¿Te has dado cuenta que, en México, líderes de opinión, empresarios y actores políticos se muestran críticos del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero por otra parte simpatizan con Joe Biden y están en contra del presidente estadounidense Donald Trump?
Con todo respeto, esto me parece un contrasentido, ya que López Obrador y Joe Biden son más afines ideológicamente, puesto que ambos impulsan políticas públicas intervencionistas que significan más Estado y menos libertades individuales.
Creo que esto se debe a la confusión de “igualar” a López Obrador y Donald Trump por el “populismo” de ambos, dejando aparte a Joe Biden, que de esta manera queda como el político serio y centrado, olvidando (incluso ocultando) su fanatismo ideológico globalista.
Esto me parece una simplificación excesiva, pues deja a un lado las diferencias entre ambos: López Obrador es socialista que busca la acumulación de poder para convertirse en un tirano que lo controla todo, a semejanza de Fidel Castro, Hugo Chávez (ahora Nicolás Maduro) y Daniel Ortega.
En cambio, Donald Trump es un presidente conservador, de mentalidad empresarial, que ha impulsado políticas públicas de disminución de impuestos que favorecen el ingreso real de los ciudadanos y la inversión empresarial, así como de apoyo al derecho a la vida y de bienestar a las familias.
Si queremos que haya realmente un cambio en México, debemos tener muy claro que el principal problema de México es que contamos con una casta política que se cree dueña del país y que, por lo mismo, ha creado un sistema político patrimonialista que sólo favorece a la llamada “familia revolucionaria”, y para nada al pueblo mexicano.
Por décadas, el sistema político mexicano basó sus políticas públicas en el “paternalismo”, en el intervencionismo estatal de la economía, el intervencionismo estatal en la educación… y que ahora pretende intervenir en las conciencias a través de la ideología de género.
Hoy padecemos los consecuencias de ese paternalismo, de ese intervencionismo, que no es otra cosa que el camino que nos condujo al régimen autoritario que hoy pretende acabar con nuestras libertades.
Ya lo dijo nuestro recordado Manuel J. Clouthier: “No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de ser perro”. Es decir, no se trata de cambiar a un López Obrador estatista por otro personaje igualmente estatista; se trata de cambiar el sistema intervencionista por un sistema político que privilegie la libertad individual, la libre iniciativa para emprender y crear oportunidades de desarrollo para todos.
Con información de Apuntes de Nicasio/Nicasio Villa