Sacerdote que pidió a Francisco rectificar o dimitir por apoyar las uniones civiles gay, suspendido del Opus Dei.

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«Veo una aparente victoria de la ética de la situación sobre la moral católica tradicional», dice el sacerdote.

El 21 de octubre de 2020, en el documental Francesco de Evgeny Afineevsky, el papa Francisco hizo una declaración sobre la homosexualidad que fue difundida muy rápidamente por los medios de comunicación y dejó al mundo atónito. El padre Janvier Gbénou, un sacerdote africano de 41 años nacido en Benín y residente en Costa de Marfil, no tenía ni idea de que esa declaración cambiaría y marcaría su vida. Ordenado sacerdote de Jesucristo en Roma en 2012, tiene un máster en Informática Aplicada a la Gestión Empresarial y un doctorado en Filosofía. Dado que pronto se cumplirá el primer aniversario de la declaración del papa Francisco, este sacerdote quiere volver a llamar la atención sobre un acontecimiento ya olvidado por muchos católicos pero que, para él, constituye una aparente victoria de la homosexualidad y la ética de la situación sobre el papado. En respuesta, el padre Janvier Gbénou ha decidido escribir un libro bajo el nombre de padre Jesusmary Missigbètò.

El padre Jesusmary, miembro del Opus Dei, fue suspendido como sacerdote en marzo de este año después de que el pasado noviembre criticara el apoyo del papa Francisco a las uniones civiles de parejas homosexuales y le pidiera que corrigiera su postura o dimitiera. No se le permite celebrar misas públicas, ni predicar, ni confesar, y también se le dijo que abandonara la residencia del Opus Dei.

Ahora el padre Jesusmary vive en una residencia privada y ha escrito un libro sobre esta historia para dar testimonio de la verdad.

El sacerdote del Opus Dei, ahora sancionado, estrecha las manos de Benedicto XVl.

 

LifeSiteNews se ha puesto en contacto con el padre Jesusmary para que nos cuente lo que le ocurrió después de que el papa Francisco avalara públicamente las uniones civiles de parejas homosexuales y lo que pretende con su nuevo libro.

El padre Jesusmary proviene de una familia pobre con nueve hijos. Poco después de ser ordenado diácono, le preguntaron si tenía miedo de ser sacerdote. El padre respondió que no, y entre las razones por las que no lo tenía, afirmó: «… [U]na vez ordenado sacerdote, mi tarea será transmitir la gracia y el mensaje de Cristo. Transmitir y no inventar o improvisar. Lo que daré no será mío sino de Cristo; además, me siento confiado porque sé que estoy en manos de la Virgen María, Madre de todos los sacerdotes».

La lealtad del padre Jesusmary a las enseñanzas de Cristo le ha llevado a un conflicto con sus superiores que nunca había imaginado. Con valentía, defiende y sufre por Cristo y su verdad.

El 21 de octubre de 2020, en el documental Francesco, de Evgeny Afineevsky, el papa Francisco dijo: «Lo que hay que hacer es una ley de convivencia civil; tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defiendo esto». ¿Por qué es importante para usted llamar la atención sobre esta declaración un año después de que se hiciera pública?

Más allá de Francesco y de la cuestión homosexual que plantea, veo una aparente victoria de la ética de la situación sobre la moral católica tradicional. Desde 2016, con la publicación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, varios expertos en moral católica (sobre todo el filósofo alemán Robert Spaemann y el teólogo inglés Aidan Nichols, OP) han advertido que el pontificado del papa Francisco parece abrir las puertas de la moral católica tradicional a una cierta ética de la situación. Pero el problema es que la ética de la situación fue expresamente condenada por san Juan Pablo II en 1993 en la encíclica Veritatis Splendor (nn. 84 y 85). ¿Tienen razón o no estos expertos? Está claro que no corresponde a los fieles de la Iglesia juzgar este asunto, sino a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esperemos que lo haga por el bien de la Iglesia y del papa. De todos modos, la verdad es un sol que nadie puede ocultar con la mano, por muy grande que sea esa mano.

Pax Christi Ecclesia: Homosexuality vs Papacy es el título de su libro. ¿Por qué ha decidido hablar en lugar de permanecer en silencio?

