Estamos en el quinto domingo de la Cuaresma, a las puertas de la Semana Santa, que iniciaremos con el Domingo de Ramos que nos llevará al Domingo de Resurrección, pasando por la Cena del SEÑOR y la celebración de la Pasión. Aparentemente este domingo quinto de Cuaresma, hemos dado un cambio de evangelista, en lo que respecta a la proclamación del Evangelio. Los domingos anteriores se ha mantenido la proclamación de los textos del evangelio de san Lucas, y hoy aparece el pasaje de la adúltera tomado del evangelio de san Juan. Nos dicen algunos estudiosos de las Escrituras, que originalmente este episodio de la mujer adúltera venía en los manuscritos pertenecientes al evangelio de san Lucas, y en determinado momento empezó a incluirse en el evangelio de san Juan. Lo cierto es que algunos comentaristas lo omiten y dan un salto, pasando del final del capítulo siete, al versículo doce del actual capítulo ocho. La temática de este texto y su desarrollo tiene elementos para ser incluido tanto en un evangelio como en otro. San Lucas acentúa todo aquello que ejemplifique la Divina Misericordia, como ocurre en este caso; y el evangelio de san Juan insistirá en la sólida doctrina del Amor de DIOS dado a los hombres, sin mérito alguno por nuestra parte. Esta flexibilidad del texto revelado, referido a la adúltera perdonada, refuerza la unidad de fondo de los evangelios, que nos ofrecen cuatro vertientes en las que se revela el único SEÑOR que establece un pacto de Amor, con todos nosotros, en gran desventaja para ÉL. Los profetas nos hablan de la Alianza -Pacto- que DIOS hace con los hombres, a través de Abraham, Moisés o el rey David; sin que olvidemos el pacto de los orígenes, en el Génesis y la Alianza establecida con Noé. Lo básico del Pacto se formula en las Diez Palabras -Decálogo-, y con su cumplimiento por nuestra parte el SEÑOR se compromete a ser nuestro DIOS, sin necesidad de buscar otras divinidades, si es que en realidad las hubiese. Esto último así dicho parece una cosa muy escasa, pero bien meditado no cabe mejor suerte que DIOS sea nuestro DIOS por un compromiso de su parte en Amor y fidelidad. DIOS nos conoce, sabe de qué pasta estamos hechos, y a pesar de todo firma pactos con nosotros, que incumplimos de muchas formas, pero ÉL está dispuesto a restablecer a poco que manifestemos una cierta intención. El evangelio de este domingo adquiere mucho más sentido, si nos fijamos en la propuesta que hace el SEÑOR al profeta Oseas, pidiéndole que contraiga matrimonio con una prostituta. La imagen del matrimonio como ejemplo del Pacto o Alianza entre YAHVEH y el Pueblo elegido es frecuente, pero en el caso del profeta Oseas el mensaje que DIOS nos transmite nos lleva al examen de conciencia. La nupcialidad no se pierde en el Nuevo Testamento: “los amigos del NOVIO no pueden ayunar mientras el NOVIO esté con ellos” (Cf. Mt 9,15; Mc 2,19). El evangelio de san Juan omite el Bautismo de JESÚS y establece como ámbito inicial de manifestación a los suyos la boda de unos familiares en Caná de Galilea (Cf. Jn 2,1-12). San Pablo no pierde la ocasión de proponer el principio establecido en el Génesis como el substrato declarativo de la unión perfecta entre CRISTO y su Iglesia: “por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Este es un gran misterio, que yo atribuyo a la unión de CRISTO con su Iglesia” (Cf. Ef 5,31-32). La Biblia cierra la Revelación con el libro del Apocalipsis donde la Nueva Jerusalén ataviada como una Novia para su esposo que desciende del Cielo (Cf. Ap 21,2). La Ciudad Santa es toda ella de LUZ, pero la presente Ciudad terrena ofrece muchas zonas de sombra y oscuridad, y se adapta mejor a la dramatización del pacto de amor que ofrece el Cantar de los Cantares; pero en muchas ocasiones DIOS se encuentra que ha de restablecer nuestras ruinas para continuar en Pacto o Alianza, en el que sólo ÉL es fiel.
Posibilismo divino
DIOS no cede ante el objetivo de conducirnos hacia la santidad, y conduce las luces y sombras de nuestras contradicciones. Paradójica es la orden que recibe Oseas de contraer matrimonio con la prostituta Gómer: “ve, y toma a una mujer dada a la prostitución, e hijos de prostitución, porque la tierra está prostituyéndose enteramente”. Fue el profeta y tomó a Gómer…” (Cf. Os 1,2-3). Tuvo un hijo y lo llamó Yezarel, el nombre de un valle en el que ISRAEL sería vencido. Gómer le dio una hija, “y YAHVEH le dijo: ponle no-compadecida”, pues no me compadeceré más de la Casa de Israel, dice el SEÑOR (Cf. Os 1,6). Todavía Gómer dio un tercer hijo al profeta que llamó “No-mi-pueblo”, pues le dijo el SEÑOR: “vosotros no sois mi Pueblo, porque para vosotros no SOY el que SOY (Cf. Os 1,9). La vida del profeta es una declaración por parte de DIOS del estado en el que se encuentra Israel, pero la acusación no termina en condena, sino en redención. Dice el SEÑOR: “la llevaré al desierto -al Pueblo infiel- y le hablaré al corazón…, y ella responderá a MÍ como en su juventud, como en los días en los que subía del país de Egipto. Ella me llamará “Marido mío”, y no me llamará más “baal mío” (Cf. Os 2,17-18). Lo mismo que en el Jardín del Edén el pacto renovado con el hombre, o con el Pueblo de Israel, queda establecido también con la creación que sirve de casa en este tiempo provisional: “haré un Pacto en su favor con la bestia del campo, con el ave del cielo, con el reptil del suelo. Arco, espada y guerra los desterraré lejos de esta tierra, y haré que ellos reposen en seguro” (Cf. Os 2-19). YAHVEH tiene un proyecto que va más allá del tiempo presente: “YO te desposaré CONMIGO para siempre. Te desposaré CONMIGO en justicia y en derecho; en amor y en compasión; te desposaré CONMIGO en fidelidad y tú conocerás a YAHVEH” (Cf. Os 2,21-22). Los lazos que nos unen a DIOS en el Nuevo Pacto que anuncia Oseas son de una condición impropios de un hombre profundamente dañado por el pecado. Una renovación personal dada por la acción de la Gracia puede establecer unos lazos con DIOS y los demás hombres, de derecho, justicia, amor y compasión, mantenidos en el tiempo -fidelidad-. Dice Santiago en su carta: “teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas; sabed que al ponerse a prueba vuestra Fe, os dará constancia, y si la constancia llega hasta el final seréis perfectos y sin falta alguna” (Cf. St 1,2-4). Lo que propone y anuncia Oseas verá su cumplimiento en el futuro cuando la Gracia que nos viene por JESUCRISTO pueda concederse por el hecho de invocar su Nombre. En el Nombre de JESÚS actuamos en derecho y justicia, nos relacionamos con el prójimo con amor y compasión. Porque el Amor de DIOS ha venido a nosotros, las palabras de san Juan, dan respuesta cumplida a lo que Oseas anunció: “queridos, amémonos unos a otros porque el Amor es de DIOS, y todo el que ama ha nacido de DIOS y conoce a DIOS. Quien no ama no ha conocido a DIOS, porque DIOS es AMOR” (Cf. 1Jn 4,7-8). No agotaremos nuestro agradecimiento, si reconocemos en los Sacramentos de JESUCRISTO dados a través de la Iglesia, la fuente de Gracia que hace posible el cumplimiento cierto de las palabras de Oseas. Todos los Sacramentos de la Iglesia vienen dados en clave de Alianza, para que cada creyente viva la unión con DIOS.
Palabras de Esperanza
La primera lectura de este domingo está tomada del profeta Isaías, cuando Israel está viviendo el exilio en Babilonia. El texto pertenece a la parte del segundo Isaías, que tiene por misión consolar al Pueblo elegido, que está a un paso de retornar a la tierra de la que fueron expulsados. La historia estaba a punto de dar un giro por la acción de Ciro el Grande de Persia, que instauraría la Dinastía Aqueménida y duraría hasta el trescientos veinte (a.C.). El Imperio Persa llegaría hasta la conquista de Alejandro (320 a.C.). Ciro será considerado por el profeta Isaías como el instrumento que DIOS utilizó para devolver la libertad al Pueblo elegido (Cf. Is 45,1ss). El Segundo Isaías se mueve y profetiza en este tiempo devolviendo los ánimos al Pueblo que había expiado su pecado. En todo ese tiempo de exilio, DIOS no lo había abandonado, aunque le hubiera ocultado su rostro por un momento. Este capítulo cuarenta y tres es profundamente reconfortante y comienza diciendo: “YO te he rescatado, te he llamado por tu nombre, tú eres mío…YO SOY YAHVEH, tu Salvador… Eres precioso a mis ojos, eres estimado y YO te amo… No temas que YO estoy contigo… Traeré a mis hijos de lejos y a mis hijas de los confines de la tierra” (Cf. Is 43,2-6). Cada israelita puede entender estas palabras dirigidas al Pueblo en general y a cada uno en particular. La desgracia es completa cuando el hombre esencialmente religioso percibe que la moción divina ya no discurre por su corazón. DIOS quiere poner remedio a ese estado de indigencia espiritual en la que sus hijos habían entrado. Las palabras del profeta encuentran corazones receptivos que cobran nuevas fuerzas para retornar a la Tierra de sus padres, porque un buen número habían envejecido y fallecido en Babilonia.
