La última etapa de la gran batalla de Ratzinger

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* La batalla de Joseph Ratzinger contra la pedofilia comenzó allá por 1988.
* Por eso, la última carta podría ser la etapa final de un camino que vio a su pontificado como protagonista de la renovación.

Joseph Ratzinger fue el pontífice que se pronunció más que todos sus predecesores contra el flagelo de la pedofilia en la Iglesia católica.

Durante su reinado al frente de la Iglesia, se certificó un verdadero récord alcanzado por el número de «sacerdotes expulsados». Y, como también recuerda el Fatto Quotidiano , un documento presentado por el Vaticano a la ONU habla -sólo entre 2011 y 2012- de 400 sacerdotes reducidos al estado laico. Benedicto XVI es también quien, tras ser sacado a relucir por el «comportamiento incorrecto» en los casos de abusos ocurridos cuando era arzobispo de Munich-Freising, insistió en disculparse , pese a que, al mismo tiempo, rechazaba con firmeza la acusaciones Un desafío, el de la pedofilia, que siempre lo ha involucrado. Y que continúa haciéndolo incluso ahora, como Papa Emérito.

Desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido para el trono de Pedro, Ratzinger habla sobre todo a través de las letras . Las cartas representaban, para el ex obispo de Roma, el medio para incidir en la vida eclesiástica y, por otro lado, también en el debate mediático. E incluso con respecto al último texto publicado -aquel en el que el teólogo alemán, además de subrayar que no es un mentiroso, invoca al perdón-, uno se pregunta por qué el ex Papa optó por una forma de comunicación tan directa.

Ya ha sucedido en otras ocasiones que el «teólogo suave» de Tübingen rompió el silencioLa figura estilística del alemán siempre ha sido disruptiva. Piénsese sí en la «renuncia» al trono de Pedro, pero también en el conocido discurso de Ratisbona, por no hablar de toda la serie de declaraciones relativas a la «inmundicia» de la Iglesia católicaComo recuerda Il Sole 24 Ore en este artículo , el Viernes Santo de 2005, el debut en el mundo real del cardenal en los últimos días de la vida de Juan Pablo II, podría servir como un ejemplo completo.

Hay un pasaje que quizás se escape y merezca ser remarcado: antes de Ratzinger, que también acompañó a Juan Pablo II como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como autor de la mayoría de los discursos del pontífice polaco, como consejero de confianza y, de manera informal, el «número dos» del Vaticano, la Iglesia no había tenido la relación que tiene hoy con el concepto de «transparencia». Si Francisco hizo de la batalla por la transparencia absoluta un paradigma de su acción, se debe también a su predecesor y a las innovaciones traídas como dote primero por el prefecto Joseph Ratzinger y luego por el Papa Benedicto XVI. El compromiso del teólogo alemán de endurecer las normas canónicas relativas a los delitos de abusose remonta a tiempos insospechados. En la web vaticana aún es posible leer un documento escrito por el cardenal Juan Ignacio Arrieta que testimonia que la primera carta sobre el punto (todavía en el mismo medio) del teólogo alemán, data de 1988 .

Eran tiempos -aquellos- en los que la pederastia se asociaba a la vida de la Iglesia católica sólo con «charlas» privadas y los más clásicos «dicen». La fase en la que se hablaría abierta y públicamente de «derrumbe moral» estaba aún lejana y, sin embargo, un joven cardenal llegado a Roma hacía menos de una década ya luchaba por una reforma integral.

En este sentido, es legítimo interpretar la última carta de Ratzinger, aquella en la que llega a decir que está dispuesto a pasar «la hora del juicio», como la etapa final, quizás, de un camino que partió de lejos y que pasó por el intento de una revolución interna . Un viaje con un protagonista que hizo la historia del catolicismo, modificando las instituciones católicas y la relación de estas con lo que sucede dentro de los muros eclesiásticos.

 

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