Porque hay una aparente victoria de la homosexualidad sobre el papado, que se considera el último baluarte moral de la humanidad. De los 266 papas que ha tenido la Iglesia católica, el papa Francisco es el primero que ha aceptado las leyes de convivencia civil homosexual. El problema es que los cristianos viven en una sociedad civil, no solo en la eclesial. Si la homosexualidad se instaura en el derecho civil, serán muchas las consecuencias negativas para la Iglesia católica a corto, medio y largo plazo: la pérdida de valor del sacramento del matrimonio, la pérdida de valor del sacramento de la eucaristía, la dificultad de educar a los hijos en el verdadero amor entre el hombre y la mujer tal y como lo ha querido Dios creador, las futuras vocaciones sacerdotales y religiosas, la seguridad de los cristianos frente al terrorismo, la coherencia moral de la doctrina cristiana, la fe de los fieles cristianos, la unidad de la Iglesia, etc.

¿Cómo explicaría la ética de la situación que parece haber en las palabras del papa Francisco en la aceptación de las leyes de unión civil homosexual?

¡Es fácil! Y lo hago hago refiriéndome a la aceptación de la ley del aborto por parte del presidente Joseph Biden. En efecto, el actual presidente de los Estados Unidos es [un miembro de la] religión católica. Sin embargo, acepta la siguiente proposición: «Estoy de acuerdo con la ley del aborto pero estoy en contra del aborto». ¿No hay una incoherencia en esta frase? ¿No es como decir: «Estoy de acuerdo con la ley sobre robar pero estoy en contra del hecho de robar»? ¿Cómo se puede estar en contra de un pecado y, al mismo tiempo, aceptar una ley que lo favorezca? Por eso, el arzobispo de Washington, el cardenal Wilton Gregory, debería exigir al presidente Biden que viva en «coherencia eucarística», es decir, que rechace su apertura a la posibilidad del aborto, o que acepte el dolor de que se le niegue el acceso al sacramento de la Eucaristía. Desde el tiempo de los primeros cristianos, siempre ha habido incompatibilidad entre la recepción de la Eucaristía y la aceptación pública de los pecados graves. De hecho, ¿no es posible poner en paralelo la actitud del presidente Biden sobre el aborto con la del papa Francisco sobre la homosexualidad? En efecto, con lo dicho por el papa Francisco el 21 de octubre de 2020, podríamos resumir su pensamiento en la siguiente frase: «Estoy de acuerdo con las leyes de convivencia homosexual, pero estoy en contra de la convivencia homosexual». Pero esta frase, ¿acaso no transmite también una ética de la situación? ¿Se puede realmente querer ser fiel a Cristo y aceptar una posible ética de la situación en las palabras de un pontífice?

¿Cuál es su objetivo con este libro?

La verdad y la paz. En primer lugar, la verdad sobre las leyes de unión civil homosexual. En realidad, hay una trampa en la que hemos caído: la mezcla entre «discriminación de los homosexuales» e «ideología LGBTQ». De hecho, el problema es la confusión de estas dos ideas. Me explico. La discriminación está relacionada con las leyes de protección, mientras que la ideología LGBTQ está relacionada con las leyes de unión. No diferenciamos entre «leyes de protección» y «leyes de unión», pero es muy importante marcar la diferencia. De lo contrario, caemos en la trampa tendida por los activistas LGBTQ. Hablan de discriminación y luego piden leyes de unión. ¡No! Lo que una sociedad humana y justa necesita más bien son leyes de protección para proteger los derechos básicos de las personas marginadas. Hay leyes de protección para los niños, las mujeres embarazadas, los discapacitados, los inmigrantes, los presos, etc. Las leyes de uniones homosexuales contradicen arrogantemente la voluntad de Dios para el hombre, la mujer y la sexualidad, tal como se manifiesta en el Libro del Génesis. El segundo objetivo de mi libro es la paz en la Iglesia porque actualmente vemos, en los medios de comunicación y las redes sociales, una falta de unidad. Pero la unidad está precisamente relacionada con la verdad (la ética de la situación se llama también ética de la media verdad o ética de la tibieza). Podríamos decir que hay dos tipos de unidad: una unidad objetiva basada en la verdad y una unidad subjetiva basada en las opiniones. Cuando la verdad no se percibe como referencia, sino que la opinión de una persona o de un determinado grupo de personas es percibido como dominante, surgen el conflicto y la inestabilidad. La actual guerra eclesiástica (obispos contra obispos, cardenales contra cardenales, obispos contra el papa y el papa contra obispos, sacerdotes contra el papa y el papa contra sacerdotes, laicos contra el papa y el papa contra laicos) no es un honor para la Iglesia católica, que está llamada a evangelizar al mundo. En mi humilde opinión, la Iglesia católica necesita recuperar su coherencia moral anterior a 2016 y estar en paz desde el punto de vista moral, doctrinal, pastoral y litúrgico.