El SEÑOR va a hablar
“Así dice el SEÑOR, que trazó camino en el mar y vereda en aguas impetuosas” (Cf. Is 43,16). Las palabras siguientes adoptan el tono solemne de las grandes ocasiones como la manifestación en el Sinaí a toda la asamblea de Israel. También ahora va a hablar el SEÑOR: “vosotros sois mis testigos, y YO SOY DIOS” (v.12). El SEÑOR convertirá en ayes los hurras de los caldeos (v.14); y esto lo afirma el SEÑOR, el CREADOR de Israel, vuestro REY (v.15). Las graves trasgresiones que fueron la carga explosiva que destruyó el edificio religioso de Israel, se produjo por haber perdido de vista quién era YAHVEH para cada uno de los israelitas y el Pueblo en su conjunto. La voz del profeta tiene que recomponer la identidad de DIOS en el corazón de sus coetáneos. YAHVEH es el SANTO de Israel, YAHVEH es el REY de Israel, YAHVEH es el CREADOR del Pueblo y de todo lo que favorece la existencia del propio Pueblo. No se aparta esta revelación de la que fue dada por el SEÑOR a Moisés en el Sinaí: “YO SOY el que SOY” (Cf. Ex 3,14). Tampoco esta revelación de Isaías es ajena al substrato religioso dado en la vida de los patriarcas: “YO SOY el DIOS de Abraham, de Isaac y de Jacob” (Cf. Ex 3,6). Ahora YAHVEH habla a sus hijos, que un día prevaricaron y sufrieron las consecuencias, pero están a punto de retornar, y el SEÑOR es el mismo que hizo salir de Egipto al Pueblo, que estuvo allí durante cuatrocientos treinta años. El SEÑOR que abrió el Mar e hizo pasar al Pueblo de la amenaza del Faraón a la libertad, vuelve a estar en medio del Pueblo y se hace reconocer por medio del profeta. Sólo DIOS puede hacer caminos en el mar y que se formen murallas de contención para que el Pueblo pueda pasar. De nuevo está a punto de suceder, y el profeta se encarga de anunciarlo. La Alianza no se ha roto, las promesas siguen en pie, porque DIOS es fiel.
El Poder de YAHVEH
“El que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército, a una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron” (v.17). Este versículo rememora la desaparición de los ejércitos del Faraón bajo las aguas del Mar Rojo. El endurecimiento del corazón del Faraón terminó con la vida de los primogénitos de su propio pueblo y llevó a la extinción de su ejército. El Faraón era considerado como una divinidad viviente, por lo que las acciones descritas por la Biblia en este caso atienden a la tensión entre YAHVEH y la falsa deidad del Faraón. Atendiendo a la cronología bíblica, el Faraón que pudo estar al frente de Egipto en el momento del Éxodo fue Ransés II, en cuyo reinado se produjo una disminución notable del número de esclavos, según las cartas -tablillas- de Amarna. La línea profética del segundo Isaías mantiene la secuencia de los hechos del primer Éxodo para indicar cómo sigue actuando en este segundo Éxodo que se está produciendo. Los opresores babilónicos están siendo neutralizados por el brazo providencial de Ciro el Grande, que aún procediendo de otra religión es un instrumento de liberación en manos de YAHVEH.
Lo pasado
“¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo? (v.18). El profeta no quiere que sus palabras aparezcan como una ocurrencia novedosa. Lo que revela del SEÑOR ya se ha dicho, y su manera de proceder tiene una constancia en los hechos fundacionales de la Fe en YAHVEH. No se puede olvidar la esclavitud en Egipto, la liberación por parte del SEÑOR, el establecimiento de la Alianza en el Sinaí y la entrega de la Tierra Prometida a los padres. La falta del Templo fue cubierta en gran medida por la disposición de las sinagogas como lugares de reunión, oración y lectura de los textos sagrados hasta entonces. Gracias a las sinagogas de forma especial no se perdió la memoria del pasado, de aquellos hechos fundantes de la religión que les había dado una identidad y características propias. A pesar de sus infidelidades, YAHVEH los había marcado y “vivían con nostalgia de Síon en tierra extranjera” (Cf. Slm 137,1-4). Lo que realizamos no es sólo para nosotros, sino para los que nos suceden. Dejamos algo construido o por el contrario ruinas y cenizas, pero en algo hemos gastado el tiempo y la vida. Somos herederos de un pasado que nos han legado y hemos recibido para mejorarlo en principio. La responsabilidad personal se hace solidaria cuando comprobamos la interrelación con los presentes y los que van a venir.
