( Este breve artículo fue pensado para mi blog, que está principalmente en chino, pero, por temor a que personas celosas hagan una traducción menos fiel del mismo, como ha sucedido a menudo, me apresuro a proporcionar esta
mi propia traducción personal .)
He visto muchas críticas contra la mascota del Año Jubilar, principalmente porque la empresa que la produjo tiene reputación de tener varios productos que nosotros, los católicos, llamaríamos menos que decentes.
Pero ¿qué es una mascota? Algo que se considera un “amuleto de la suerte”. ¿Ahora bien, no implica esto algo supersticioso? (Quizás el uso general ha diluido mucho este sentido supersticioso y tal vez no haya necesidad de darle demasiada importancia.
Pero ¿no es ya en sí mismo el Jubileo una gran fortuna? Conmemora el nacimiento del Salvador. Para que los frutos de este año de gracia sean más abundantes, ¿no hubiera sido mejor elegirnos un Patrón celestial?
- El año 2025 marca el 1700 aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025 d.C.). Este Concilio, que siempre ha sido reconocido y aceptado por todas las Iglesias cristianas, declaró herética la doctrina de Arrio y afirmó que la persona de Jesús del Evangelio es verdadero Dios y verdadero hombre, el Hijo de Dios encarnado para traernos la salvación.
El Concilio de Nicea no erradicó inmediatamente el arrianismo.
En la larga batalla por defender la verdad de la fe, el Santo Obispo Atanasio sufrió dura persecución. Gracias a su perseverancia y al apoyo del cristianismo, hoy nosotros, al recitar o cantar el Credo, podemos proclamar en voz alta que Jesús es el Hijo de Dios, consustancial con el Padre. En defensa de este “homoousios”, Atanasio y muchos fieles pagaron un alto precio. ¿No sería apropiado que tomáramos a San Atanasio como nuestro Patrón para este Año Jubilar?
- Este año se celebra también el 60º aniversario de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Este Concilio, por su grandeza, su seriedad y su feliz conclusión, constituye una piedra miliar en la historia de la Iglesia.
Desgraciadamente, hay quienes, dejando de lado el fruto verdaderamente precioso del Concilio y proclamando en cambio un así llamado “espíritu del Concilio”, han tratado de manipular la Sagrada Tradición de la Iglesia: la renovación se convierte en reforma, la actualización se convierte en conversión al “espíritu de los tiempos”.
Pienso que un buen comienzo del Año Jubilar debe ser un estudio serio de los Documentos del Concilio Vaticano II, especialmente la Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen gentium) y la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual (Gaudium et spes), con absoluto respeto a la hermenéutica de la continuidad, subrayada tantas veces por el Papa Benedicto XVI. Insisto en que estos Documentos deben entenderse en la continuidad del Magisterio auténtico.
Para mis hermanos y hermanas en Hong Kong, planeo organizar algunas oportunidades para estudiar juntos estos preciosos Documentos.

CARDENAL JOSEPH ZEN.
MIL.