Las restricciones impuestas contra la pandemia han hecho aguzar el ingenio a los sacerdotes más llenos de celo. Así, allí donde tenían que cerrar los templos, se extendió la práctica entre algunos de anunciar su presencia en determinado punto al aire libre donde podrían acudir penitentes a confesarse. Ahora, las autoridades irlandesas han convertido esa práctica en un delito.
La ley recién aprobada en Irlanda sobre reuniones de carácter religioso hace ilegal -y punible- incluso las confesiones en espacios abiertos, una práctica que se ha extendido en varios países debido al cierre de los templos, protagonizada espontáneamente por sacerdotes preocupados por el alma de los fieles.
Esa es al menos la opinión de Oran Doyle, profesor de la Facultad de Derecho del Trinity College de Dublín, en declaraciones al diario The Irish Catholic. Doyle hace notar que el articulado de la nueva norma aplica las restricciones tanto a las actividades en interiores como al aire libre, algo que la hace diferente a la aplicada a otras ocupaciones restringidas.
Para Doyle, esa criminalización de este último recurso para impartir un sacramento esencial para un cristiano prueba de forma innegable que el gobierno de Michéal Martin miente cuando asegura que su gabinete no está movido por un ánimo “antirreligioso en ningún sentido”.
Por Carlos Esteban.
Infovaticana.