Tiempos nuevos
“He aquí que YO lo renuevo, ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí, pongo en el desierto caminos, ríos en el páramo” (v.19). Bajo la inspiración divina, el profeta habla de las cosas de DIOS y con seguridad de lo que afecta a los hombres. La inteligencia de los sucesos y acontecimientos viene en gran medida por la mirada que ausculta superando lo superficial. DIOS conoce todas las cosas y es quien dispensa la inteligencia de las mismas y la sabiduría para proceder de acuerdo a su designio. Evaluamos con cierta facilidad la marcha de la economía. En seguida notamos la pobreza, la escasez, la abundancia o el bienestar a nuestro alrededor y directamente en uno mismo. Percibimos las ideas dominantes en el ambiente y los estados de opinión. Tenemos constancia de la práctica religiosa de modo general y es fácil hacer un cálculo de los asiduos a las acciones religiosas preceptivas. Percibimos por dónde avanza la batalla de las ideas, o batalla cultural. Tenemos constancia de las tendencias particulares y sociales. La lucidez del diagnóstico influye de forma decisiva en el acierto de las decisiones que se vayan a tomar. ¿Qué hacer cuando se está produciéndose un cambio de época? Esto mismo es lo que sucedía en aquel momento y el profeta Isaías intentaba dar a conocer: “está surgiendo algo nuevo, ¿no lo notáis?” El profeta pretendía que los suyos agudizasen la mirada hacia la dimensión espiritual del momento. Las piezas del tablero se están moviendo y alguien va a ganar la partida. DIOS está moviendo las piezas del tablero y va a ganar la partida una vez más. Esta Palabra es susceptible de traerse a nuestro tiempo: ahora todo parece moverse de modo caótico, pero nada se escapa de la Divina Providencia. La presente batalla es espiritual y DIOS la va a ganar. De nuevo puede ocurrir que algunos faraones con sus propios ejércitos queden anegados por unas inmensas aguas que ellos no controlan. Como registra la Biblia, tras la desaparición de los ejércitos de los tiranos surge un nuevo tiempo de bendición de DIOS.
DIOS es el CREADOR
“Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y los avestruces, pues pondré aguas en el desierto y ríos en el yermo, para dar de beber a mi Pueblo, de mi elegido” (v.20). El Génesis habla de la relación entre los semejantes, especialmente entre el hombre y la mujer, como “la compañía adecuada” (Cf. Gen 2,18). Entre los animales y las bestias, el hombre no encontró la “compañía adecuada”. En el nuevo orden espiritual la naturaleza con todos sus animales se ponen al servicio de la vida, dentro del Plan establecido por DIOS. Es una intuición general que el comportamiento del hombre influye de algún modo en las leyes que rigen la naturaleza, pero la religión de Israel dispone que todos los niveles dentro de la Creación dependen de YAHVEH, que ha de recibir el único culto debido. Si esto se da, entonces los desiertos y los terrenos yermos se volverán fértiles, porque tendrán regadío abundante. Persona, familia, sociedad o nación que abandone a DIOS termina asemejándose al yermo o al desierto. Por el contrario, la promesa del cambio de época viene dada por la divina promesa de una gran abundancia de Gracia.
DIOS es el artífice
“El Pueblo que YO me he formado contará mis alabanzas” (v.21). Lo mismo que durante cuatrocientos años, entre los egipcios, DIOS se había preparado un Pueblo; también, ahora, en el exilio babilónico YAHVEH se hizo de un “resto” y se ha formado un Pueblo, que será el continuador de las promesas. A DIOS no lo encontramos directamente, pues su rostro no lo podemos contemplar sin morir (Cf. Ex 33,20). Las obras de la Creación hablan de DIOS. El hombre va descubriendo las leyes que rigen los fenómenos, pero permanecen en la sombra numerosos misterios o enigmas que encierran motivos para “contar las maravillas que hizo el SEÑOR”. El propio profeta es modelo de fiel devoto que cuenta las maravillas del SEÑOR y canta sus alabanzas. El profeta es ejemplo de haber sido modelado por DIOS para realizar con fidelidad su misión. De nuevo el Pueblo elegido tiene que remodelarse en la fragua del Amor de DIOS, aunque venga del crisol del destierro, en el que cumplió su tiempo de expiación. La reconstrucción del Templo y de Jerusalén, la ciudad, será la cara visible de la reconstrucción espiritual. Otros profetas como Ageo o Malaquías acompañarán al Pueblo en los nuevos tiempos que están por venir.
JESÚS es poco convencional
El evangelio de este domingo acentúa la Divina Misericordia. Los escribas y fariseos quieren poner a JESÚS frente a su propio discurso de compasión y Misericordia. Unos versículos más adelante JESÚS dirá: “vosotros juzgáis según la carne, YO no juzgo a nadie” (Cf. Jn 8,15), y lo va a demostrar en el caso de la mujer sorprendida en flagrante delito de adulterio. JESÚS está en Jerusalén y el evangelista dispone una serie de episodios en un intervalo de tiempo aparentemente corto: JESÚS enseña en el Templo, los magistrados quieren acabar con JESÚS, envían a la policía del Templo para prenderlo pero no lo hacen al oírlo hablar de una manera que los sobrecoge; Nicodemo tiene una intervención a favor de JESÚS frente a los escribas y fariseos; JESÚS pasa la noche en el Monte de los Olivos y vuelve al Templo de madrugada para enseñar. A este clima de acoso y persecución todavía se le va a dar otra vuelta de tuerca en este evangelio, que se reserva para los capítulos once y doce. Pero ahora tenemos algunos comportamientos que están en la línea de la permanente persecución a la que se vio sometido JESÚS. El evangelio de san Juan no relata exorcismo o expulsión alguna de demonio, pero JESÚS aparece en una continua contienda espiritual contra Satanás del que afirma “estar ya condenado” (Cf. Jn 16,11). La trama contra JESÚS se volverá cada vez más tupida hasta alcanzar el punto crítico, que ÉL mismo desenmascarará: “esta es la hora del poder de las tinieblas” (Cf. Mt 26,55) Después de deliberar los escribas y fariseos se fueron cada uno a su casa (Cf. Jn7,53), mientras que JESÚS pasó la noche en el Monte de los Olivos, muy probablemente en el Huerto de Getsemaní conocido también por sus discípulos.
