- VIVIR SIN PREOCUPACIONES
Las preocupaciones acaban la vida, desgastan fuerzas sin lograr nada, no te permiten adelantarte a lo que va a suceder, no se obtienen frutos por el solo hecho de pensarlos. Sin embargo, es bueno prever los resultados, preparar con tiempo las actividades o compromisos, no hacerse de la vista gorda, no ser indiferentes a lo que está por llegar. Es mejor prever que preocuparse.
Nos dice Jesucristo: «No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan» Mt 6,25-28 También en otro texto afirma: “¿De qué le sirve al hombre ganarse el mundo entero si pierde su vida? Mt 16,26 (Cf. Mc 8,36)
- PREOCUPACIONES DE LAS COSAS DEL SEÑOR
Las cosas del Señor si deben preocuparnos. ¿Cómo cuáles? Agradarle a Él, cumplir su voluntad, buscar las cosas santas, estar en comunión con Él, amarlo sobre todas las cosas (cf. Mt 22,35-38), buscarlo con sincero corazón (Cf. Sal 23), habitar en su casa (cf. Sal 27,4), su ley en medio de nuestro corazón (Cf. Salmo 40,8-9).
Debemos cumplir sus mandamientos (Mt 5-7), poner en práctica las bienaventuranzas (Mt 5,1-12), predicar el Evangelio a toda creatura (Mc 16,15), ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,13-16), escuchar su palabra y cumplirla (Mt 7,24-27). Las cosas del Señor deben ser primero, a ellas debemos darle nuestra vida y nuestro tiempo: eso afirma Jesús a Marta: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una es la más importante, María escogió la mejor parte y nadie se la quitará” Lc 10,38-42
- PREOCUPACIONES DE LAS COSAS DE ESTA VIDA
Las cosas del mundo donde se nos va la vida son: el tener, el poder y el placer. En otras palabras, la fama, la gloria, la vanidad, el confort, los bienes materiales, el trabajo, las fiestas, la comida, la bebida, las modas, la tecnología, las redes sociales, el descanso, los viajes, el dinero, la apariencia, los lujos, ascender en puestos de prestigio. Estos nos lleva a ser egoístas, vanidosos, soberbios, prepotentes, indiferentes al dolor ajeno, insensibles, avaros y tener solo una visión de lo propio.
Cristo nos invita a no darle el corazón a las cosas (Cf. Mt 6,21), por ella san Pablo nos recuerda que el Reino de los Cielos no es comida ni bebida sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Rom 14,17), por lo tanto, debemos buscar primero el Reino de los Cielos y lo demás vendrá por añadidura (Cf. Mt 6,33).
Por: Pbro. Crispín Hernández Mateos