Obispos y sacerdotes tienen el inmenso trabajo de ir a curar corazones quebrantados

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Con la asistencia de invitados religiosos, políticos y representantes de algunos sectores de la población, la celebración eucarística en memoria de los 100 años de la llegada del Quinto Obispo a Veracruz, San Rafael Guízar y Valencia, fue presidida por el Nuncio Apostólico Franco Coppola.

«Al principio de esta misa iniciamos reconociendo cuánta distancia hay todavía entre nosotros, en el cumplir el mandamiento del Señor y acercarnos al ejemplo de San Rafael. Reconocemos nuestras debilidades, nuestras fragilidades, nuestros pecados»,

dijo en su homilía el Nuncio Apostólico.

Resaltó que desde su llegada a México, hace cuatro años, se dedicó a conocer el ejemplo de solidaridad y trabajo de San Rafael Guízar y Valencia en Veracruz.

«Cada cristiano, cada discípulo del Señor dentro de la sociedad, dentro de la Iglesia, está comprometido a realizar la misión de hacer presente al señor Jesús con los demás. Aprendí que hubo un deseo que expresó San Rafael Guízar, poder continuar su misión desde el cielo. Estamos comprometidos a continuar sus misiones. Un cristiano que no es misionero, no es cristiano, con más razón un sacerdote que no es misionero, no es sacerdote, un obispo que no es misionero, no es obispo».

Destacó que, con sólo ir a misa, decir oraciones o cumplir mandamientos, no se pueden considerar cristianos, ya que es necesario ser un verdadero misionero de la palabra de Dios.

Recordó que cuando fue nombrado Nuncio en México, estaba preocupado de la encomienda, al llegar a un país grande, al tener una historia milenaria y ser un pueblo en demasía católico.

«Yo tengo muchas debilidades, la más grave era que yo sabía que existía la Virgen de Guadalupe, pero no conocía nada de la Virgen, me dije que no era posible que el Nuncio no conociera a la Virgen. ¿Cuántas veces en nuestra historia, tenemos que valorar todas las situaciones en las cuáles el Señor, la Virgen o San Rafael se presentan en nuestra vida y nos han ayudado a salir de situaciones difíciles?».

Lamentó que exista un ambiente de «corazones quebrantados» por tanta angustia, miedo y preocupación. Además, dijo, la pandemia COVID-19, está haciendo que las personas hagan una introspección para concluir que en realidad existen las preocupaciones.

«Hay un campo inmenso de trabajo para nosotros, para los Obispos, para los sacerdotes por cada cristiano. Ir curando los corazones quebrantados, testimoniando la cercanía del Señor. Tenemos que llevar este testimonio de que Dios está con nosotros. Hay mucha gente que se queda frente al mal, frente a la enfermedad económica, frente a la miseria, es nuestra responsabilidad no dejarlos solos».

El más grande error que la humanidad está cometiendo, es pensar en sí mismos dejando de lado a los que más necesitan.

«Los derechos individuales, yo pienso solo en mis derechos, es algo opuesto al buen pastor. Es una mentalidad completamente a lo opuesto. El buen pastor es el que da su vida. Vivimos en un tiempo en el cual la facilidad de los medios nos facilita hablar, decir, manifestar. Muchas veces parece que en los medios damos lo peor de nosotros mismos, damos un mensaje violento, lascivo, pero de alguna manera estamos listos para decir, para hablar, pero no para escuchar. San Rafael es un ejemplo de ir caminando para encontrar a sus pueblos».

Al finalizar la Santa Misa, acudió en compañía de sacerdotes y el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, a la tumba de San Rafael Guízar y Valencia que se encuentra en la Catedral Metropolitana.

Con información de Alcalor Político/Noreli Morales

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