Hace dos días les comentaba mi sorpresa de este fin de semana al descubrir la Septuagésima, un periodo litúrgico que fue borrado del calendario tras la reforma litúrgica de Pablo VI, en 1969. Explicaba en mi artículo que no sabía porque había sido abrogada y un amable lector ha tenido la amabilidad de enviarme una explicación. Aquí se la dejo:
Leí con mucho interés tu post sobre la Septuagésima. Y me gustaría ayudarte a aclarar por qué se suprimió este tiempo litúrgico en la reforma.
En su libro “La Reforma de la Liturgia (1948 – 1975), Annibale Bugnini nos da la respuesta.
El organismo técnico del “Consilium” (Comisión encargada por Pablo VI para implementar los cambios en la liturgia), se dividió en grupos de estudios para afrontar la tarea. El grupo número 1 estaba a cargo de la revisión del calendario.
En el capítulo XXI de su libro, Bugnini nos cuenta cómo trabajó el grupo 1. Después de algunas reuniones previas, en abril de 1965, el grupo decidió, entre otras cosas, que “el tiempo de septuagésima pierde su carácter penitencial (los tres domingos se convierten en domingos durante el año), pero sus textos serán utilizados ampliamente” (pág. 268). Esta información se completa con la siguiente nota:
“Sobre la supresión de Septuagésima hubo diversidad de opiniones. Se veía en ella un elemento de marcha progresiva hacia la Pascua. Una vez Pablo VI comparó el conjunto de septuagésima-cuaresma-semana santa-triduo pascual con el toque de las campanas para la misa dominical. Aquel toque, una hora, media hora, cinco minutos antes de la misa, tiene un efecto psicológico, y prepara material y espiritualmente a los fieles para la misa. Al final prevaleció la idea de simplificar: no se podía restaurar dando a la Cuaresma toda su importancia sin sacrificar Septuagésima, que no es más que una extensión de la Cuaresma” (Nota 6, pág. 268).
A Bugnini se le ha considerado por algunos como el destructor de la liturgia de la Iglesia. Sin entrar en esa discusión, me parece que su libro aporta información muy interesante sobre cómo se fue realizando la reforma, hasta en sus más mínimos detalles. Por ejemplo, se quería suprimir el miércoles de ceniza y que la Cuaresma comenzara el primer domingo de ese tiempo; pero fue una intervención decisiva de Pablo VI que mantuvo el inicio tradicional de la Cuaresma. También se quiso suprimir la oración del ofertorio que dice: “Orad hermanos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Padre todopoderoso”. Nuevamente, fue Pablo VI quien lo impidió.
En la liturgia actual ha quedado algo de los textos bíblicos de la Septuagésima. Las primeras 5 semanas del tiempo ordinario se lee en los años pares del oficio de lectura el libro del Génesis, desde la creación hasta la historia de José. Y en los años impares (como 2021) se lee el Génesis en la primera lectura de la misa las semanas 5 y 6 del tiempo ordinario (desde la creación hasta la torre de Babel). Es decir, antes de que empiece la Cuaresma, la Iglesia nos hace reflexionar sobre los orígenes y el pecado original.
El próximo lunes, entonces, en la misa comenzaremos a escuchar el relato del Génesis. Un sacerdote que esté bien enterado de todo esto, podría aprovechar las homilías de la próxima semana para preparar a sus fieles a la Cuaresma reflexionando sobre los orígenes, el pecado y la necesidad de un Salvador (o sea, tener un tiempo de Septuagésima).
Fernando Beltrán.
Infovaticana.