En el Templo
“De madrugada JESÚS se presentó otra vez en el Templo y todo el Pueblo acudía a ÉL y se ponía a enseñarles” (Cf. Jn 8,1-2). En el versículo veinte de este capítulo ocho se reconoce a JESÚS enseñando en una de las partes pertenecientes al atrio de las mujeres. Este era un espacio de unos trescientos metros cuadrados con bancos de piedra adosados a las paredes donde las personas presentes se podían sentar. Los hombres también podían entrar a las oraciones y enseñanzas que las mujeres recibían por parte de los levitas y sacerdotes. JESÚS madruga y encuentra auditorio, después de haber pasado la noche en el Monte de los Olivos, lugar donde se produjo el encuentro con Nicodemo (Cf. Jn 3,1), también en la noche; y será el lugar de la entrega espiritual a la Voluntad del PADRE antes de afrontar el supremo sacrificio de la Cruz (Cf. Jn 18,1). Pero todavía, en el itinerario de san Juan tienen que producirse otros sucesos de trascendental importancia. Ahora JESÚS adopta una de sus manifestaciones más representativas «se sentó y se puso a enseñarles” (v.2). El evangelista amplía a “todo el Pueblo”, que se congrega en torno al MAESTRO. Todos han de escuchar con atención la enseñanza que saldrá de los labios de JESÚS. Entre el final del capítulo siete y el versículo doce del capítulo ocho, aparece un caso práctico para que la enseñanza de JESÚS no se entienda como una elevada doctrina ajena a la realidad humana, que pasa por momentos límite: una mujer está a punto de perder la vida, porque ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio y según la Ley de Moisés debía morir apedreada. Podría ser una mañana apacible, sin mucho ruido, pues era temprano. Una mañana para escuchar al MAESTRO e iniciar el día con la unción de sus palabras. Pero a JESÚS no le incomodan los imprevistos, y demuestra una vez más que está dispuesto para afrontar las situaciones más diversas, sin forzar para nada los acontecimientos. ÉL lo había dicho: “el que nace del ESPÍRITU no sabes de dónde viene ni a dónde va” (Cf. Jn 3,8). JESÚS, el HIJO de DIOS, posee sin medida el ESPÍRITU SANTO (Cf. Jn 3,34), y no le resulta ajena ninguna de las situaciones humanas.
Escribas y fariseos
“Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio y la ponen en medio” (v.3). Habían madrugado mucho aquellos escribas y fariseos para encontrar en plena relación adúltera a esta mujer convertida en víctima, pues el objetivo no era la mujer, sino poner en entredicho a JESÚS, desacreditarlo ante la gente que lo seguía, y si era posible, naturalmente, acusar a JESÚS de algo relevante para eliminarlo. Los escribas y fariseos sitúan su trofeo -la mujer- en el centro donde JESÚS la viese con claridad, siendo ellos un círculo de seguridad para que la mujer no se le ocurriera escapar, mezclándose entre los reunidos. Si hacemos caso al evangelista, aquellos escribas y fariseos tuvieron que abrirse paso entre un grupo muy nutrido que rodeaba a JESÚS. Cuánto interés tenían de exponer a la mujer no sólo al juicio de JESÚS, sino al criterio de los reunidos. Los evangelios no ocultan las maquinaciones que desde el primer momento se ponen en marcha para neutralizar la misión de JESÚS. En este caso, asistimos a una de ellas. Los escribas eran los expertos -teólogos- en la Ley; y los fariseos se creían el grupo más preparado para recibir al MESÍAS que estaba para venir, pero JESÚS les era muy molesto.
