliz memoria, y nos dijo a todos que era un día especial y que, por ende, sería distinto. Nos ordenó mover los mesabancos hacia la pared. Los compañeros, a grito en cuello, exclamaron “¡URRA!”. Una vez desocupado el espacio, con autoridad el maestro dijo: “¡hagan un círculo, todos abajo!, ¡silencio! A ver, piensen en aquello que desean ser cuando crezcan”. Uno a uno todos los alumnos pasaron a exponer sus pretensiones futuras y hubo de todo: doctores, abogados, ingenieros, maestros, hasta un bombero y demás. De pronto, el grupo gritó mi nombre, y con el índice de su diestra el maestro Sosa me señaló, entonces no tuve otra alternativa que pasar al círculo. Lentamente, cual un acusado, daba pasos cortos hasta llegar al centro de aquel grupo de compañeros estudiantiles. Un silencio profundo invadió el escenario, todas las miradas estaban sobre mí como flechas en el tiro al blanco.

Mi corazón latía fuerte cual redobles de una banda de guerra durante los honores a la bandera. Entonces escuché una voz que preguntó “¿qué quieres ser de grande?”. Con mi rostro erguido, dije con fuerza “quiero ser padre de familia”. Semejante a un rayo ante mi vista y oídos, todo el grupo empezó a reír en coro “jajaja, jajaja”. Desconcertado, en ese momento, me preguntaba ¿qué dije mal? Porque eso es lo que realmente quería ser. De un salto cual cervatillo me dirigí a mi lugar. Momentos después se acomodaron nuevamente las bancas y los niños; todo volvió a la normalidad. Al escuchar las campanadas de la hora del recreo, a diferencia de otras veces en las que salía casi corriendo, mis piernas se frenaron y me seguía cuestionando “¿qué dije mal?”. A punto de dar un paso para salir del salón, escuché una voz que me dijo “¡Ruan, hijo, ven!”. “Y ahora qué hice”, me preguntaba internamente. Llegué al escritorio del maestro y, echándome el brazo, dijo: “felicidades, qué profesión tan especial has elegido, nunca te arrepentirás, pues ésa es la mejor inversión que un hombre puede hacer, lamentablemente en mi caso casi todo está perdido”. Como si fuéramos dos grandes amigos empezó a contarme su vida. No recuerdo bien qué tanto me dijo, solo pude decirle que él era el mejor maestro que había tenido. Desde entonces solíamos conversar de vez en cuando. Con él siempre pude aprender y aclarar mis dudas académicas sobre aritmética, geometría y literatura.

Que será, será

Cuando yo era más que una niña

le pregunte a mi mamá

cómo iba a ser de mayor,

si sería guapa, si sería rica

Y esto es lo que me dijo

Que será, será

Lo que tenga que ser será…

Ahora tengo mis propios hijos

Que será, será

Lo que tenga que ser será

Doris Day

Han pasado cerca de seis décadas y sigo cantando.

Pronto seré anciano

Y no sé lo que pasará

Que será, será,

será lo que deba ser

La vida nos sonrió, lo que deba de ser, será

Y después de la muerte yo sé lo que pasará,

me espera una vida hasta la eternidad.

 

Siempre nos hemos preguntado ante toda circunstancia ¿qué será? ¡Será lo que deba ser, SERÁ!

 

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS

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