¿Cuál es su esperanza respecto a la publicación de este libro?

Mi esperanza está depositada en la Virgen María. Recuerdo el hermoso testimonio del cardenal Carlo Caffarra, que nos contó las palabras que le había escrito sor Lucía, la vidente de Fátima. Tengo el texto a mano y os lo leo ahora: «La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será sobre la familia y el matrimonio. No tengáis miedo, porque siempre se combatirá a quién trabaje por la santidad del matrimonio y la familia, siempre encontrará oposición en todos los sentidos, porque esta es la cuestión decisiva. Sin embargo, la Virgen ya le ha aplastado la cabeza». Mi libro es una modesta contribución de meditación y reflexión sobre el peligro que constituye para el matrimonio y la familia el aval de las leyes de convivencia civil homosexual del papa Francisco. Por ello, encomiendo mi libro a la Virgen María, Madre de Jesús, Madre de la Iglesia y Reina de las Familias.

Su libro está escrito en forma de meditaciones; más concretamente, es un conjunto de tres meditaciones enmarcadas por un prólogo y un epílogo. ¿Por qué ha adoptado este estilo?

En el libro, menciono varias veces el Santísimo Sacramento. Esto se debe a que quiero que cada cristiano, cada obispo, y también el papa, se pongan ante el Santísimo Sacramento y mediten profundamente sobre la aceptación de las leyes de uniones civiles homosexuales y todo lo que esto implica en términos de futuras consecuencias negativas en la vida del mundo y de la Iglesia. Para llamar la atención sobre este hecho, comencé primero con mi página de Facebook y luego con mi página de Twitter. Esperaba que lo que publicaba ayudara a los líderes de la Iglesia a analizar la declaración del papa en Francesco. Pero, por el contrario, me encontré con una reticencia a abordar la cuestión. Entonces me acordé de santa Catalina de Siena y de su carta al cardenal de Ostia en la que decía «¡Basta de silencio! Gritad con cien mil lenguas. Veo que debido al silencio el mundo está corrompido, la Esposa de Cristo ha palidecido, despojada de su color, porque su sangre, es decir, la Sangre de Cristo, ha sido extraída de su cuerpo».

Con respecto a la homosexualidad, ¿cuál es su creencia personal?

Mi postura es la de la Iglesia, tal y como recordaron el santo papa Juan Pablo II y el papa emérito Benedicto XVI en el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fechado el 3 de junio de 2003, y titulado «Consideraciones sobre las propuestas para dar reconocimiento legal a las uniones entre personas homosexuales». Por lo tanto, distingo entre personas homosexuales humildes y personas homosexuales arrogantes (lo que parecen ser los activistas LGBTQ, que trabajan activamente para imponer la homosexualidad en nuestra humanidad). Como todas las personas humanas, todas las personas homosexuales tienen derecho a no ser maltratadas por su condición. Siguiendo el ejemplo de humildad del papa Francisco, estoy dispuesto a arrodillarme y besarles los pies porque todos son hijos de Dios y merecen ser amados. Sin embargo, hacia los activistas LGBTQ, mis palabras son afectuosamente duras para empujarlos a la conversión. Primero, a través de Aristóteles, que nos recuerda la necesidad de actuar con inteligencia y justicia para sobresalir en humanidad: la actividad homosexual no honra al ser humano, sino que lo deshonra como criatura de Dios. Entonces, como Jesús, Juan el Bautista y Pablo, diré: «¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo! Si tu mano o tu pie te induce a pecar, córtatelo y arrójalo de ti. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que con las dos manos o los dos pies ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te induce a pecar, sácalo y arrójalo de ti. Más te vale entrar en la vida con un solo ojo que con los dos ser arrojado a la gehenna del fuego» (Mateo 18,7-9). Es evidente que estas palabras de Jesús Nuestro Señor no deben tomarse literalmente, sino en sentido figurado. De hecho, Jesús está hablando en una parábola para decir que todo pecado nos separa de Dios y que debemos tomar medidas para desprendernos de él. Es orgulloso y pretencioso glorificar el pecado. Es humilde y sabio luchar por separarnos de él.