La acusación
Los escribas y fariseos le dicen a JESÚS: “MAESTRO, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. Moisés nos manda en la Ley apedrear a estas, TÚ, ¿qué dices?” (v.4-5). Aquellos expertos en la Ley omitían el texto del Deuteronomio siguiente: “si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que yacía con la mujer y la mujer misma. Así hará desaparecer de Israel el mal” (Cf. Dt 22,22). Aquellos intrigantes habían dejado escapar, al que había sido parte necesaria como varón en la consecución del adulterio. Sólo traían a la mujer a la que debían apedrear sin compasión alguna según la Ley. La escena se repite: los escribas y los fariseos buscan cualquier ocasión para medir el exacto cumplimiento de la Ley por parte de JESÚS. En ningún momento JESÚS rechaza la Ley de Moisés, pero tiene la misión de llevarla a plenitud: “no he venido a abolir la Ley, sino de llevarla a plenitud” (Cf. Mt 5,17). De manera especial en el evangelio de san Juan, JESÚS frecuenta el Templo no sólo en la Pascua, sino en otras fiestas. La Iglesia de los primeros momentos caminó muy cercana al Templo (Cf. Hch 3,1ss), como lo evidencian el libro de los Hechos de los Apóstoles. JESÚS por su parte da el verdadero sentido a la celebración del sábado y propone en todo momento el Amor a DIOS y al prójimo como el núcleo de la religión judía. JESÚS había dicho: “YO no condeno a nadie, vuestro acusador será Moisés en quien habéis puesto vuestra esperanza” (Cf. Jn 5,45). En este mismo capítulo, JESÚS establece las diferencias de fondo que existen entre los criterios suyos y los de los escribas y fariseos: “vosotros juzgáis según la carne, YO no juzgo a nadie” (Cf. Jn 8,15). JESÚS se abstiene de juzgar porque quiere agotar todos los recursos de la compasión y la Misericordia, y si en algún momento tuviera que emitir un juicio, ese juicio sería perfectamente válido y ajustado a la Divina Voluntad (v.16).
Pretendían acusarlo
“Los escribas y fariseos buscaban tentarlo y así tener algo para acusarlo; pero JESÚS inclinándose se puso a escribir con el dedo en la tierra” (v.6). En estos primeros minutos del juicio improvisado a la mujer adúltera, JESÚS no pronuncia una sola palabra. Pareciera que era conveniente dejar que afloraran todas las acusaciones, argumentos y estrategias. En los primeros compases del evangelio de san Juan, el evangelista afirma que JESÚS conoce lo que pasa por el corazón de los hombres (Cf. Jn 2,24-25). En el profeta Jeremías, el diagnóstico es más cáustico: “nada más enfermo y falso que el corazón del hombre” (Cf. Jr 17,9-10). El lenguaje corporal de JESÚS, que se agacha para escribir en el suelo, crea un silencio dramático, un momento de silencio y tensión desconcertante para aquellos acusadores, que buscaban el modo de acusar a JESÚS y acabar con ÉL. La justicia de aquellos era como escribir en el barro de la calle, del todo inconsistente. Algunos piensan que JESÚS estaba escribiendo en el suelo los pecados de aquellos acusadores. De cualquier forma, estaban perdiendo la partida y por eso levantaban la voz con insistencia, instando a JESÚS que se pronunciara.
JESÚS responde
“Ellos insistían en preguntarle, entonces ÉL se incorporó y les dijo: aquel que esté sin pecado que le arroje la primera piedra, e inclinándose de nuevo escribía en la tierra” (v.7-8). JESÚS se incorpora -levanta- para contestar a sus tenaces interlocutores que habían ido a la caza de alguna palabra que lo pudiera comprometer. Las acciones en los evangelios también transmiten mensaje, y la acción de levantarse siempre se ve relacionada con el momento poderoso de la Resurrección. JESÚS se incorpora y se dirige con sus palabras a todos y cada uno de sus desafiantes conspiradores. El texto no nos lo dice, pero la poderosa mirada de JESÚS recayó sobre cada uno de aquellos con la fuerza de una profunda interpelación: “quien esté limpio de pecado, que le tire la primera piedra”. En ese momento JESÚS había trasladado la carga de la prueba y eran ellos los que habrían de demostrar que estaban en condiciones de pronunciar una condena. Paradójicamente, JESÚS, en quien no había pecado, se había pronunciado con antelación: “YO no condeno a nadie” (Cf. Jn 5,45). JESÚS viene a dar plenitud a la Escritura, que por el profeta Ezequiel nos dice: “no quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta de su conducta y viva” (Cf. Ez 33,11). Para JESÚS también aquellos conspiradores que buscaban su ruina eran personas a las que se debía iluminar y sacarlos del pozo de sus malas intenciones. Las mazmorras del odio, envidia e intriga, tienen un gran hermetismo, y sólo una Gracia muy especial entra en los corazones allí instalados. La mujer que habían llevado ante JESÚS sabía que lo suyo no era correcto, pero habría que conocer algunas circunstancias y la gravedad del acto podría disminuir, sin que se concluyese que la mujer había realizado una acción recomendable. El patriarcado judío ofrecía protección y seguridad a la mujer, por lo que los casos de infidelidad debían tener causas de cierta importancia. Por otra parte, JESÚS logra que los acusadores se callen por un momento y se vean cuestionados por sus palabras: «si alguno se ve limpio de pecado…”.
