En 1537 Fray Julián Garcés, Primer Obispo en México, escribió una carta al Papa Paulo III. Se discernía en ese tiempo sobre “el alma racional de los indios”, es decir, las dudas de los europeos por la razón y humanidad de los indios. Duda que hoy es causa natural de ofensa.
La carta fue escrita en latín y es muy extensa. Julián Garcés era un sabio de edad avanzada (80 años) cuando llegó a la Nueva España en 1529. Antes de llegar a lo que hoy es México se reunió en lo que hoy es República Dominicana con franciscanos que más adelante harían historia: Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún y Pedro de Gante.
Fray Pedro de Gante era tío del rey Fernando II. Con su influencia logró abrir tres escuelas en México; la más importante, el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco. Ahí se educaba sin distinción a niños españoles e indígenas.
El obispo Garcés que tenía su sede en Tlaxcala visitó el Colegio de la Santa Cruz y se quedó maravillado: los niños convivían y aprendían en completa armonía sin prejuicios ni diferencias. Averiguó aún más sobre los niños y terminó para él cualquier duda sobre la inteligencia de los indígenas, antes bien encontró mayores cualidades humanas.
Su testimonio es la esencia de la carta a Paulo III. En ella usa tres palabras reveladoras: los niños indios, escribe, “no son vocingleros, ni pendencieros, ni porfiados”. Describe de esta forma el temple, carácter y nobleza de la gente originaria. Le dice al Papa: “el oro que debe extraerse de las Indias es la sabiduría de su pueblo ”.
Con información de Milenio/Tomás Cano Montúfar