Vivir por un largo tiempo es el deseo de cualquiera que se siente feliz en medio de sus bienes; la vejez puede ser rica en experiencias y sabiduría, pero, en algunos casos, también puede ser pesada para aquellos que se sienten desgastados por la edad, pues se van debilitando las fuerzas.
La vejez cambia de sentido según el camino por el cual se progresa para llegar a la felicidad eterna; se le corona a aquel que vivió y vive según la justicia, porque se le permite el gozo de ver a los hijos de sus hijos.
Cuando el anciano siente declinar su vigor y va notando que ya nada tiene sabor, puede exclamar ¡todo está cumplido! Aquellos que lo rodean lo vinculan con los recuerdos pasados, las experiencias en el camino juntos, pero, sobre todo, rememoran la autoridad que de ellos emanan.
Las canas merecen respeto, aunque los años no son suficientes para hacer al anciano digno de honor, atributo prestigioso de toda sabiduría. Los niños, los jóvenes y los adultos debemos seguir los consejos de los ancianos, pues muchos de ellos brillan por sus virtudes como un ícono que contiene todo un cúmulo de verdad, de fidelidad, y justicia. ¡Su vida ha sido llena!
El anciano fue y es, a la vez, un líder y un compañero; un hombre fuerte, capaz de defender a su familia contra los ataques que la asechan. Ante los animales salvajes prepara su defensa y con cariño lleva en sus brazos a su descendencia. La conduce y la resguarda.
Un anciano bien habido educa, enseña y corrige. Esta corrección que se sale de él puede ir desde la represión hasta el castigo; debe asegurar la eficacia de las lecciones y resguardar su legado o, como decía uno de ellos, lo que no quisiste aprender en la casa en la calle lo aprenderás, hijo mío.
Sin embargo, cuando los ancianos llegamos a la tercera edad podemos hacer nuestras las palabras del poema:
Llegó la tarde ¡Tercera edad!
Aquí no hay viejos
Solo, nos llegó la tarde:
Una tarde cargada de experiencias
Experiencias para dar consejos.
Viejo es el mar y se agiganta.
Viejo es el sol y nos calienta.
Vieja es la luna y nos alumbra.
Vieja es la tierra y nos da vida.
Viejo es el amor y nos alimenta…
Leda Fuentes Casanova
El envejecimiento individual ha estado presente como objeto de estudio a lo largo del desarrollo social en diferentes disciplinas, ya sea la medicina, la filosofía, la ciencia, las artes y demás.
Las personas mayores han sido el pasado y el futuro de la sociedad, pues ellas vivieron guerras, épocas de hambre, transiciones políticas y aun así seguían “al pie del cañón”, pues tenían conciencia de que se debían proteger y sostener a la familia.
En las próximas décadas se espera que el crecimiento de la población adulta mayor se acelere, de manera que para el 2050 uno de cada cuatro habitantes de la región será un adulto mayor. Como referencia, Europa es un vivo ejemplo de esta realidad.
Las personas adultas deben ser tratadas sin discriminación por razón de edad, de enfermedad, dependencia o discapacidad, nivel cultural o económico, creencias religiosas o lugar de residencia; por ello, es necesario valorar la huella y el legado que han dejado a lo largo de la historia.
Es eminente aprovechar la experiencia, la sabiduría de los consejos de los mayores, y demostrar gratitud por todo lo que nos han enseñado.
¡Gracias, mi viejo!
Por RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.