De «salvaje» a «divino» y sobre todo «más humano», por lo tanto cercano a los dolores de la gente, especialmente de los ancianos y los niños. Francisco toma prestadas las palabras del Papa Pío XII para indicar la «transformación» que espera para este mundo herido por las guerras y la injusticia. El Pontífice habla en un breve videomensaje grabado con un teléfono IPhone en la Casa Santa Marta para todos los miembros del Movimiento por un Mundo Mejor que celebra su 70º aniversario. Se trata de una iniciativa que nació gracias a la intuición del jesuita Riccardo Lombardi y a la voluntad del propio Pío XII, expresada públicamente el 10 de febrero de 1952 en su «Proclama por un mundo mejor».
Francisco hace referencia a Pacelli cuando anima a los miembros del Movimiento a continuar la misión llevada a cabo durante estas siete décadas, siguiendo «una visión de la vida, una visión de la creación».
«El Papa Pío XII habló de transformación. En particular, dice una palabra que se refiere al mundo: «salvaje», que debe hacerse más humano, más «divino», pero sobre todo más humano, porque el Señor está siempre cerca de lo humano. Sigan adelante, no se desanimen, sigan trabajando para lograr esta transformación en el mundo».
Asimismo, el Papa Francisco anima especialmente a «trabajar por la justicia, por los niños, por los ancianos y por la paz», porque «el mundo mejor que queremos es un mundo de paz».
El Movimiento, como mencionamos anteriormente, nació en 1952, como resultado de la relación y el diálogo continuos entre Pío XII y el padre Lombardi, quienes coincidían en la necesidad urgente de que la Iglesia interviniera en medio de situaciones humanas complejas. La época era la de una Europa que se recuperaba de la devastación de la influencia fascista, la ocupación nazi y la amenaza de la ideología comunista.
En la «Proclama», Pío XII afirmó: «Hay todo un mundo que debe ser reconstruido desde sus cimientos, que debe ser transformado de salvaje a humano, de humano a divino, según el corazón de Dios». Una propuesta universal que, sin embargo, tuvo a Italia como punto de partida gracias al padre Lombardi que, ante el horizonte de destrucción del totalitarismo, opuso una sola manera de responder: la fraternidad universal. Esa misma fraternidad, fundada en el sentido de lo humano y en la relación dada a través de la figura de Cristo, a la que hoy el Papa Francisco confía el destino de la humanidad como «ancla de salvación».
El trabajo de Lombardi se centró, por tanto, en las relaciones y su renovación: relaciones que hay que reconstruir en todos los ámbitos, en todo lo que se establece, estructura y planifica entre los seres humanos.
Por tanto, los Estados, sistemas políticos, organismos, convenciones, tratados internacionales, operaciones económicas y, por supuesto, la Iglesia católica, donde las relaciones institucionales y jerárquicas -decía el jesuita- deben basarse en la fraternidad. La propuesta era, y sigue siendo, la de una necesaria conversión, tanto colectiva como personal, derivada de la búsqueda permanente y cada vez más profunda del sentido del destino humano.
Para contribuir a esta conversión-transformación, el padre Riccardo propuso los Ejercicios como una herramienta, de la que surgirían nuevas propuestas pastorales. De esta espiritualidad, de estas nuevas formas de relacionarse, de este dinamismo, nació el Grupo Promotor del Movimiento por un Mundo Mejor, formado por personas de diferentes vocaciones, credos y nacionalidades.
Actualmente, la asociación está dividida en Grupos Locales cuyo ámbito de actuación más común es la nación. Sin embargo, estos Grupos también pueden ser regionales o culturales. Cada Grupo Local promueve diversos tipos de actividades y proyectos. A nivel internacional, se organizan en áreas lingüísticas para experimentar la comunión y la colaboración en la acción apostólica y la formación.
El momento culminante de la vida y la misión del Movimiento es la Asamblea General (o Cenáculo en sesión pastoral), convocada cada cuatro años para elegir al Director General y a otros dos miembros de la Administración General. En esta ocasión también se elabora el Plan de Acción para los cuatro años siguientes.
Los miembros del Movimiento se definen como «buscadores permanentes en una época de tantos cambios, de multiculturalidad y de expresiones multiformes de la realidad, en la que prevalecen el individualismo y el vivir a un ritmo acelerado».
«Queremos abrirnos al Espíritu con humildad», dicen, sobre todo en un momento en el que el totalitarismo puede haber desaparecido casi por completo, pero la pobreza, la desigualdad y la violencia exacerbada van en aumento. En este contexto, el Servicio de Animación busca nuevas formas de fomentar la fraternidad universal, empezando por las nuevas propuestas de Itinerarios Espirituales.
No se trata de iniciativas de «formación, adoctrinamiento o educación», sino de proyectos «para actuar en común»: «Creemos y queremos -explica el Movimiento por un Mundo Mejor- asumir la invitación a encontrarnos con todos, especialmente con los más frágiles, saliendo hacia las periferias, y siendo Iglesia sinodal, en un proceso de discernimiento permanente».
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano