Hoy se hizo en Orán, Salta, la primera jornada del primer juicio a un obispo emérito acusado por abuso sexual en perjuicio de dos exseminaristas. Gustavo Zanchetta podría ser condenado a una pena de entre tres y diez años de prisión. En esta misma ciudad cumplió funciones de obispo, designado en julio de 2013 por el Papa Francisco. Fue nombrado por el Papa asesor del Apsa, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, en diciembre de 2017, y fue suspendido de ese cargo un año más tarde, al trascender la existencia de acusaciones en su contra. Residió hasta hace poco en Santa Marta, el mismo hotel para eclesiásticos donde vive el Papa.
Zanchetta declaró esta mañana ante los jueces y negó todos los hechos. Dijo haber tenido una “buena relación y sana con todos los seminaristas”. Explicó su rol como obispo de la diócesis, y afirmó que detrás de la denuncia de los dos seminaristas hay “otra connotación”.
Hizo alusión también al expediente de la investigación canónica, y señaló que tres sacerdotes le habían dicho que la denuncia “se trataba de una venganza”. Afirmó que solía mantener charlas con los seminaristas porque en su rol de obispo debía conocerlos, sobre todo “para saber si iban a cumplir su papel como sacerdotes”. Y agregó que “nunca hubo alguna connotación sexual”.
Contó que siendo obispo visitó algunos domicilios a los que fue invitado por los familiares de los seminaristas y ellos le confiaban sus problemas familiares o historias de vida. Fue así que se enteró que G.F.L.G. había sido abusado cuando era niño por un tío, y dijo que este tema lo habló con él.
G.F.L.G. y M.C. también declararon en esta primera jornada del juicio y ratificaron ante el Tribunal sus dichos formulados en la etapa de investigación. Uno de ellos dijo que el sacerdote le formuló “propuestas amorosas” y había requerido “masajes”. Ambos declararon sin la presencia del imputado, quien fue informado posteriormente de los dichos.
El tribunal, integrado por los jueces María Laura Toledo Zamora, Raúl Fernando López y Héctor Fabián Hoyos, resolvió que las audiencias —que se extenderán hasta el viernes— sean a puertas cerradas. Hubo un reclamo de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, pero finalmente solo habrá comunicados al final de las jornadas.
El obispo está acompañado de dos abogados canónicos que llegaron con él desde el Vaticano, pero su defensor es el oficial, Enzo Giannotti. Después de terminar su declaración, la unidad fiscal integrada por Soledad Filtrín Cuezo y Pablo Rivero pidieron que se retirara de la sala para que comenzara el testimonio de una de las víctimas.
Dos exseminaristas
Fueron dos exseminaristas quienes denunciaron formalmente por abuso sexual al obispo emérito. La primera presentación fue el 6 de febrero de 2019; allí aseguró haber sufrido abuso sexual en 2017, en el edificio del Seminario Juan XXIII de la ciudad de Orán, y en un domicilio particular del pueblito de Los Toldos.
Poco más de un mes después, llegó la otra denuncia por episodios de significación sexual y conductas inapropiadas “frente al público y en el ámbito privado” en la casa parroquial San Antonio, en el edificio del Seminario Juan XXIII y en la casa del obispo. El denunciante planteó que los hechos se repetían desde 2016. Una investigación del diario El Tribuno fue la clave para que los casos salieran a luz.
Además de este juicio, hay otros dos procesos judiciales abiertos contra Zanchetta en los que se investigan posibles fraudes al Estado mediante subvenciones estatales. Uno se inició hace 12 años en la justicia de Berazategui, por denuncias en Quilmes, la diócesis en la que Zanchetta estuvo 20 años antes de llegar a Orán. La otra se radicó en Salta y hubo allanamientos en el Obispado.
Antes de ir a la Justicia, los denunciantes se presentaron ante la Iglesia. En 2016 cinco sacerdotes elevaron una acusación formal contra Zanchetta por autoritarismo, desmanejos económicos con propiedades eclesiásticas y abusos sexuales que habrían sucedido en el seminario San Juan XXIII.
Como obispo de Orán, cargo en el que estuvo entre julio de 2013 y el mismo mes de 2017, fue mediador en varios conflictos sociales. Cuando de forma inesperada dejó el cargo, oficialmente se informó que era por “problemas de salud”. Se instaló dos meses en Corrientes y de allí se fue a Europa. Antes de que se supieran las denuncias, se hablaba de que sus relaciones con el clero de la diócesis eran “difíciles”.
El Papa, después de que las denuncias fueran públicas, ordenó la apertura de un juicio canónico. Aunque Francisco siempre negó que el Vaticano conociera los problemas judiciales, hay dudas de que fuera así.
Hace cinco días llegó a Orán la investigación para el juicio canónico. El proceso local se frenó en octubre -cuando iba a ser- esperando que avanzara la cuestión en Roma. No pasó y, además, se demoró el envío de la documentación.
Quién es Zanchetta
El obispo juzgado nació en Rosario en 1964. Estudió en Córdoba. De joven fue parte de la Juventud Franciscana e, incluso, prestó servicios como bombero voluntario en La Cumbre. Hizo el noviciado de los Franciscanos Capuchinos, pero dejó la orden antes de realizar la profesión de votos perpetuos.
Se radicó en Quilmes y, en 1991, fue ordenado sacerdote por el obispo Jorge Novak. Fue vicario de la catedral de Quilmes y párroco de San Francisco de Asís, de Berazategui, y entre septiembre de 1998 y junio de 2000 realizó estudios de especialización teológica en el Pontificio Colegio Pio Latinoamericano de Roma.
Cuando volvió fue vicario episcopal de Asuntos Económicos en la diócesis de Quilmes y subsecretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal, donde tuvo un trato más directo con los obispos. En 2013 fue designado obispo de Orán.
BUENOS AIRES, ARGENTINA.