Silencio del Papa sobre la reforma de la Curia y sobre la tan anunciada nueva Constitución Apostólica

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Hoy, con su noveno discurso a la Curia romana, con motivo de los saludos de Navidad 2021, el Pontífice, como en numerosos discursos anteriores, ha vuelto a martillar los defectos, vicios , insuficiencias y malas prácticas de cientos de personas -en su mayoría sacerdotes, religiosos y religiosas, entre ellos cardenales, arzobispos y obispos- que son todos sus colaboradores en el gobierno universal de la Iglesia que preside con caridad. 

 

Es un discurso que el Papa Bergoglio reitera desde tiempos lejanos cuando era, como sucesor del cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires.

 

Mucho de todo esto que Francisco viene diciendo desde hace dos décadas es una fuerte denuncia que se encuentra en la base de la muy amplificada reforma de la Iglesia que, además de la conversión de corazones – que Jesús ya dijo hace más de 2000 mil años – pasa. a través del cambio radical de estructura y reglas. Concretamente, pasa también de forma decisiva por una nueva y dinámica Constitución Apostólica, enriquecida por los tiempos cambiantes, tras los 30 años del precedente de S. Juan Pablo II lo llamó » Pastor Bonus «.

 

 En el nuevo, que sabemos por el propio Papa se titula o se titulará » Evangelium praedicate«, ocho años después del inicio de su elaboración por el Consejo de Cardenales (primero 9 y ahora 7), hoy, frente a la Curia, el Santo Padre no ha dicho una sola palabra. Y sin embargo Francisco el 1 de septiembre en un ‘ Amplia entrevista con la cadena de radio española Cope, habló extensamente sobre el tema diciendo cosas que nunca había dicho.

 

Es evidente que el Papa Francisco favorece a los medios de comunicación en general y poco o nada revela a los órganos competentes de la Iglesia o incluso a sus medios de comunicación. , en la parte superior de la jerarquía, que a menudo son los últimos en enterarse.

 

La nueva Constitución Apostólica es algo muy grave, muy grave, ya que la Iglesia de hoy carece de una ley fundamental. La vieja Constitución, efectivamente caducada, no se puede aplicar porque ha sido neutralizada por decenas de Motu Proprio. El nuevo, hasta su promulgación, es como si no existiera. Esta situación es muy delicada e insidiosa, especialmente en un momento en el que crecen las divisiones, el antagonismo e incluso el odio mutuo entre las partes en desacuerdo dentro de la Iglesia y dentro de la misma jerarquía.

 

Hoy el Papa, en referencia a la Curia, su trabajo y su servicio, ha hablado de participación, comunión y misión.. Todo esto es sacrosanto y bien propuesto y reiterado, pero ¿qué pasa con la reforma concreta, su codificación legal, el espíritu de los cambios que se vienen haciendo desde hace ocho años? ¿Qué dicen de los cronogramas y por qué? ¿Cómo será este diaconado en el futuro y qué pueden esperar las Iglesias particulares de este servicio?

Hoy el Papa, con su singular silencio, ha asestado un duro golpe a su pontificado ante el que sólo queda una esperanza: que pronto diga algo al respecto y aclare cuanto antes estas tinieblas. También en este caso podemos aplicar un recordatorio del Papa que ha dicho en varias ocasiones sobre la crisis ecológica: en una crisis, la puntualidad también es fundamental. Una buena solución no es suficiente. Debe hacerse en los momentos adecuados.

Solo hay que añadir, como dijo hace unos días el cardenal Pietro Parolin: la Iglesia no es del Papa y ni siquiera de los obispos o sacerdotes. Es de los bautizados. Queremos recordar que estos bautizados están llamados según la ley suprema y perfecta, Cristo, a ser sus discípulos y no súbditos de un soberano.

 

Luis Badilla.

CIUDAD DEL VATICANO.

23 de diciembre de 2021.

ilsismografo

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