Los niños menores de 16 años con ‘disforia de género’, es decir, inconformidad con el sexo con el que nacieron, solo podrán dar su consentimiento para someterse a un tratamiento bloqueador de la pubertad si entienden bien sus consecuencias, según ha dictaminado este martes el Tribunal Superior de Justicia británico, informa Nius Diario.
Tres jueces han dado la razón a Keira Bell, una joven de 23 años que demandó a la clínica del Servicio Nacional de Salud británico por aconsejarle y suministrarle el tratamiento hormonal cuando tenía 16 años y no se sentía mujer. Años después se arrepintió y denunció a los médicos que la trataron por considerar que se habían precipitado al asumir que era transexual sin hacerle una evaluación psicológica.
La demanda fue presentada contra la única organización que gestiona el cambio de sexo para menores en el Reino Unido, Tavistock and Portman. El caso de Keira Bell ha puesto en cuestión el consenso progresista por el cual los menores de edad pueden decidir un cambio de sexo y sobre los requisitos para tomar esa decisión. La sentencia, que pone condiciones a la transición de menores transgénero, ha abierto un debate en el país.
Keira Bell dijo estar “encantada” con el fallo. “Este juicio no es político, se trata de proteger a los niños vulnerables. Ha prevalecido el sentido común”, ha dicho a la salida de los juzgados. La joven argumentó que la clínica debería haber frenado su decisión de cambiar de sexo siendo una adolescente.
Keira Bell tenía 14 años cuando empezó a sentirse incómoda con su cuerpo; no se sentía mujer. La clínica citada estudió su caso y le aconsejó que, si se sentía realmente un chico, sufría disforia de género y el mejor tratamiento eran los bloqueadores de su pubertad.
Después de tres consultas, se sometió con 16 y 17 años a tratamientos de hormonas del sexo opuesto y, tres años después, a una mastectomía doble; es decir, le extirparon quirúrgicamente ambas mamas.
Bell tiene ahora 23 años y dice que este tratamiento no resolvió su disforia y acusa a la clínica de descartar otras causas de su problema ―depresión, odio a sí misma o la confusión― antes de proponerle el cambio de sexo.
“Los dos años previos a ese momento estuve atrapada en una depresión y ansiedad severa. Yo me sentía extremadamente fuera de lugar en el mundo. En realidad, estaba luchando contra la pubertad y mi sexualidad. Yo no tenía a nadie con quien hablar sobre estos temas. Me identificaba más con las lesbianas e inicialmente sentí que había encontrado mi tribu”, explica Bell en declaraciones que recoge Nius Diario.
Bell aseguró que ahora mira al pasado con “tristeza”. “No había nada de malo en mi cuerpo. Yo simplemente estaba perdida y no contaba con el apoyo adecuado. La transición me otorgó la facilidad para esconderme aún más de mí misma”, afirmó
El tribunal dictaminó que los niños menores de 16 años deben comprender “las consecuencias inmediatas y a largo plazo del tratamiento” para someterse a un bloqueo del proceso de pubertad.
“Es muy poco probable que un niño de 13 años o menos sea competente para dar su consentimiento a la administración de terapia hormonal”, dictaminaron los jueces, expresando también sus dudas “de que un niño de 14 o 15 años pueda comprender y sopesar los riesgos y las consecuencias a largo plazo”. “En lo que respecta a los adolescentes de 16 años o más” existe la presunción de que “tienen capacidad para consentir el tratamiento médico”, añadieron según recoge el mismo medio.
“Dadas las consecuencias a largo plazo de las intervenciones” y el carácter “todavía innovador y experimental” del tratamiento, los jueces concluyen que los médicos pueden considerar la posibilidad de pedir la autorización de los tribunales antes de iniciar el tratamiento.
Con información de InfoVaticana