En las fotos no tiene el aspecto habitual del avejentado piadoso católico. Con su aire candoroso y jovial, podría ser el vecino de al lado, guapo pero no guapísimo, vestido con ropa deportiva y chándal, un joven de una familia burguesa de una urbe europea cualquiera de este siglo, aficionado a la PlayStation y al fútbol. ¿Qué más? Tenía la edad de un millennial, una fuerte inclinación por la programación y la tecnología en general y la fe de los muy, muy devotos. He ahí todo el secreto.
Su nombre era Carlo Acutis. Este chico italiano nacido en Londres, muerto en 2006 a los 15 años por una leucemia, es el último beato proclamado por la Iglesia católica tras la ceremonia del pasado sábado. Es decir, el paso previo a la declaración de santidad. Si esto acaba pasando, Carlo podría incluso a formar parte de otro club muy selecto, el de los 10.000 santos que la Iglesia católica ha nombrado hasta la fecha. Un grupo en el que apenas un centenar son niños o jóvenes —los beatos, unos ochenta—, de acuerdo con datos elaborados en 2017 por el National Catholic Register.
Más aún, Carlo también podría ser nombrado ‘patrono de Internet’, como alguno se ha apresurado a subrayar. Porque ya hay quien lo considera así. Lo han llamado «el ciberapóstol de la Eucaristía», «el primer influencer de Dios», y «el santo de Internet«. Y esto pues, subraya la Iglesia, Carlo incluso había creado una página web en la que catalogaba los milagros en el mundo.
El corazón de la cristiandad mundial se está desplazando cada vez más hacia el mundo global de la red, y no se limita solo a las ceremonias presenciales, que desde tiempo han dejado de engordar las filas de los nuevos fieles, en particular en los países más desarrollados. El caso de Carlo se conoce tras una década en la que El Vaticano ha hecho considerables esfuerzos —sobre todo, si pensamos que es una institución milenaria en la que la toma de decisiones es un proceso muy lento—, para acercarse al mundo tecnológico que hechiza a las nuevas generaciones.
Una Iglesia ‘social’
Véase el ejemplo del Papa argentino. Desde 2012, Francisco se comunica en la red a través de sus cuentas en Twitter, una por cada uno de los ocho principales idiomas (@pontifex y @pontifex_es son las con el mayor número de seguidores, en inglés y español), más el latín, que es la lengua oficial de la Santa Sede. Además de ello, desde 2016, Francisco también posee una cuenta en Instagram (@franciscus), que se usa varias veces a la semana para divulgar las imágenes más llamativas de las actividades cotidianas del Papa argentino.
Detrás, claro, hay un equipo de comunicación, ya que los tuits, así como los breves textos que se publican en Instagram, no los escribe directamente el Papa. Existe un grupo de expertos que formula estos escritos —que básicamente son fragmentos de las intervenciones papales más llamativas—, y vigila que no contengan ningún mensaje que vaya en contra del pensamiento de Francisco. El resultado hasta la fecha no ha sido nada malo.
Las nueve cuentas del Papa en Twitter han ido logrando seguidores con el paso de los años, y hoy tienen una audiencia de más de 40 millones de personas, de los cuales 18,5 millones son usuarios de la cuenta en español. Bastante más que, por ejemplo, la de Pedro Sánchez (@sanchezcastejon, 1,4 millones), Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron, 5,9 millones), Boris Johnson (@BorisJohnson, 3 millones) e incluso el carismático Justin Trudeau (@JustinTrudeau, 5,1 millones). De los principales líderes políticos internacionales, solo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le gana al Papa, ya que las dos cuentas del estadounidense (@potus y @realDonaldTrump), publican textos que le llegan a más de 118 millones de internautas.
A todo ello se añade al mundo de los medios de comunicación del Vaticano, los cuales también hoy día poseen cuentas en YouTube, Instagram y Facebook, entre otras redes sociales. Además, en enero pasado, las palabras del Papa aparecieron en la juvenil Tik Tok, en una cuenta que, a pesar de no estar directamente vinculada al Vaticano, fue festejada por el diario ‘Avvenire’, un medio vinculado a la Conferencia Episcopal italiana.
Uno de los más recientes artífices de esto ha sido Alessandro Gisotti, un italiano bonachón que, antes de ejercer por ocho meses como portavoz ‘ad interim’ del Vaticano (tras la abrupta salida de Greg Burke y de la española Paloma García Ovejero), ocupó por tres años el cargo de coordinador de las redes sociales del Dicasterio (ministerio, en argot vaticano) de la Comunicación de la Santa Sede. Un puesto que en la actualidad ocupa otro italiano, Davide Dionisi.
En el comienzo, también estuvo involucrado el español Gustavo Entrala, un especialista en comunicación nacido en Granada (1970), quien hace una década entró en contacto con el hoy Papa emérito, Benedicto XVI. En 2009, «desde 101 [su empresa] les escribimos diciendo que éramos especialistas en digitalización de marcas y nos ofrecimos a darles un curso de comunicación a los profesionales de la curia. A los tres meses nos llamó [el entonces portavoz vaticano, Federico] Lombardi y nos pidió ir a Roma», explicó él mismo en una entrevista con el diario argentino ‘La Nación’.
El potencial de Carlo
Para convertirse en ‘santo’, el joven Acutis aún tiene camino por delante, por lo que es difícil hacer previsiones de cuándo pueda ocurrir. En particular, necesita que la Iglesia le reconozca otro milagro. El que le permitió ser elevado a beato ocurrió en Campo Grande (Brasil) donde la Iglesia sostiene que un niño de 6 años se curó inexplicablemente de una anomalía que padecía en el páncreas. Ahora le faltaría repetir el gesto otra vez.
La Iglesia ha entendido el potencial de Carlo y su capacidad de conectar con la gente precisamente por su contemporaneidad. «Carlo encarna la santidad de los nativos digitales», escribió Domenico Sorrentino, el obispo de Asís (centro de Italia), en el libro titulado ‘Originales, no fotocopias’, inspirado en una frase que el joven solía repetir.
El propio Francisco llegó a hablar de Acutis en una exhortación apostólica (un documento oficial en el que Papa da indicaciones sobre un determinado argumento), la ‘Christus vivit’ (Cristo Vive), publicada en marzo pasado. Carlo «sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad. Pero él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza«, argumentó allí el Papa.
Unas palabras que al parecer llegaron lejos. Tanto que hoy día, además de una página en la enciclopedia virtual de Wikipedia y una asociación en su nombre, también hay más de 200 sitios y blogs en distintos idiomas dedicados a él. Su página en Facebook ha acumulado 10.000 seguidores más en una semana. Su tumba en Asís, la ciudad de otro santo, san Francisco, ha sido recientemente abierta y su cuerpo fue expuesto hace unos días al público. Finalmente, también se decidió alargar la exposición por la gran afluencia, según explicaron los responsables del lugar donde se halla. Desde luego, todo un éxito.
Con información de El Confidencial/Irene Savio. Roma