La tendencia de un clericalismo que ha existido en la iglesia y que éste se puede entender como una intervención vertical excesiva del clero en la vida de la Iglesia, en algunos momentos del caminar de ella ha impedido el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios a participar decididamente en la misión. Este clericalismo se ha manifestado en un autoritarismo, abusos de conciencia, abusos económicos y por qué no decir abusos sexuales, entre otros. Sin minimizar la labor de los buenos pastores que han sostenido a la Iglesia y que han sido mayoría.
Ante esta realidad el Papa Francisco prefiere una “Iglesia en salida”, inclusive accidentada por el riesgo de andar en el camino, a una iglesia encerrada, enferma porque se encuentra instalada, como acomodada. El papa quiere que caminemos juntos como un solo pueblo de Dios, por ello ha convocado a un Sínodo de los Obispos para el año 2023, mismo que tuvo apertura la semana pasada.
“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio: este es el compromiso programático propuesto por el Papa Francisco en la conmemoración del quincuagésimo aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos por parte del Beato Pablo VI. En efecto, la sinodalidad – ha subrayado – es dimensión constitutiva de la Iglesia, de modo que lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra Sínodo”.
Sínodo significa “caminar juntos”. Entonces este sínodo sobre la sinodalidad nos habla sobre cómo podemos mejorar nuestro caminar juntos. La palabra sínodo, etimológicamente viene del griego, y quiere decir “caminar juntos”, hacer el camino juntos.
En mi opinión, las ideas que son como la estructura de todo el pensamiento del papa sobre la Iglesia. Por un lado, misión o evangelización; podríamos decir que el papa Francisco vive, piensa y promueve una Iglesia desde la misión y para la misión. Entonces ya no se trata de un camino paralelo donde los clericos de forma colegiada realizaban sus planes pastorales sin consultar al pueblo de Dios, solo se consultaba a algunos “allegados”, estas prácticas en lo sucesivo se deben erradicar a todos los niveles, parroquial, diocesano, de conferencias episcopales y de Iglesia universal. La sinodalidad pretende generar cambios, así como erradicar lo que no funciona desde una perspectiva orgánica pastoral, más no doctrinal.
Dicha consulta partirá de una primicia: ¿cómo camina la Iglesia de hoy?, ¿Qué podemos hacer para caminar juntos?, ¿Qué pasos hay que dar para caminar juntos? Por lo tanto, se trata de que la jerarquía baje al pueblo sin perder su dignidad realizando la consultas en las diferentes fases, y que los laicos no busquen “clerica- lizarse”, sino más bien de que cada quien en su función de servicio y fe, caminemos juntos, abiertos al dialogo, la oración, el discernimiento según la inspiración del Espíritu Santo.
No se trata de una consulta en la democracia, o de mayorías, sino más bien de escuchar la voz de Dios en la iglesia. “El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios. La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, para que no sea un parlamento, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu (Papa Francisco).
El caminar se le atribuye a Dios; Dios es un Dios caminante, se ha puesto en camino con la humanidad. Por tanto, camino tiene que ser una palabra fundamental donde se da el encuentro, la escucha, la conversión y la misión, la sinodalidad nos saca de la inmovilidad donde estamos instalados y así llegar a nuestro destino que es la vida eterna. ¡El antídoto contra el clericalismo es la sinodalidad para equilibrar las cosas!
RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.
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