El Papa Francisco ha firmado el decreto que permite beatificar como mártir a la religiosa misionera peruana María Agustina Rivas López (conocida popularmente como Aguchita), asesinada por terroristas maoístas de Sendero Luminoso en la misión de La Florida, en el Vicariato de San Ramón, Perú, el 27 de septiembre de 1990.
Se considera que era la primera vez en Perú que un grupo armado mataba deliberada y conscientemente a una religiosa.
María Agustina Rivas López («Aguchita»), religiosa de la comunidad del Buen Pastor, servía al pueblo ashaninka en la selva central del Perú. Con sus hermanas de comunidad religiosa, ofrecía asistencia en salud, educación, alimentos, alfabetizaba a mujeres y las capacitaba en tareas productivas, organizaba clubes juveniles y catequesis familiar en las comunidades rurales.
Su labor se centraba sobre todo en las comunidades ashaninka del Valle del Perené, una comunidad de unas 55.000 personas, un pueblo indígena profundamente afectado por la guerra interna de Perú que se hizo más intensa a partir de finales de los años 80.
De 1980 al año 2000 los terroristas marxistas-maoístas de Sendero Luminoso asesinaron a entre 31.000 y 48.000 personas en Perú, según las distintas fuentes. Querían eliminar cualquier fuente de organización, orden o prosperidad que no viniera de su control directo.
Ya habían llegado antes a los pueblos de las misioneras, a veces con amenazas, otras veces con disparos, pero en alguna ocasión habían dicho a las misioneras que no las dañarían.
El martirio, ante todo el pueblo reunido
Ese día llegó al pueblo de La Florida un grupo de 15 a 18 jóvenes armados de Sendero Luminoso; algunos eran incluso niños de 10 a 12 años. Ordenaron que todo el pueblo se reuniera en la plaza. Una joven vio a Aguchita, de 70 años, y le ordenó acudir. Ella antes se desvió para apagar la cocina. La chica armada dijo al jefe de grupo que la religiosa no había obedecido.
El jefe ordenó a la misionera ponerse junto a las personas cuyos nombres leían en una lista. En la lista figuraba la Hermana Luisa, de la Congregación del Buen Pastor, pero como no estaba en el pueblo el jefe dijo: «Tu pagarás por ella!»
Con todo el pueblo reunido, el jefe proclamó las causas por la que había que castigar a las religiosas: trabajar con los ashaninkas, «hablar de paz y no hacer nada», «distraer a las niñas con caramelos», «distribuir alimentos», organizar a las mujeres y trabajar con los pobres.
Aguchita intentó juntar las manos y arrodillarse para morir en oración pero le fallaron las piernas: recibió 5 balazos.
Con ella fusilaron a:
– Juan Pérez Escalante, de 58 años, agricultor y comerciante; su esposa Efigenia Marín, de 50 años, que atendía el centro de salud; el hijo de ambos, Luís, de 24 años
– Pedro Pizarro, de 52 años, agricultor y artesano, «por empadronar a los ashaninka».
– A doña Jesús Marín Pérez, de 48 años, que era hermana de Efigenia; murió en lugar de su marido, que no estaba presente y era acusado de llevar y traer gente en su camión durante las elecciones; las dos hermanas de sangre se abrazaron y con un solo disparo murieron las dos.
Otros decretos: un navarro en China, un etnógrafo represaliado…
El Papa Francisco también ha firmado los decretos que reconocen las virtudes ejercidas en grado heroico por diversos europeos fallecidos a lo largo del siglo XX:
– Mariano Gazpio Ezcurra (1899-1989), misionero agustino recoleto navarro, nacido en Puente la Reina y fallecido en Marcilla. Ordenado sacerdote con 23 años, fue enviado a las misiones de Shangqiu (Henan, China) donde permaneció 28 años, hasta que en 1952 fue expulsado por el régimen comunista, como todos los otros misioneros extranjeros. El resto de su vida fue formador de agustinos recoletos en en Monteagudo y en Marcilla.
– el laico húngaro Sándor Bálint, estudioso y padre de familia que falleció en accidente de coche con 75 años en 1980; de espiritualidad franciscana y calasancia, como profesor universitario se inspiraba en San José de Calasanz; etnógrafo investigador de las devociones populares; ayudó a los perseguidos bajo la época nazi; fue diputado de 1945 a 1948 hasta que el régimen comunista lo represalió con difamaciones e impidiéndole la docencia.
– Felice Canelli, sacerdote diocesano italiano; nació en una familia muy pobre en 1880 y murió en 1977; fue párroco en zonas pobres y periféricas e impulsó la Acción Católica
– Sigismondo Kryszkiewicz, sacerdote pasionista polaco, que en religión usaba el nombre de Bernardo de la Madre del Bello Amor; murió de tifus en Polonia 1945 con 30 años; devoto de Santa Teresita de Lisieux, fue maestro y cuidó enfermos y heridos en la guerra mundial
– la Madre Colomba di Gesù Ostia (de nombre civil Anna Antonietta Mezzacapo), desde los 37 años fue priora de las carmelitas descalzas de Marcianise (Italia); vivió entre 1914 y 1969; mucha gente pedía hablar con ella, por su sonrisa acogedora y porque se decía que tenía el don de leer los corazones
– Antonia Lesino, italiana del Instituto Secular de la Pequeña Familia Franciscana (1897-1962), que amó intensamente a sus hermanas de vocación y se volcó en enfermos, pobres y sufrientes.
Pablo J. Ginés/ReL.