A lo largo de la historia de la Iglesia, encontramos hombres con una gran heroicidad, entre ellos encontramos a quienes han fundado congregaciones religiosas, quienes han implementado proyectos innovadores de pastoral diocesana, quienes se han atrevido a levantar templos monumentales para el culto, la adoración a Dios y a favor del pueblo creyente que busca la paz que sólo el Creador puede conceder.
Entre estos hombres ilustres está el Padre Bernardo Chávez quien, iluminado por Dios, proyectó una obra majestuosa en nuestra Arquidiócesis de León y es el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús que en este año cumple el primer Centenario del inicio de su construcción. La primera piedra fue colocada en 1920, y cabe mencionar que fue de vital importancia el compromiso y apoyo que le dio al Padre Bernardo, el obispo Emeterio Valverde y Téllez y junto a ellos, miles de leoneses, quienes aportaron sus donativos económicos y otros regalaron el trabajo de sus manos para iniciar las debidas excavaciones de este recinto sagrado.
A pesar de las adversidades y acontecimientos históricos, nada pudo detener la construcción, sólo se detuvo de forma temporal en la época de la Guerra Cristera. Después de esta experiencia, continuó su ritmo de construcción para lograr tener este recinto Neogótico, que manifiesta por su estilo, el espíritu de las grades catedrales europeas.
Sin duda que a estas personas que manifiestan esa gran heroicidad, les mueve su vocación, pero de fondo manifiestan su gran amor a Dios y su compromiso con la sociedad y con los miembros de la Iglesia para acercarlos a Dios. El Padre Bernardo Chávez, por su magnífica idea ha logrado que miles de personas se acerquen a contemplar no solamente el arte que el Templo Expiatorio manifiesta, sino también y de manera especial, lo que produce este recinto: la paz por el encuentro con Dios, porque al recorrer su interior por el pasillo central, se experimenta cómo el Sagrado Corazón te envuelve en sus brazos y te invita a configurar el corazón al suyo.
Lugar excepcional es el Sagrario, porque al postrarte de rodillas experimentas la pequeñez de la creatura frente a la grandeza de Dios. Hacer el recorrido por las criptas (obra impresionante), te haces consciente de que estamos llamados a recorrer el camino que Jesús nos ofrece como sus discípulos: ser fieles a la vocación de hijos de Dios y al final conquistar la vida eterna.
No cabe duda que el Padre Bernardo fue movido por su gran amor al Sagrado Corazón, pero también le movió su gran esperanza de que, gracias a muchos bienhechores, se lograría culminar una obra magnífica para la adoración de Dios y para la expiación de los pecados.
Con información de Gaudium Editorial