¿Vemos a Jesús como lo quiere ver el mundo…?

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  • Del Santo Evangelio según San Lucas: 9, 18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos, contestaron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.

Él les dijo: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?. Respondió Pedro: El Mesías de Dios. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”. Palabra del Señor.

 

CATEQUESIS:

 

  1. En el Santo Evangelio que hoy se ha proclamado Jesús nos cuestiona como a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy Yo?
  2. Toca a cada uno de nosotros afrontar esa pregunta que nos define frente a su ofrecimiento de salvación; ¿vemos a Jesús como lo quiere ver el mundo, es decir como un gran pensador, filósofo o personaje cuya doctrina es hermosa y profunda, pero que no nos compromete en su seguimiento?: entonces responderemos lo que dicen los demás: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas…”.
  3. Pero Jesús lo que desea es que cada uno de nosotros nos definamos personalmente en cuanto a creer en Él o no. Y así, San Pedro nos da ejemplo de adhesión en la fe a la persona de Cristo: Respondió Pedro: El Mesías de Dios .
  4. Pero no basta con “decir” que creemos en Cristo, es necesario realizarlo con nuestra vida, y de forma especial, ante las dificultades y persecuciones, como Jesús nos enseña con su propio ejemplo: Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho que sea entregado a la muerte…”, aunque siempre en la perspectiva de la verdadera vida: “…y que resucite al tercer día.
  5. Por ello el cristiano, en su vida de cada día, no olvida nunca el seguimiento de Cristo, y por ello toma su cruz de cada día, y así sigue a su Señor y Maestro, sabiendo que como Él, marcha hacia la victoria de la Resurrección
  6. Finalmente, se nos da un estupendo resumen de la dinámica del Evangelio, opuesta diametralmente a la del mundo: Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá”: con ello, Jesús nos enseña que el que sigue la lógica del mundo “ganar mucho dinero”, “tener y ejercer poder”, o protagonizar ante el mundo como “el más admirado, respetado o venerado”, en pocas palabras el que triunfa siguiendo los criterios del mundo, en realidad está perdiendo todo, pues no ha ganado a Cristo, y al contrario está quedando vacío y desposeído en su vida.
  7. Contrariamente, el que siguiendo los criterios de Cristo, el que verdaderamente desea ser su discípulo, el que toma su cruz siguiendo al Maestro, el que le cree a Cristo su palabra, ése no puede en modo alguno fracasar en su vida, pues ése ha apostado por un premio de vida eterna: “…el que la pierda (su vida) por mi causa ése la encontrará”.
  8. Debemos entonces afrontar la vida con decisión como San Pablo: Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo (Flp 3,8).

 

 

VERITAS  SALUTARIS (Verdad de Salvación)

XII Domingo del Tiempo Ordinario

(Ciclo C, 19 de  junio 2022)

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