LEGALIZACIÓN DEL ABORTO – ¿MÉXICO ESCLAVO DE LA OLIGARQUÍA FINANCIERA INTERNACIONAL?

José Arturo Quarracino
José Arturo Quarracino

Se ha anunciado en estos días que el próximo 29 de julio la Corte Suprema de Justicia de la Nación de México va a comenzar a debatir un proyecto de reformar el Código Penal de Veracruz para despenalizar el aborto. El proyecto a debatir fue presentado por uno de los ministros de la Corte, Juan Luis González Alcántara, de debatir el próximo 29 de julio el proyecto de reformar el Código Penal mexicano para despenalizar el aborto.

Lo grave del asunto es que con este proyecto, de ser aprobado, México va a adoptar un principio jurídico normativo inventado por la oligarquía financiera angloamericana, representada por John Davison Rockefeller III, hermano de los famosos David y Nelson, para imponer la pena de muerte para los niños por nacer, mediante la legalización del asesinato prenatal.

No sólo es un proyecto colonialista y esclavista a gusto y placer de magnates financieros internacionales, sino que además constituye la legalización de un criterio jurídico más propio de las épocas pre-cavernícolas y salvajes de la historia humana: se condena a muerte a seres humanos que no han cometido ningún delito y que tampoco se pueden defender.

En el proyecto se afirma, entre otros considerandos, que “la prohibición total de la interrupción del embarazo -vía tipificación penal- es una barrera que genera discriminación en contra de las mujeres en relación con el acceso al derecho a la salud”.

Hay que agradecer al magistrado proponente que se exprese en forma tan bruta y directa, aunque hipócrita, porque en realidad el aborto es el asesinato de un ser humano en el seno materno: se “interrumpe el embarazo” porque se mata a un niño. Lo que ha hecho el “letrado” con esta redacción es muy similar a lo que llevan a cabo, por ejemplo, los grupos de tareas cuando se dedican a secuestrar y matar ilegalmente o a lo que se hacía, por ejemplo, en los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial: se despersonaliza a la víctima o directamente se la aniquila, ignorándola y no mencionándola.

En esta línea de formulación sin fundamento, lamentablemente para el pueblo mexicano, el doctor González Alcántara aplica el principio no-jurídico criminal inventado por John Davison Rockefeller III, planteado y desarrollo en su proyecto de control de la natalidad para Estados Unidos[1]: “el aborto es el derecho de la mujer para determinar su fecundidad”.

El aborto como derecho no existe en ninguna legislación ni tratado internacional de Naciones Unidas, ni tampoco en ninguna tradición jurídica: es un invento puro y exclusivo de la oligarquía financiera mundial que el magnate estadounidense y su familia representan. Es un “derecho” privado, reivindicado por corporaciones imperialistas privadas.

El “magistrado” a la Rockefeller pretende justificarse en su proyecto aludiendo a “las exigencias de los tratados internacionales de derechos humanos de las mujeres”, según las cuales “las decisiones de la mujer durante el periodo de las primeras doce semanas del embarazo, previos al periodo fetal, son parte de su esfera privada que no está sujeta a la potestad sancionadora del Estado”. Rockefeller puro y a la enésima potencia. ¿Pero desde cuándo una nación soberana debe someterse a lo que dictan funcionarios burócratas de un organismo internacional? Naciones Unidas es un organismo internacional, no es supra-nacional, ¿o México es una colonia y no un país soberano? Que el señor González Alcántara sea en este tema servil a multimillonarios yanquis no significa que México deba ser una granja-colonia de esos personajes. Si como magistrado el señor ministro cobra un sueldo por parte del Estado, sufragado por el pueblo de México, ¿por qué legisla para beneplácito de un poder ajeno al Estado mexicano?

En este sentido, el magistrado progresista pro-Rockefeller no puede ignorar que “el aborto como derecho” está anticipado en forma implícita en la institucionalización del famoso y falso “derecho humano básico de decidir la cantidad de hijos y el espaciamiento entre ellos”[2] y por el delirante principio ético que sostiene que “sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados”[3], que como se puede apreciar son inventados de JDR III. Invento oligarca yanqui puro.

Confirmando su sometimiento ideológico servil, en los considerandos se afirma también que impedir el acceso al aborto “genera discriminación en contra de las mujeres en relación con el acceso al derecho a la salud”. Como si no poder matar a un hijo enfermara a una mujer y matarlo la sanara. Más que una argumentación jurídica, parecería que estamos ante una diarrea de conceptos que avergonzarían al hombre de Neanderthal o al hombre de Cromagnon.

Para desgracia del doctor González Alcántara, este argumento del aborto como un tema también lo inventó el “filántropo” estadounidense ya en 1972, en el documento que hemos citado anteriormente: “Creemos que el aborto no debe ser considerado un sustituto para el control de la natalidad, sino más bien como un elemento en un sistema general de cuidado de la salud materno-infantil”.

Clarísimo: el aborto no es considerado un crimen ni asesinato, sino un “problema de salud pública”. Tome nota, Mr. González Alcántara, ¿papagayo de Rockefeller?

Y para que no queden dudas, el buen John Davison “aborto” Rockefeller III reafirma que “[…] las mujeres deben tener la libertad de determinar su propia fertilidad, la cuestión del aborto debe ser dejado a la conciencia de la mujer involucrada, en consulta con su médico, [… y] los Estados deben ser alentados a aprobar estatutos objetivos que creen un marco claro y positivo para la práctica del aborto a petición”[4].

No se puede servir a Dios y al dinero”, dice un pasaje de los Evangelios. La decisión es clara: o un México libre e independiente o una colonia-granja de Rockefeller.

[1] Rockefeller Commission Report, Population Growth and the American Future, Capítulo 11, Nueva York 1972. John Davison Rockefeller III, The Second American Revolution. Some Personal Observations, New York 1973, Harper & Row Publishes, p. 64.

[2] Statement on Population, 1966.

[3] Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, Chapter 11: Human Reproduction.

[4] Rockefeller Commission Report, Op. cit., ibidem.

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