Padre Jesusmary, ¿puede decirnos cómo ha cambiado su vida personal la declaración del papa Francisco?

Me ha afectado desde el punto de vista intelectual. En Yamoussoukro [una ciudad de Costa de Marfil], solía dar cursos de teología a grupos de estudiantes y profesionales católicos. En estos cursos, enseñaba, entre otras cosas, la grave obligación moral formulada por el santo papa Juan Pablo II y por el papa emérito Benedicto XVI que pedía a todo cristiano que luchara contra el establecimiento de leyes de uniones civiles homosexuales, y que trabajara por el matrimonio y la familia tal y como los ha querido Dios creador. Pero con la declaración del papa Francisco, aparentemente contradiciendo a sus 265 predecesores, percibí un error en la matriz de la enseñanza moral católica. Entonces publiqué una carta abierta el 21 de noviembre de 2020 para llamar la atención sobre este error. Desgraciadamente, se impuso el título que había elegido apresuradamente para esta carta («¿Por qué tiene que dimitir el papa Francisco?»), lo que impidió que muchos cristianos leyeran los argumentos que estaba exponiendo. El título completo habría sido más explícito, pero tenía el inconveniente de ser largo: «¿Por qué tiene que dimitir el papa Francisco si no va a aclarar o rectificar su declaración porque Juan Pablo II y Benedicto XVI preservaron como un principio moral serio, claramente basado en la Biblia y la Tradición, que todo cristiano debe luchar contra el establecimiento de leyes de unión civil homosexual?». En efecto, parece haber una incompatibilidad objetiva entre el cargo de Pastor Supremo de la Iglesia y el de promotor universal de leyes de unión civil homosexual. Lamentablemente, utilicé la versión corta.

Pero, ¿tuvo esto alguna consecuencia práctica en su vida?

Sí. Francesco también me ha afectado en términos prácticos. Desde la publicación de mi carta abierta, mi familia espiritual [el Opus Dei] me considera un sacerdote que está en contra del papa. Y sin embargo, no dejo de decir que no estoy en contra del papa Francisco. Es más, creo que es imposible que un católico no ame al papa (y más cuando a ese católico se le llama «tradicionalista»). Jesús quiso que el amor al papa estuviera inscrito en nuestro ADN religioso. Sin embargo, [según algunos] Aristóteles dijo: «Amicus Plato, sed magis amica veritas» [«Quiero a Platón, pero quiero aún más a la verdad]. Para mí, el primer mandamiento es el que tiene prioridad: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» (Mateo 22,37). Ahora bien, para nosotros los cristianos, amar a Dios significa amar a Cristo, la Verdad Eterna de Dios. Y amar a Cristo significa defender la verdad en nuestra Iglesia católica. Esto no significa estar en contra de alguien, sino estar con Jesús. Si las naciones necesitan la verdad, la Iglesia católica la necesita aún más. Es una cuestión de honestidad, credibilidad, autenticidad, eficacia y unidad. La verdad es la brújula para no perder el camino hacia el Cielo. La verdad es la roca sobre la que apoyarnos cuando caemos.

¿Dónde vive ahora?

Con mi familia. En enero pasado pedí un retiro espiritual personal para meditar sobre Francesco. Desgraciadamente, mi familia espiritual me exigió que abandonara mi proyecto de libro; de lo contrario, no podría vivir en sus centros de formación. Así que estoy viviendo con mi familia. Pero como he recibido una amenaza de muerte en Twitter por parte de un activista homosexual, me veo obligado a vivir escondido mientras termino de escribir mi libro. El 4 de marzo de 2021 recibí una carta del Vicario del Opus Dei en Costa de Marfil en la que se me informaba de que se me prohibían las misas públicas, las confesiones y la predicación debido a mi actividad en Facebook y Twitter, que se percibía como un ataque directo al papa. Pero yo ya me había disculpado públicamente con el papa a través de estos medios el 25 de febrero. Como Cristo, que también fue objeto de incomprensión en su tiempo, yo también perdono y no guardo rencor porque creo que todos actúan con buena intención. Pero no puedo evitar decir que me parece injusto. Mire lo que pasó en Alemania el pasado mes de mayo con el centenar de sacerdotes que bendijeron las uniones homosexuales con el apoyo de sus obispos. ¡Miren lo que pasó con el superior general de los jesuitas, el padre Arturo Sosa, que negó públicamente la existencia del diablo y cuestionó la veracidad de los Evangelios! ¡Todos estos sacerdotes no han sido sancionados! ¿Por qué hay que silenciar y castigar a los que dicen la verdad?