Se van los acusadores
“Ellos al oír estas palabras se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos” (v.9a). JESÚS había realizado un verdadero milagro: iluminar las conciencias de los acusadores. Si aquel reconocimiento maduraba, aquellos hombres habrían pasado de enemigos de JESÚS a simpatizantes a una cierta distancia, por lo menos. Los más viejos se retiran primero por dos razones que no son excluyentes: el pecado no deja de presentarse como oferta a lo largo de la vida, y con los años se puede agudizar el discernimiento. Los mayores gozaban de un cierto crédito y respeto para los más jóvenes. Si los mayores adoptaban una actitud comprensiva, los más jóvenes se veían liberados en demostrar una perfecta ortodoxia y observancia. Sin alarde de ningún tipo, JESÚS mostraba una vez más dónde estaba la verdadera superioridad moral y espiritual. El pecado es siempre rechazable, pero al pecador hay que recuperarlo a toda costa.
JESÚS se dirige a la mujer
“Se quedó solo JESÚS con la mujer que seguía en medio. Incorporándose JESÚS le dijo: mujer, ¿dónde están?, ¿nadie te ha condenado? Ella le contestó: nadie, SEÑOR. JESÚS le dijo: tampoco YO te condeno. Vete y en adelante no peques más” (v.9a-11). La noche de oración en Getsemaní al pie del Monte de los Olivos había dado sus frutos visibles: la conspiración por el momento se desactivó, los conspiradores tuvieron por unos instantes lucidez de conciencia y la mujer acusada quedaba rehabilitada. A ella le dirige JESÚS una pregunta: “¿nadie te ha condenado?” Pareciera que JESÚS pregunta por lo obvio a la vista del resultado, pero la mujer debe reconocer que JESÚS le ha salvado la vida en todos los sentidos. JESÚS es para ella su SALVADOR. Tampoco ÉL la condena, aunque tuviese autoridad para hacerlo, porque en todo momento ÉL viene a mostrar la Divina Misericordia, que debe alcanzar a todos los hombres. Ante el sincero arrepentimiento de la mujer, JESÚS pronuncia su absolución y le indica dos cosas: la vuelta a su casa -vete- para recomponer la convivencia dañada, y el firme compromiso de no incurrir de nuevo en la infidelidad matrimonial.
San Pablo, carta a los Filipenses 3,8-14
Es probable que la carta a los Filipenses fuera escrita desde la prisión de san Pablo en Éfeso. San Pablo dedicó periodos largos de su misión a la ciudad de Éfeso, pues resultaba un punto estratégico, como también lo eran Antioquía de Siria o Corinto. La ciudad de Éfeso estaba muy romanizada en sus construcciones y costumbres, con un comercio pujante de productos exóticos procedentes de India y Arabia. El oro y el marfil no sólo abundaban en el gran templo de la diosa Artemisa, sino que estaba muy presente en las casas de las familias pudientes. La comunidad cristiana de Éfeso vivía en un ambiente altamente paganizado y san Pablo terminó encarcelado en esta ciudad por haberse enfrentado al culto de la diosa Artemisa. La vida del cristiano sigue la línea de la lucha espiritual, y tal cosa viene dándose desde el principio. San Pablo en los siguientes versículos ofrece con su ejemplo las claves del camino cristiano.
Inconsistente
“Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de CRISTO JESÚS, mi SEÑOR, y las tengo por basura para ganar a CRISTO” (v.8). La Revelación de DIOS en el Antiguo Testamento queda incompleta si no se alcanza la repercusión del «VERBO de DIOS que se hace hombre y pone su tienda entre nosotros” (Cf. Jn 1,14). Conocemos que DIOS es TRINIDAD sólo porque la Segunda Persona se ha hecho hombre. Este dato lo cambia todo, y pone al creyente en el camino justo de la Verdad hacia DIOS. DIOS nos hace mirar a la Creación para descubrirlo. Seguimos observando la Creación de DIOS y en ella aparece JESUCRISTO que revela la plenitud de DIOS. San Pablo habla de la sublimidad del conocimiento de CRISTO, porque ÉL es DIOS. La expresión que el Apóstol utiliza en este versículo nace especialmente de su corazón: JESÚS es el CRISTO y mi SEÑOR. San Pablo no está distante para mirar a CRISTO como el SEÑOR, sino que lo hace íntimo y surge como “mi SEÑOR”. La sublimidad del conocimiento de CRISTO es la razón última por la que san Pablo encuentra caducos los antiguos ritos, decretos, normas y leyes, que con tanta avidez había interiorizado. La sublimidad del conocimiento de CRISTO es quien lo estaba llevando por la verdad de la Evangelización, que con frecuencia terminaba en riesgo para la propia integridad física. Pero todo lo anterior a CRISTO es pérdida con respecto a CRISTO. Ninguna filosofía, espiritualidad, moral o ascética, tienen comparación con el conocimiento de CRISTO desde el corazón.
