1.Jesús dijo que debemos orar siempre.
En la parábola de la viuda importuna y el juez injusto (Lc 18) este imperativo es claro. Ciertamente Jesús se refiere al estado de oración más que a la oración misma, en el sentido de que es evidente que no se puede orar (como acto) siempre, sino que hay que mantener el estado de oración , es decir, ese estado de invocación continua para que Dios entre cada vez más en nuestros asuntos.
San Pablo también recomienda orar continuamente, bastaría recordar: 1 Tesalonicenses 6, 17; 2 Tesalonicenses 1:11; Colosenses 1, 3; Efesios 6:18.
2. Pero si bien es cierto que no se puede orar continuamente, aunque es necesario mantener siempre el estado de oración , esto no significa que no se deba hacer un esfuerzo para difundir la oración lo máximo posible a lo largo del día.
Los Padres del Desierto practicaban la oración numérica que tendía a convertirse en oración continua. Por ejemplo, recurrían a la repetición frecuente de fórmulas como: Oh Dios, ven en mi ayuda; Señor, ven pronto en mi ayuda . Pronunciaban estas fórmulas incluso 100, 200, 1000 veces al día. San Antonio Magno recomendó en su lecho de muerte… respirar siempre a Cristo.
3. Esta repetición de invocaciones y jaculatorias responde a una necesidad psicológica, es decir, a un deseo inconsciente de armonía y acompañamiento en la propia vida.
En resumen, es como una especie de banda sonora musical que actúa como telón de fondo de una película, haciéndola más comprensible y atractiva.
4. No hay duda de que la oración del Rosario es muy útil en este sentido.
De hecho, es la oración más apropiada. El Rosario se puede rezar en cualquier lugar, a cualquier hora, incluso mientras hacemos otras cosas: trabajamos, cocinamos, conducimos el coche, caminamos…

Por CORRADO GNERRE.