Pero, ¿no es esto más bien un problema de obediencia?

Personalmente, no estoy ni estaré nunca en contra de la obediencia, pero creo que la obediencia tiene un límite: el pecado. No se puede exigir a una persona que obedezca guardando silencio sobre la verdad. La Iglesia ya ha pagado el precio con los escándalos de pederastia que ahora nos han alcanzado y que no nos honran. Debido a una obediencia mal entendida, ¿cuántos cardenales no han hablado? ¿Cuántos obispos han callado? ¿Cuántos sacerdotes? ¿Cuántos padres y madres de familia? Abandonando a los pobres seminaristas, a los pobres monaguillos, a los pobres religiosos y religiosas, a los pobres hijos e hijas en manos de depredadores sexuales que, durante el día, proclamaban a Dios, pero de noche contradecían a ese mismo Dios abusando de su propia grey.

¿Cuándo saldrá su libro? ¿Tiene la autorización necesaria, ya que probablemente el Opus Dei no se la dará?

Me gustaría que se publicara el 7 de octubre, fiesta de la Virgen del Rosario, o el 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen de Fátima. Porque el 21 de octubre de 2021 será el primer aniversario de la aceptación pública de las leyes de convivencia civil homosexual por parte del papa Francisco. Sigo buscando un obispo dispuesto a concederme el Nihil Obstat y el Imprimatur. Y también una editorial que acepte publicarlo en inglés, francés, español e italiano. Ya tengo los 4 textos.

¿Por qué eligió «Padre Jesusmary Missigbè» como seudónimo?

«Jesusmary» se debe a mi amor por Jesús y María. Como sus corazones están íntima y profundamente unidos, quise reflejarlo uniendo sus nombres. «Missigbètò» es un nombre de la etnia goun de Benín que significa literalmente «¡Respeta al hombre!». Significa que todo ser humano debe ser respetado porque es hijo de Dios.

¿Quiere hacer un último comentario?

Muchas gracias a LifeSiteNews por dar voz a personas desconocidas como yo. En mi humilde opinión, el documental Francesco es problemático, y sería bueno que el papa y nuestros obispos, cuando miran a Jesucristo presente en la Santísima Eucaristía, consideraran este problema. Concluyo con tres testimonios públicos que pueden explicar mejor que yo el impacto de Francesco. El primero expresa exultación, el segundo permisividad y el último desolación. El primero, del padre James Martin, SJ: «¿Qué hace que los comentarios del papa Francisco apoyando las uniones civiles entre personas del mismo sexo sean hoy tan trascendentales? En primer lugar, los está haciendo como papa, no como arzobispo de Buenos Aires. En segundo lugar, está apoyando claramente, no simplemente tolerando, las uniones civiles. Tercero, lo dice ante las cámaras, no en privado». A continuación, de Harry Roque, portavoz del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que hace tiempo que ha aceptado las uniones civiles entre personas del mismo sexo: «Con el apoyo de nada menos que el papa, creo que incluso el más conservador de todos los católicos en el Congreso ya no debería tener una base para objetar». Y, por último, del reverendo Al Mohler, presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, vinculado a la mayor denominación protestante de Estados Unidos [la Convención Bautista del Sur]. Para él, los comentarios del papa Francisco «revelan otra señal de la imprudencia de este papado y demuestran el socavamiento de la verdad, la doctrina y la lógica moral de su propia Iglesia», pues «dada la influencia de esa Iglesia en todo el mundo, debilitará el testimonio cristiano sobre el matrimonio, la sexualidad y el género según la voluntad de Dios y la Palabra de Dios».

 

Maike Hickson.

LifeSiteNews.

 

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