Perfeccionamiento personal
“Ser hallado en ÉL, no con la justicia mía, la que viene de la ley, sino la que viene por la Fe de CRISTO, la que viene de DIOS, apoyado en la Fe” (v.9). La Ley pone el “yo” del creyente en primer lugar para “hacer” o “no hacer”. La Justicia que bien por la Fe es la acción de DIOS que transforma por el hecho exclusivo de “creer” -Fe-. DIOS nos ha juzgado a todos los hombres en su HIJO JESUCRISTO, ÉL pagó nuestra deuda pendiente. La santidad personal no proviene de acciones propias muy bien realizadas, sino de la expiación y Gracia obtenida por JESÚS. Al comienzo del capítulo trece de la primera carta a los de Corinto, san Pablo propone unos casos desconcertantes, pero responden al planteamiento anterior: “ya podría dar todo lo que tengo a los pobres y entregar, en martirio, mi cuerpo a las llamas, si no tengo Caridad de nada me sirve” (Cf. 1Cor 13,3). El desprendimiento heroico de los bienes aprovecha, si interviene la acción del Amor de DIOS que viene por JESUCRISTO.
Conocimiento y unión
“Conocerlo a ÉL, el poder de su Resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a ÉL en su muerte (v.10). San Pablo da en este versículo el orden debido a la Gracia para concretar la vida cristiana. Tenemos que participar en un principio de la experiencia de la Resurrección del SEÑOR para unirnos con nuestros pequeños o grandes padecimientos a los de JESÚS en la Cruz. La muerte de JESÚS ocurrió hace dos mil años, una vez para siempre, pero nosotros participamos de su eficacia redentora permanentemente. Para tomar la propia cruz precisamos la experiencia de la Gracia que nos da la Paz y la fortaleza necesaria: “si morimos con CRISTO, viviremos con ÉL; si sufrimos con CRISTO reinaremos con ÉL; si lo negamos, también ÉL nos negará; si somos infieles, ÉL permanece fiel” (Cf. 2Tm 2,11).
Hacia la meta
“Tratando de llegar a la Resurrección de entre los muertos. No que lo tenga ya conseguido o sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera, por si consigo alcanzarlo, habiendo yo sido alcanzado por CRISTO JESÚS” (v.11-12). Hay que devolver mediante la pastoral la Esperanza cristiana que lleva como contenido esencial la Resurrección de los muertos y la Vida Eterna. Las tergiversaciones, sincretismos y falacias varias, inundan la escasa formación de muchos cristianos, que piensan que vienen de vidas anteriores, volviendo a reencarnar en este mundo después que hayan fallecido. La realidad es bien distinta y la verdad de los hechos es que morimos una sola vez y después de la muerte viene el juicio (Cf. Hb 9,27), tras lo que cada cual decidirá la línea que desea seguir para siempre. El conocimiento de CRISTO cobra especial importancia en estos momentos, en los que decidimos nuestro destino eterno. Por eso es urgente iluminar mediante la predicación y los distintos planes pastorales el contenido auténtico de la Esperanza cristiana y el valor de la Resurrección de JESÚS.
Cada instante de esta vida es importante
“No que lo haya ya conseguido o sea perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo yo sido alcanzado por CRISTO JESÚS” (v.12). La vida para san Pablo es como un gran estadio de competición, en el que se puede participar si se mantiene la ascesis conveniente. Todo es Gracia, pero queda inutilizada sin la respuesta personal debida. Hemos sido alcanzados por CRISTO cuando un evangelizador llegó a nuestras vidas, o el Sacramento del Bautismo nos regeneró del pecado y sumergió en el mismo DIOS TRINIDAD. CRISTO ya ha llegado, pero tenemos que alcanzarlo en una etapa superior a la anterior. San Pablo después de numerosas pruebas y experiencias espirituales se encuentra como imperfecto e inacabado: “no que ya la haya conseguido o sea ya perfecto…”, pues nada está cerrado mientras respiremos el aire de este mundo. Para nosotros las cosas concluyen después de cerrar los ojos al mundo que nos rodea y los abrimos al mundo que se manifiesta ante nosotros en el más allá.
Lo que está por delante
“Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía; pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio al que DIOS me llama desde lo alto en CRISTO JESÚS” (v.13-14). San Pablo da un gran valor al tiempo, a cada instante de esta vida. Esta frase es representativa de lo anterior: “nos apremia el Amor de CRISTO” (Cf. 2Cor 5,14). “Olvido lo que queda atrás” y se hace más fácil el verdadero cambio de vida que representa el encuentro con CRISTO JESÚS. Hay Esperanza para todas las vidas destrozadas, porque en JESUCRISTO se puede empezar de nuevo y de ser alguien hundido en la droga se puede retomar una senda de buen juicio y gusto por las cosas sencillas. Alguien que participo de manera activa en prácticas abortivas, después de un encuentro con el SEÑOR es una persona militante a favor de la vida y de forma insobornable. Lo anterior queda atrás para cifrar lo que está por delante, que trasciende este mundo.