Un abuelo y su nieto adolescente se encontraban sentados en el quicio del frente de su casa. Decía el abuelo, “en la escuela ya veíamos los temas de la movilidad de las personas, recuerdo que mi maestra nos decía que existía un grupo de personas que caminaba muchas distancias para llegar a otros lugares y establecerse, cultivar las tierras, conquistarlas o simplemente conocer otros aires; incluso, nos comentaba la maestra que había una hipótesis de que los primeros pobladores de América pasaron por el estrecho de Bering”. “¡Ay, abuelo, mi tarea es sobre la migración”, contestó el nieto, “¡mijito, pues eso no es nuevo!” le afirmó su abuelo.
El fenómeno de la movilidad humana data desde tiempos antiguos, hoy en día éste arrastra gran sufrimiento por el inevitable desarraigo del propio país. Debemos recordar que toda persona tiene derecho a permanecer en su país, a vivir con su familia, con dignidad y en paz. Sin embargo, algunas personas se ven forzadas a emigrar porque son perseguidas, por desastres naturales, o por las precarias oportunidades de empleo y de vida en su país; por ello, algunos finalmente se aventuran a conocer y buscar mejores condiciones de vida.
Hoy en día las causas que propician este fenómeno constituyen un hecho multifactorial; se llega al extremo en el peligro, incluso, se lleva el riesgo de la propia vida. Los migrantes pasan hambre, frío, condiciones inhumanas y discriminación. Algunos deciden dejar su tierra natal porque se han visto privados de su dignidad, mientras otros buscan mejores oportunidades en el extranjero.
“El titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados de México (COMAR), Andrés Ramírez, informó este lunes que el año pasado el país registró una cifra récord en solicitudes de refugio” (CNN Español).
Existe, pues, una diferencia entre emigrantes, refugiados o solicitantes de asilo. Es necesario mantener esta diferencia, pues hay flujos migratorios que se pueden definir como mixtos, porque resulta difícil distinguir entre los solicitantes de asilo según la definición clásica, es decir, quienes necesitan otro tipo de protección o de ayuda, de quienes sacan simplemente ventaja del flujo migratorio.
Para solicitar refugio es necesario cumplir con diversos requisitos: ser extranjero y no estar físicamente en su país, así como manifestar por escrito la solicitud de refugio, entre otros más.
Creo que el compromiso que todos los mexicanos tenemos hacia los migrantes y refugiados debe ser la compasión sustentada en el amor; este amor se da cuando se responde y se atiende a las necesidades mínimas: alimentación, hospedaje, vestido, medicamento, incluso, me atrevo a decir, atender las necesidades espirituales y promover la dignidad humana de cada persona. Cuando encuentres un amigo en estas condiciones a tu paso, ¡extiéndele la mano! No esperes a que el gobierno lo haga, ¡hoy tú tienes esta oportunidad!
En el mundo de hoy, la migración ha cambiado y este fenómeno está destinado a aumentar en las futuras décadas. Por esta razón resulta necesario poner a la persona humana en el centro de atención, es decir, ofrecerles a los refugiados, a los desplazados internos y a las víctimas de la trata una oportunidad para recuperar su dignidad humana, trabajando de forma productiva, asumiendo los derechos y los deberes del país que los recibe, sin olvidar nunca alimentar su vida espiritual.
Por lo anterior, reitero que se debe poner a la humanidad en el centro de la atención, enfocándonos en las personas que atraviesan por esta situación como migrantes; así, se hace necesario buscar soluciones innovadoras mediante nuevas y profundas investigaciones para defender la dignidad de todas las personas obligadas a dejar sus hogares.
RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS