Lor organizadores de la Peregrinación, preponderantemente juvenil, de católicos que año con año concluyen su caminar dificultoso por tres dìas, con el rezo de la Misa tradicional o Misa tridentina en la Basílica de Nuestra señora de Luján, revelaron los obstáculos que les puso el obispo Jorge Eduardo Scheinig.
‘Nuestra Señora de la Cristiandad‘ busca contribuir a la restauración del espíritu de la Cristiandad organizando anualmente una Peregrinación penitencial de tres días a Luján.
Cada año, mediante las oraciones y sacrificios ofrecidos y a través de las gracias recibidas en la Santa Misa, pedimos a Nuestra Madre, Patrona de la Argentina, la restauración del orden Social Cristiano.
La peregrinación de 100 km Rawson-Luján, organizada por Nuestra Señora de la Cristiandad, tiene como fundamento amar, hacer conocer y difundir la celebración de la Santa Misa Tradicional, canonizada por el Papa san Pío V, también llamada «forma extraordinaria» por el Papa Benedicto XVI.
Como muchos de ustedes sabrán, esta forma, a raíz del motu proprio Traditionis Custodes firmado por el Papa Francisco el último 16 de julio, se vio sujeta al arbitrio de cada obispo. En numerosas diócesis del mundo y de la Argentina se sigue rezando la Misa según este rito, ya que muchos pastores comprenden que sus fieles lo necesitan como fuente de vida espiritual.
Según el asesoramiento de numerosos canonistas, el motu proprio no se aplica a nuestra organización, puesto que no constituimos una parroquia sino una peregrinación y un grupo que tiene ya 12 años de antigüedad. Hechas estas salvedades, este año se nos impide rezar la Santa Misa de cierre en el altar de la Basílica de Nuestra Señora de Luján, donde concluimos la Peregrinación desde hace ya más de una década.
Un mes antes de la Peregrinación, con muchos inscriptos, gastos realizados y la organización encaminada, recibimos de Monseñor Jorge Eduardo Scheinig, obispo de la diócesis Mercedes-Luján, a través del rector de la Basílica y de su vicario, presbíteros Lucas Miguel Figueroa y Daniel Eduardo Guerra, aviso de que no podemos rezar la Santa Misa como acostumbramos. Elevamos reiterados pedidos de audiencia para finalmente suplicarles que nos lo permitieran. Solicitamos a las autoridades eclesiásticas que reconsideraran su decisión y nos dejaran rezar la Misa según el Misal de 1962 en la Basílica, como siempre lo hemos hecho, por el bien de las almas y la unidad de la Iglesia.
Esta prohibición explícita por parte de nuestro obispo nos entristece profundamente, ya que nos niega la posibilidad de ofrendar a la Virgen María el sacrificio incruento de su Hijo en su casa de Luján. Se nos excluye por nuestro carisma, que es la vocación de NSC. ¿Acaso se construye de este modo la unidad, prohibiendo algo que hasta ayer era totalmente legítimo, bueno y fomentado? Se pretende que escondamos el tesoro que hemos recibido y cuya transmisión a más almas sedientas de la Verdad consideramos nuestro deber. La belleza de la Liturgia romana se ve menospreciada y ocultada como la lámpara bajo el celemín (Mt. 5, 15). Y nosotros, como fieles hijos de la Iglesia católica, nos sentimos profundamente dolidos a causa de la intolerancia de nuestros pastores frente a la Tradición y el Magisterio.
Por eso, con el aval de las autoridades civiles de los municipios por los que transita la peregrinación, los días 9, 10 y 11 de octubre caminaremos hacia Luján. Esperamos la intercesión celestial para poder rezar la Santa Misa en la Basílica como coronación del camino. Y si continúa la prohibición, tendremos una razón más para ofrendar las oraciones y dolores de la marcha durante esos tres días. Este año, luego de los eventos ocurridos en el mundo y en nuestra Patria en particular, necesitamos más que nunca del caudal de gracias y virtudes que emanan del Santo Sacrificio del altar, y más que nunca debemos dirigir nuestros pasos y nuestros corazones a la Madre de los Dolores, que nos espera en Luján. En el año del Patriarca San José renovemos nuestra confianza en el padre adoptivo de Nuestro Señor Jesucristo y patrono de la Iglesia. Respondamos con fe firme a ese Ite ad Joseph que nos dicen su castísima Esposa y su Hijo. Así, él y la multitud de los bienaventurados nos concederán la unidad de la Iglesia Católica y la libertad para rezar y asistir a la Santa Misa Tradicional en todas las iglesias y capillas del mundo.
Les reiteramos nuestra convocatoria a participar de la Peregrinación y, a quienes no puedan asistir, a rezar y ofrecer sacrificios por esta intención. Nuestra Madre, la Virgen nos llama desde Luján y nos invita a valorar más la gracia que recibimos y queremos conservar: la Santa Misa Tradicional. Ella, Nuestra Señora, nos arenga con este grito: «¡Por la Misa Tradicional, hoy más que nunca a Luján hay que peregrinar!».
NSC.