Las Hermanas Marianas de Santa Rosa son un ejemplo de nueva congregación que despega. Nacieron en 2011 bajo el amparo del obispo de Santa Rosa (California), Robert Vasa, su fundador canónico, quien las llamó en su ayuda para evangelizar esa diócesis cuando fue nombrado como su titular ese mismo año.
La madre Teresa Christie, su fundadora, y otras tres religiosas provenientes de otros conventos se unieron para dar forma a una nueva realidad que, en apenas una década a cuadruplicado su número de miembros.
«Boca a oído»
Hoy son dieciocho unidas en torno a dos finalidades: la oración de intercesión por la diócesis de Santa Rosa, y en particular por sus sacerdotes, y la enseñanza de la Fe, en particular en los colegios.
En agosto recibirán un buen número de postulantes, lo que les ha obligado a buscar un nuevo alojamiento y a comprar un convento de ursulinas, evangelizadoras de esa región de California a finales del siglo XIX, pero ahora sin vocaciones.
A pesar de su vinculación territorial, las vocaciones les llegan de todo Estados Unidos «por el boca a oído», explica la madre Teresa Christie a Jim Graves en Catholic World Report: «Muchas vienen por recomendación de sus directores espirituales atraídas por nuestro carisma, y por su amor a la liturgia y a la reverencia en el culto». En cuanto a liturgia, las Hermanas Marianas asisten a misa «tanto en la forma extraordinaria como en la forma ordinaria» del rito romano, explica, y hacen sus oraciones en canto gregoriano o polifonía.
Una jornada que pivota en torno a la oración
Su jornada arranca en la capilla a las 5.45 horas de la madrugada, con una hora de Adoración y oración mental, y los Laudes. A las 7.00 les dice misa su capellán, el padre Jeffrey Keyes, y luego desayunan y cada cual parte a su misión: las profesas a dar clase de Religión en los colegios de la zona («las bendigo especialmente y pedimos a Nuestra Señora que las proteja», afirma su superiora), y las postulantes a sus labores de formación.
Profesión de una religiosa como miembro de las Hermanas Marianas.
Una parte fundamental de su vida espiritual es el Rosario. Las que están en la casa lo rezan tras el Angelus de mediodía y las que están en el apostolado lo hacen con sus alumnos o aprovechando algún momento para rezarlo por parejas dando un paseo.
A las 16.15, toda la comunidad tiene un tiempo de recreación: «La mayoría de las comunidades lo tienen al final del día», explica la madre Teresa Christie, «pero nosotras preferimos hacerlo cuando todavía hay sol». Incluye deportes o, si llueve, labores de artesanía. Luego siguen las Vísperas, un tiempo de lectura espiritual, la cena, Completas y un rato de estudio antes de dar por concluido el día.
Dispuestas al sacrificio por los sacerdotes
¿Qué joven es una buena candidata para formar parte de esta nueva realidad eclesial? «Una que ame la liturgia y la reverencia en el culto. Que ame mucho a la Santísima Virgen y practique la consagración total a Jesús por medio de María, porque el espíritu mariano empapa nuestra vida. Alguien con gran amor a los sacerdotes y que quiera sacrificarse por ellos y hacer oración de intercesión por ellos. Que ame la verdad y que le guste enseñar y comunicar la Fe, aunque no sea profesora».
Las religiosas se mudarán a su nuevo destino, más amplio para permitir el crecimiento de la comunidad, el próximo 19 de marzo, festividad de San José. Pasarán en oración toda su primera noche allí y luego el propio monseñor Vasa celebrará misa para la comunidad.
«El edificio ya está preparado para nosotros, pero ahora tenemos que embellecerlo», concluye la madre Teresa Christie: «Tenemos que convertirlo en un lugar hermoso para rezar«.
C.L. / ReL