San Valentín, un camino de santidad que conduce al verdadero amor.

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El 14 de febrero es el día en que la Iglesia conmemora a San Valentín. Ciudadano y obispo de la ciudad umbra de Terni (Italia) del 197 después de Cristo, dedicó su vida a las obras de caridad. Le encantaban las flores y las regalaba a las parejas comprometidas para desearles una feliz unión. Se dice que antes de ser asesinado, unió en matrimonio a un legionario convertido y con una joven cristiana. A causa de su fe, que no renegó, fue primero encarcelado y luego, por orden del emperador, decapitado en Roma el 14 de febrero de 273. Su testimonio es un canto al amor fiel y paciente que hay que construir en todas las épocas, incluso en la actual, sacudida por la crisis sanitaria y la pandemia.

 

Un amor para siempre

 

El camino hacia el que debemos tender no es un camino inspirado en la «cultura de lo provisional», sino  a aquel de las elecciones definitivas. El Papa indica esta via el 14 de febrero de 2014 encontrando en la Plaza de San Pedro a más de 20 mil jóvenes de todo el mundo. Son parejas comprometidas que se preparan para el matrimonio. Francisco responde a las preguntas de algunos de ellos. La primera se refiere al miedo del «para siempre». El Santo Padre señala que «muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas». El amor, añade, es una relación, «una realidad que crece». Se construye «como una casa, no solos, sino juntos». ¿Cómo se cura -añade el Papa- este miedo al «para siempre»? «Se cura día a día encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, hecho de pasos -pequeños pasos, pasos de crecimiento común- hechos de empeño para convertirse en  mujeres y hombres maduros en la fe”.

 

La convivencia es un arte

 

Otra pregunta planteada al Papa se refiere al «estilo» de vida matrimonial. «Vivir juntos -explicó el Pontífice en aquel encuentro de 2014, dirigiéndose a una pareja de novios- es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante. No termina cuando se han conquistado mutuamente… Más bien, es precisamente entonces cuando empieza». El matrimonio, subrayó también Francisco, es también «un trabajo cotidiano, podría decir un trabajo de artesanía, de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer a la mujer más mujer y la mujer tiene la tarea de hacer al marido más hombre». Se trata de crecer «en humanidad, como hombre y como mujer». El tiempo del noviazgo, explicó entonces el Santo Padre durante la audiencia general del 27 de mayo de 2015, puede convertirse en «un tiempo de iniciación.» ¿Pero a qué? «¡A la sorpresa! A la sorpresa de los dones espirituales con los que el Señor, a través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone para vivir en su bendición». «El compromiso, en otras palabras, es el momento en el que los dos están llamados a hacer un hermoso trabajo sobre el amor, un trabajo participativo y compartido que llega a lo más profundo».

 

Permiso, gracias, perdón

 

Encontrando en el 2014 a parejas de novios que se preparan para el matrimonio, Francisco también recuerda tres palabras importantes: permiso, gracias, perdón. «Pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los demás». «Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante -dice el Papa-, hace falta mucha más cortesía. Y esto puede empezar en casa». Parece fácil, añade Francisco, decir «gracias». «Pero sabemos que no es así». «Es necesario saber decir gracias, para ir adelante bien juntos en la vida matrimonial». La tercera palabra indicada por el Pontífice es perdón. Si se aprende a pedir perdón y a perdonar, recuerda el Papa, «el matrimonio durará, seguirá adelante». Palabras que se combinan con una recomendación: «nunca terminar el día sin hacer las paces».

 

El matrimonio es una vocación

 

«Hace falta valor para formar una familia». El Papa Francisco pronuncia estas palabras reuniéndose con los jóvenes de Umbría en Asís, el 4 de octubre de 2013. Y respondiendo a una pregunta sobre el matrimonio, subraya que «es una vocación verdadera y propia, como lo son el sacerdocio y la vida religiosa». «Dos cristianos que se casan -explica el Papa- han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación de formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida. Y el sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo radica en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede enfrentar todo, ¡juntos!».

 

Amor conyugal y familiar.

 

«Que las familias del mundo se dejen fascinar cada vez más por el ideal evangélico de la Sagrada Familia y con la ayuda de la Virgen María se conviertan en fermento de una nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal». Este es el deseo expresado por el Papa para el Año dedicado a la Familia en Amoris laetitia, inspirado en el ideal del amor conyugal y familiar encarnado por Jesús, María y José. Este Año especial comenzará el próximo 19 de marzo, cinco años después de la publicación de la exhortación apostólica, y finalizará el 26 de junio de 2022.

 

Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano.

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